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El coronavirus derrocará a presidentes
La incertidumbre es la nueva dictadura del planeta.
Lo único seguro para el 2021 serán las reformas constitucionales. Requisito obligatorio para ser presidente: creer en la ciencia. El segundo requisito será destinar dos dígitos del PIB a los sistemas de salud. Tercer requisito: corroborar que los candidatos logren distinguir entre salud personal y salud de la comunidad.
Después de la tempestad llegará el ajuste de cuentas de la sociedad a la clase política a la que el Covid-19 ha miniaturizado. Varios congresos someterán a sus gobernantes a mociones de confianza. ¿Por qué no actuaron a tiempo? Otros, ante el tsunami de cadáveres, no les quedará otra opción que la de presentar su renuncia.
La globalización será llevada al diván. La información perfecta que mantiene vivos a los mercados marcha entre tinieblas y números negativos; cada tercer día se recalcula la caída de la producción y el incremento del desempleo.
En el 2021 se sabrán las razones por las cuales países que no fueron azotados por el Covid-19 en niveles como Estados Unidos, España, Italia, Irán y China (hasta el momento) se negaron a transferir médicos a estos países. También sabremos si la Unión Europea sobrevivirá sin la existencia de los fundamentos de solidaridad. Mutualizar la deuda asustó a Alemania después de la crisis del 2007; ahora, conociendo las dimensiones del agujero que está dejando el coronavirus, Países Bajos y Alemania muestran reflejos de indolencia hacia España, Italia y Francia. ¿Qué razón de ser tiene la Unió Europea sin solidaridad?
Hay políticos cuyo panorama futuro es mucho más corto que el 2021. Trump se juega la reelección durante las próximas semanas. En la agenda electoral la salud se ha instalado en primerísimo lugar. Temas tan abstractos para él, como el Acuerdo de París, serán llevados a las mesas de debates por parte de Biden o Sanders.
Trump tiene la ventaja de contar con el apoyo de la población estadounidense a pesar de sus errores; las crisis cohesionan. Pero tendrá que revisar lo sucedido a los republicanos durante el segundo periodo de George W. Bush: las mentiras de Colin Powell y la guerra innecesaria con Irak, abrieron a Obama la posibilidad de llegar a la Casa Blanca.
Nicolás Maduro no podrá resistir el azote del Covid-19. El sistema de salud estaba colapsado hace una semana, antes de la primera muerte provocada por el virus. La estabilidad de Maduro en el Palacio de Miraflores será determinada desde los hospitales. El índice de letalidad del coronavirus también determina el nivel de oxigenación de Maduro. Por lo pronto, la dictadura ya ha ingresado a una sala de cuidados intensivos, lo hizo desde la semana pasada, cuando Estados Unidos llevó al régimen a la lista de países terroristas. Maduro ya no está en Miraflores. Está escondido en una casa de su ministro de Defensa, Vladimir Padrino. Su cerco de seguridad ya no es venezolano, es cubano.
Bolsonaro está siendo rebasado por varios gobernadores; su comportamiento infantil al negarse al confinamiento, lo dejará herido de muerte política.
Bukele, en El Salvador, ha utilizado al coronavirus como herramienta de control social. Frente a la crisis que él destapó en enero al llevar a militares al Congreso para amenazar a sus opositores, los toques de queda han vaciado las calles quedando claro que Bukele podría ser un gran presidente sin la existencia de ciudadanos. La mala noticia para él será la primera semana después de que pase la alerta sanitaria.
La buena noticia para el 2021 será el regreso de la ciencia y la información. Las supercherías y el infoentretenimiento que recorren las redes sociales a gran velocidad se toparán con baches profundos.
El siglo XXI será recordado como el más corto de la historia. En el momento en que la pandemia sea controlable, iniciará el siglo XXII.
El siglo del Renacimiento, sí, con mayúscula.
@faustopretelin