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El descrédito de la política exterior
La política exterior de México ha sufrido un continuo declive en este gobierno como lo atestiguan múltiples gazapos. Abundan los ejemplos: transportar a Evo Morales para darle asilo; defender el golpe de Estado de Castillo en Perú y desconocer a la presidenta Boluarte surgida de ese conflicto; el rompimiento con Ecuador tras asilar al corrupto vicepresidente en la embajada mexicana y pretender sacarlo ilegalmente del país; distinguir al presidente de Cuba como invitado especial en las festividades del 15 de septiembre; soldados rusos que marcharon en el desfile militar; la tardanza en reconocer el triunfo de Biden y muchos otros episodios vergonzosos más.
López Obrador ha esgrimido una y otra vez que su política exterior se basa en la doctrina Estrada de no intervención y autodeterminación. Pero en todos los casos citados es precisamente esa doctrina la que ha sido violada. La política exterior se acomoda a modo a las ocurrencias ideológicas y personalistas de AMLO.
El último yerro es el asunto electoral de Venezuela. Ha transcurrido más de una semana de la espuria victoria de Maduro, varios gobiernos democráticos han roto relaciones con el venezolano, la violencia y represión han arrojado miles de detenidos y varios muertos. Maduro se aferra a su dictadura y hay una indignación mundial ante el evidente fraude, falta de transparencia y violación a los derechos humanos.
¿Y nuestro presidente? Encerrado en su realidad paralela se limita a expresar que “felicita al pueblo venezolano por haber llevado a cabo una jornada electoral sin violencia” (¿es en serio?). Los conmina a “la paz y a respetar la voluntad del pueblo expresada en las urnas” (¿sí?). Ajustando una vez más la doctrina Estrada a su conveniencia, ha dicho que él evita la injerencia y espera los “resultados oficiales” (claro… los de Maduro).
Y como si no hubiéramos ya pasado por suficientes vergüenzas internacionales, instruyó a la canciller Bárcena de no asistir a una reunión de la OEA para tratar el tema, pues “México no está de acuerdo con la actitud de parcialidad de Almagro de haber reconocido a uno de los candidatos sin pruebas, la OEA no es un organismo serio”. Parece que el principio de la política exterior de la 4T es “defender lo indefendible”.
Opinar y condenar las acciones de otros gobiernos no es injerencista. AMLO lo ha hecho en repetidas veces. Se trata de expresar una postura y defender los principios de la democracia y el respeto a los derechos humanos.
Mientras el conflicto se complica y la tozudez del dictador por no ceder impide una solución pacífica, la diplomacia mexicana ha perdido su prestigio internacional. Vergonzosamente estamos alineados con las dictaduras de Cuba y Nicaragua. La virtual presidenta electa no parece estar interesada en recuperar el prestigio diplomático, pues sus declaraciones sobre Venezuela –como era de esperarse– repiten lo que dice AMLO. Peor aún, el designado canciller de la Fuente ante su escasa experiencia propiciará que la política exterior siga desdibujándose y hundiéndose más en el descrédito.
X: @frubli