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El nuevo peligro
No es descabellado pensar que los vaticinios de los agentes en el mercado con respecto al ciclo de tasas pueden volver a estar equivocados en cuanto al momento en que estas bajarán
Todo este año el principal riesgo para los mercados, al menos hasta el verano, ha sido la dificultad para controlar la inflación por parte de los bancos centrales, sin provocar un episodio recesivo.
El objetivo, aparentemente se ha logrado, pero la consecuencia no está presente. Hoy en día la economía de Estados Unidos crece a tasas mayores a las esperadas y, junto con ella, una buena parte del crecimiento global registra tasas de crecimiento mejores a lo anticipado a principios del año (con excepción de China, que es un caso aparte).
Los inversionistas tendemos a pensar en secuencias de hechos. Planteamos un escenario consecutivo a las decisiones de las autoridades y a las tendencias que éstas deberían provocar. Por ello, el ataque contra la inflación, traducido en tasas de interés elevadas, generó la expectativa episodio subsecuente de recesión.
Ya que éste no es el caso, las interrogantes se vuelven amplias. No hay mucha documentación para deducir la forma del contexto que sigue en un año, como lo ha sido el 2023, en que subieron fuertemente las tasas, bajó la inflación, pero el crecimiento sigue siendo muy robusto en muchos rubros, principalmente el empleo y el consumo.
Las declaraciones recientes del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell y las decisiones ultimas apuntan a un ambiente en el que la inflación no cederá rápidamente; por consecuencia, señalan la permanencia de tasas de interés altas por un periodo de tiempo prolongado.
La última frase es la clave. ¿Qué tan prolongado es ese lapso? Los inversionistas que hasta hace pocas semanas auguraban que tal periodo de tiempo sería de un par de meses y que su fin se ubicaría antes del cierre del año, parecen haber claudicado.
Ahora, el consenso anticipa que será en algún momento del 2024 (nadie se atreve a decir que hasta el segundo semestre), cuando los bancos centrales en países avanzados proclamarán la victoria contra la inflación y comenzarán a reducir las tasas de referencia. La causa de este movimiento sería de nuevo el freno esperado en la actividad económica.
Pero ¿qué pasaría si en el verano del 2024 las condiciones siguen siendo las mismas?, ¿a qué me refiero?, a que la inflación no haya bajado a un nivel cercano a su objetivo y que el crecimiento siguiera siendo mayor al anticipado. ¿Los bancos centrales reducirían las tasas de interés? No creo. Más bien, un año no sería el tiempo suficientemente prolongado para arreglar las cosas.
Entonces, para deducir cuál sería ese tiempo, es poco útil pensar en secuencias, más bien debemos asumir que hay un nuevo contexto en donde la inflación será permanentemente alta y las tasas de interés también, olvídese de regresar a la época del gran ciclo de tasas bajas.
¿Qué tan verosímil es lo que le digo? Solo piense en las grandes tendencias económicas actuales, la nueva regionalización de las cadenas productivas, la transición energética, los conflictos geopolíticos, la situación demográfica por el envejecimiento de la población, los enormes déficits fiscales que se crearon para paliar, primero la crisis financiera y después los efectos de la pandemia.
Todos ellos dibujan una estructura de presión sobre la inflación y presión de márgenes para las empresas en el mediano y largo plazo.
No es descabellado entonces, pensar que los vaticinios de los agentes en el mercado con respecto al ciclo de tasas pueden volver a estar equivocados en cuanto al momento en que bajarían las tasas, como lo hemos estado a lo largo de todo este año. Ese es el peligro más palpable por ahora, en este momento las apuestas en bonos a plazos largos no parecen tan atractivas.
*Rodolfo Campuzano Meza es director general de Invex Operadora de Sociedades de Inversión.
Twitter: @invexbanco