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Opinión

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El poder de las mujeres

Las elecciones federales de 2024 podrán convertirse en un punto de referencia para el movimiento feminista, al elegir a una mujer como Presidenta de la República.

Nunca en la vida democrática de nuestro país, tantas mujeres habían buscado el principal cargo del poder político. Hoy, mujeres como Xóchitl Gálvez, Beatriz Paredes y Claudia Sheinbaum están inscritas en las contiendas internas de los partidos políticos. La alternancia de género en la Presidencia es el cambio que viene.

En sólo dos décadas, a golpe de acciones afirmativas y de sentencias, el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) lograron avances significativos.

Fue hasta 2014, cuando el Congreso aprobó reformas constitucionales para obligar a los partidos políticos a garantizar la paridad de género en el registro de candidaturas.

Con la elección de Delfina Gómez como gobernadora del Estado de México, 10 de las 32 entidades federativas de nuestro país están bajo el mando de una mujer.

Además, en el Congreso hay una integración paritaria con 241 mujeres y 259 hombres en la Cámara de Diputados, y 63 mujeres y 65 hombres en el Senado.

Mientras que en la Administración Pública Federal, el 51 por ciento de las plazas en el servicio público están ocupadas por mujeres, de acuerdo con el Registro de Servidores Públicos del Gobierno Federal actualizado hasta junio de este año por la Secretaría de la Función Pública (SFP).

El paso es gigante, sin duda. Pero, sin desestimar las cifras que son motivo de triunfo y esperanza, es preciso mirar más allá de la estadística y demostrar que el papel de las mujeres en la operación legislativa, en la administración pública y en los gobiernos estatales, contribuye a la paridad de género y al progreso de la sociedad.

Tener a una mujer en la Presidencia de México -un escenario cada vez más cercano y posible-, conlleva una serie de ventajas significativas que van más allá de la simple cuestión de género.

Una mujer presidenta desarrollaría políticas más inclusivas y soluciones creativas a los problemas del país, en busca de un México más equitativo.

Una mujer presidenta invertiría recursos públicos en una educación de calidad y en programas de apoyo a las comunidades más vulnerables, en busca de un país con mayores oportunidades para todos.

Una mujer pondría en marcha programas efectivos para prevenir la violencia de género y garantizar la realización de investigaciones serias para que los feminicidios y los distintos tipos de violencia machista no queden, nunca más, en la impunidad.

Una mujer presidenta utilizaría el enfoque colaborativo y la comunicación efectiva para fortalecer las relaciones internacionales, promover el diálogo y la cooperación en temas globales, y mejorar la imagen de México a nivel global.

Una mujer presidenta sería un ejemplo poderoso para las generaciones futuras. Demostraría que las mujeres son igualmente capaces de tomar decisiones importantes y ayudaría a romper estereotipos de género arraigados.

Una mujer en la Presidencia no sólo representará un avance en términos de equidad, sino que también podría traer consigo una serie de ventajas transformadoras para el país.

Tic, tac. El tiempo corre. El poder de las mujeres… ¡está cerca!

Reportera y conductora de @ADN40 corresponsal, escritora Hannia Novell a las 5 Radio 105.3 FM columnista de PoliticoMX, EjeCentral y El Economista.

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