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El presidente ya tiró la toalla
Parecería exagerado decirlo, pero el presidente López Obrador ya tiro la toalla y está más preocupado por escribir su historia, que por gobernar el país. Nunca había pasado que un presidente adelantara el destape y se dedicara a escribir su historia a la mitad del sexenio, sabe que su 4T fracasó, por lo que lo único que le queda es tratar de explicar por qué se dio ese fracaso.
Hay en el país un vacío de poder y en las conferencias de todas las mañanas, el presidente sólo sigue viendo hacia atrás y culpando al pasado de su falta de resultados, en lugar de buscar el dialogo y los acuerdos para sacar al país adelante.
Es cierto que la pandemia dio al traste con su sexenio, pero el mal manejo de la crisis económica y la falta de apoyo al sector productivo hará que este sexenio sea peor que los 35 años del neoliberalismo.
Tiene razón en tratar de ignorar la realidad, en materia económica, creación de empleos y reducción de la pobreza, el sexenio está perdido; suponiendo que la economía crezca 3% en los próximos tres años, el crecimiento promedio durante el sexenio será menor a 1%, la creación de empleos no será superior al millón y habrá 10 millones más de pobres.
En el caso de la violencia sucede algo similar, no ha podido en estos tres años con su política de “abrazos, no balazos”, con sus programas sociales y la creación de la Guardia Nacional, combatir la delincuencia y actualmente enfrentamos niveles de violencia que no se veían hace tiempo. Los cárteles se han fortalecido y haga lo que haga en los próximos tres años, no podrá debilitarlos, sobre todo si sigue convencido que no hay que combatirlos, sino convencerlos de que se porten bien.
Ha dicho que para concluir la 4T le quedan sólo tres reformas constitucionales, la eléctrica, electoral y la adscripción al Ejército de la Guardia Nacional, sabe que ninguna de estas reformas va a pasar en el Congreso, pero para él, lo importante no es que se aprueben, sino que quede constancia de que trato.
En los tres años que quedan del sexenio va a asegurar que se terminen sus proyectos estratégicos, el aeropuerto, la refinería, el tren maya y del Istmo y a consolidar y ampliar sus programas sociales, para que la gente pobre se acuerde de él, sin importarle la crisis que va a provocar en las finanzas públicas.
López Obrador nunca va a reconocer sus errores y va a seguir hasta el final de su sexenio con el mismo discurso y con las mismas estrategias. Nunca va a aceptar que no bastan los programas sociales para reactivar la economía y reducir la pobreza y que la política de “abrazos y no balazos”, no da resultados para combatir la delincuencia organizada.
Por eso ya tiró la toalla y está dedicado a escribir sus memorias, porque no puede aceptar que ha estado equivocado toda su vida, sobre lo que había que hacer si llegaba a la Presidencia.