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Opinión

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El programa económico de López Obrador

AMLO sí tiene un programa económico. Sin embargo, se niega a revelarlo por el remolino de preocupaciones que seguramente desencadenaría.

Tal vez por razones de estrategia electoral, el candidato del partido Morena se ha negado a informar sobre la propuesta de política económica que tiene en cartera. Es cierto que en un debate es tan importante lo que se dice como lo que “se omite, se evade o se calla”. ¿Pero por cuáles razones López Obrador ha evadido sistemáticamente hablar de su programa económico? Sólo puede haber dos: o porque no lo tiene o porque no quiere explicarlo, toda vez que despertaría preocupaciones adicionales entre muchos grupos de la población.

Me inclino por esta segunda opción. AMLO sí tiene un proyecto económico. Sin embargo, no desea hablar abiertamente de él en razón del remolino de preocupaciones que seguramente desencadenaría. El principal detonante se produciría en razón de que quedaría en evidencia la cercanía o la consanguinidad de ese programa con la política económica que se siguió durante los sexenios de pesadilla que encabezaron en su momento Echeverría y López Portillo. Y algo aún más grave y actual: de darse la revelación de ese programa, quedaría al descubierto su filiación con la estrategia económica que ha aplicado en Venezuela el régimen chavista y que ha desembocado en la destrucción de ese país, paradójicamente, el que cuenta con las mayores reservas de petróleo en el mundo.

Toda vez que AMLO ha decidido no dar a conocer su programa económico, no nos queda más que hacer deducciones a partir de indicios indirectos o de promesas que ha lanzado sobre la marcha el candidato de Morena. Al respecto, AMLO ya ha ofrecido fortalecer al Estado Benefactor de muchas maneras. Por ejemplo, ofreciendo un ingreso mensual a los jóvenes, un apoyo permanente a los adultos mayores, precios de garantía a los productores agrícolas o reduciendo y congelando el precio de los combustibles.

Todas esas promesas suenan a maravilla hasta que nos ponemos a pensar en los recursos con los cuales se van a financiar tan generosas y bien intencionadas dádivas. En particular, la reducción y el congelamiento del precio de los combustibles metería a las finanzas públicas en un aprieto muy serio del cual sólo se podría salir mediante un mucho mayor endeudamiento. Exactamente igual a como sucedió con Echeverría y López Portillo. Y otro paralelismo más actual y totalmente impensado: con la crisis fiscal que Trump va a provocar en EU como resultado de su reducción de impuestos.

Columnista

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