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Opinión

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El trágico legado de Phil Spector

Productor musical estadounidense Phil Spector. Foto: Reuters

Productor musical estadounidense Phil Spector. Foto: ReutersFoto: Reuters

Phil Spector tuvo un final trágico. El productor estadounidense pasó sus últimos años en una celda en prisión acusado de asesinato de una actriz y murió por complicaciones de Covid-19 en un hospital el 16 de enero pasado. La sombra de su genialidad musical había quedado desde hacía muchos años opacada por su personalidad volátil que violentó a quienes formaron parte de sus relaciones personales y profesionales. Sin Spector no se podría entender la figura del productor musical como un autor, un creador de universos dentro del estudio de grabación y como el artífice de la pared de sonido. En pocas palabras, Phil Spector cambió el rostro de la música pop para siempre.

Fue el escritor Tom Wolfe quien lo definió como “el primer magnate de la juventud” por producir aquellas canciones pop que en 3 minutos y medio transmitían el mismo dramatismo y la majestuosidad que la música clásica, eran pequeñas sinfonías para adolescentes con un “acercamiento wagneriano al rock 'n' roll”. En su pared de sonido —la técnica que desarrolló agregando muchas capas sonoras con ayuda del estudio de grabación— nunca tuvo miedo de incorporar elementos orquestales en sus arreglos que se mezclaban con la instrumentación que proveía The Wrecking Crew, los músicos de sesión que acompañaban a esta fábrica de éxitos.

“Cuando ves una película de [Stanley] Kubrick, ¿cuántas veces recuerdas inmediatamente al elenco?”, le dijo a la revista Melody Maker, “¿Una o dos? Lo mismo ocurre con [Federico] Fellini, y eso era lo que quería hacer cuando dirigía una grabación. Los cantantes son instrumentos. Son herramientas con las que se puede trabajar”. Spector hizo y deshizo a sus artistas a su antojo. A Darlene Love le robó dinero y créditos en algunas de sus canciones. Ronnie Spector, vocalista de The Ronettes con quien tuvo un matrimonio tormentoso, lo recordó como “un productor brillante, pero un terrible marido”.

En la mente de Phil Spector lo único que realmente funcionaba era su capacidad para crear éxitos. Durante la década de los sesenta se consagró por producir obras maestras como: “Spanish Harlem” de Ben E. King; “Da Doo Ron Ron” y “Then He Kissed Me” de The Crystals; “Be My Baby”, “Baby I Love You” de The Ronettes, “Unchained Melody” y “You’ve Lost that Lovin’ Feelin’” de The Righteous Brothers o “River Deep, Mountain High” de Ike & Tina Turner.

Después tuvo la titánica tarea de acomodar las piezas sueltas que dejaron The Beatles en sus últimas sesiones para ensamblar “Let It Be”, el decimosegundo y último álbum de estudio lanzado en 1970. Posteriormente Spector fue el responsable de producir “All Things Must Pass” de George Harrison y el “Plastic Ono Band”, “Imagine”, de John Lennon, sus primeros esfuerzos solistas tras la disolución del cuarteto de Liverpool. Están también las anécdotas de cuando comenzó a disparar en el estudio de grabación mientras trabajaba con John Lennon. Y también amenazó a punta de pistola a The Ramones durante las sesiones del “End of the Century” y a Leonard Cohen durante la grabación de “Death of a Ladies Man”.

Todo productor musical de los últimos 50 años le debe algo a Phil Spector. Antes de Brian Eno, Spector fue el primer productor que comenzó a tomarse el estudio de grabación como un instrumento más con el que se podía experimentar y que, ayudado por esta nueva tecnología, podía ayudar a los músicos a materializar sus ideas musicales. 

Sin la música de Phil Spector no podemos concebir a los productores estrella de este siglo como Dr. Dre o Rick Rubin. Su estilo de producción ha tratado de ser replicado por muchos artistas, pero nunca superado por el creador. 

A Phil Spector se le perdonaron muchas atrocidades en el nombre de su genialidad como artista. Sus sinfonías pop que nos han acompañado por todos estos años siguen musicalizando los recuerdos de varias generaciones de adolescentes —que lo siguen siendo mentalmente a pesar de que ya no lo sean físicamente— y seguiremos buscando esas armonías perfectas dentro de aquella elusiva pared de sonido.

antonio.becerril@eleconomista.mx

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Coordinador de Operaciones Online. Periodista. Desde el 2019 escribe la columna semanal sobre música “Mixtape” en El Economista. Ha sido reportero de tecnología y negocios, startups, cultura pop, y coeditor del suplemento de The Washington Post y RIPE.

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