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Franz Kafka en el centenario de su fallecimiento: su influencia en el boom latinoamericano
El testamento de Kafka y la salvación de su obra escrita por Max Brod
Frank Kafka nació el 3 de julio de 1883 en la ciudad de Praga y falleció el 3 de junio de 1924 en la ciudad de Austria frisaba la edad de 41 años. El mes pasado se cumplió el centenario de su muerte. La obra más relevante de este autor checo fue publicada después de su fallecimiento por Max Brod, en contra de los deseos del autor. Raquel C. Pico relató la esencia del testamento que, Kafka dictó a su querido amigo en los siguientes términos: “<
Franz Kafka como William Shakespeare, fue indiferente a la fama, a la gloria póstuma, la Kleos griega no les importó a estos dos escritores fundamentales, el poder político tampoco les interesó disputarlo, solo quisieron entenderlo como un leitmotiv para su creación artística. Shakespeare analizó genialmente las disputas por el poder político que se desplegaron durante dos siglos en el Reino Unido. En sus obras históricas, relata las luchas por la corona inglesa que se produjeron desde finales del siglo XIV hasta finales del siglo XV. Describe el <
Todo propicio para la rebelión política y los golpes de estado, después sigue la caída del poder vigente, el nuevo rey, y la nueva facción triunfante alcanzan el poder con más crímenes, violencia y perjurio, y se reinicia el ciclo (Kyklos como lo denominó el historiador Polibio en su gran estudio en cuarenta volúmenes sobre la evolución de Roma “Histories”, de los cuales sobreviven solo cinco volúmenes, y breves resúmenes, estos últimos son joyas sintéticas, que se pueden consultar). Este Kyklos de Polibio, es una especie de anticipación de la espiral histórica social evolutiva de Hegel.
Franz Kafka, en contornos precisos y, con una prosa inmejorable que, casi raya en la perfección delineó con nitidez y con gran elegancia, como la de su prosa cristalina, el <
Sobre la fama póstuma de Shakespeare y la extrañeza con que hubiera considerado dicha fama, Jorge Luis Borges escribió al respecto lo siguiente: “Conocemos a Hamlet y al Rey Lear, pero no a Shakespeare. Sospecho que su extensa gloria póstuma lo habría sorprendido, pero no le hubiera interesado. Acaso para él, como para Próspero, todo está hecho de madera de sueños […] A principios del siglo XVII escribir para el teatro era un menester literario tan subalterno como lo es ahora el de escribir para la televisión o el cinematógrafo. Cuando Ben Jonson publicó sus tragedias, comedias y mascaradas bajo el título de “Obras”, la gente se rio de él. Me atrevo a aventurar otra conjetura: Shakespeare, para escribir, precisaba el estímulo de las tablas, la urgencia del estreno y de los actores.
De ahí que, una vez vendido su teatro, el Globo, dejó caer la pluma. Las piezas, por lo demás, eran propiedad de las compañías, no de los autores o adaptadores” (“Notas de J. L. Borges sobre William Shakespeare”, El altillo, rincón de historia y arte, octubre, 2017; y Fundación Shakespeare Argentina “Borges sobre Shakespeare: Un genio sobre otro genio”. Febrero, 2012).
Otro caso de indiferencia total ante la Kleos (la fama y la gloria) además de Shakespeare y Kafka es la del escritor argentino, todo un personaje universal, Enrique Banchs autor de “La urna” (1911), un libro contemporáneo -argumenta Borges-, un libro nuevo, un libro eterno […] Banchs ha sido comparado con Virgilio -prosigue Borges- Nada más agradable para un poeta; nada también menos estimulante para su público. En la ciudad de Buenos Aires el año 1911, Enrique Banchs publica “La urna”, el mejor de sus libros, uno de los mejores de la literatura argentina; luego, misteriosamente enmudece. Hace veinticinco años que ha enmudecido […] Tal vez, como a George Mauris de Guérin, la carrera literaria le parezca irreal <
A propósito de la mención de Jorge Luis Borges del nombre de Virgilio, no podemos sustraernos a lo que expresó el distinguido escritor austriaco Hermann Broch en su novela épica de 1945 que, narra los últimos días de Virgilio, escrita quizá bajo el influjo de Thomas de Quincey (“Los últimos días de Kant”, 1862). En dicha novela, Broch relata que Virgilio estaba disgustado con el texto de la “Eneida” (libro que reescribió continuamente en prosa, luego lo convirtió en un complejo poema en verso) por juzgar no haber alcanzado la perfección homérica. Virgilio, estando enfermo de una fiebre grave, quizá tuberculosis, como la enfermedad que llevó a la tumba a Franz Kafka consideró que le iba ser imposible (Out of the Question) alcanzar la perfección de su modelo Homero. El poeta romano, estando en su lecho de muerte, ordenó a sus amigos y albaceas literarios Lucio Vario Rufo y Plotio Tuca, quemar la totalidad del manuscrito, cosa que prohibió ejecutar el emperador Augusto (Herman Broch “La muerte de Virgilio”, 1945). Por fortuna, las severas instrucciones vertidas en los testamentos de Kafka y de Virgilio, ordenando la quema y destrucción total de sus manuscritos a sus albaceas literarios, fueron desobedecidas, y, las imperiosas y fatales ordenes no su cumplieron para la mayor gloria de ellos. Como se ve, la gloria tiene infinitos caminos, como las infinitas series de tiempos divergentes, convergentes y paralelos que, abarcan todas las posibilidades humanas, tal como lo describe el jardín de los senderos que se bifurcan del filósofo Ts’ui Pên.
Con el transcurso del tumultuoso siglo XX, la fama póstuma de Kafka y su reconocimiento literario se han ido acrecentando y, para el primer cuarto del siglo XXI, la cofradía de severos críticos literarios ya emitió su veredicto, un alto dictamen que, el transcurso del tiempo no podrá desacreditar jamás, en el caso de la valoración de Franz Kafka. Dictamen, que, lo ubica en el selecto grupo de escritores de clase Bradman, para emplear la clasificación que, solía utilizar el matemático inglés G.H. Hardy (descubridor de Ramanujan) a efecto de determinar el nivel de calidad de los matemáticos. En la clase Bradman, Hardy ubicaba únicamente a tres grandes nombres de la matemática: Arquímedes, Newton y Gauss, los tres matemáticos más importantes de la historia (G.H. Hardy “A Mathematician´s Apology”, 1940). Es importante señalar, que Donald George Bradman de nacionalidad australiana fue un famoso jugador de cricket, deporte favorito de Hardy de donde tomó la referencia para su taxonomía. Los especialistas deportivos consideran a Bradman como el jugador de cricket más importante de la historia. Es considerado como el mejor bateador de todos los tiempos de ese deporte. Durante su carrera, tuvo un promedio de bateo de 99.44, récord excepcional, que lo ubica, con el distintivo de ser acreedor del mayor logro de cualquier deportista en cualquier deporte. La puntuación de Bradman casi llega a la perfección.
Era algo similar a la perfección a la que aspiraba Hardy en la matemática pura, particularmente en la teoría de números, la reina de la ciencia matemática. De ahí, la clasificación de Hardy teniendo como referente al famoso jugador de cricket. Si Kafka es de clase Bradman en el campo de la literatura mundial, su nombre se encuentra; sin duda, al lado de los grandes novelistas de todos los tiempos como: Honore de Balzac, Emil Zola, Fiodor Dostoievski, León Tolstoi, William Faulkner, Thomas Mann, Eca de Queiroz, José Saramago, Gabriel Garcia Márquez, Mario Vargas. Llosa, Lion Feuchtwanger, Ernest Hemingway, Hermann Broch, Jean Paul Sartre, Albert Camus, Julio Cortázar, y Johannes Vilhem Jensen.
Significación de Franz Kafka
Lo primero que cautiva de los textos de Franz Kafka, es su límpida prosa, su estilo elegante y claro, que propicia que durante el curso de la lectura de sus libros que, uno se olvide del tema central que, puede ser una pesadilla de tipo existencialista, o de lo absurdo que a menudo parece ser el mundo, y las personas que lo habitan. Se trata de una prosa poética que, a pesar de la claridad de su expresión serena, revela un mundo de extremada complejidad en el que se mueve el ser humano. Esto sin dejar de reconocer que las palabras que reflejan su prosa poética expresan símbolos inquietantes o metáforas punzantes por su agudeza. En síntesis, los relatos de Kafka que, tratan de situaciones ordinarias revelan crípticos trasfondos, por ejemplo, la existencia de Dios y a la vez su impasible ausencia del mundo, la incomunicación humana y el deseo profundo de esa comunicación para evitar el desamparo, y la soledad desesperante. Sin duda, los ecos etéreos de la soledad kafkiana fueron determinantes en la obra maestra del cineasta sueco Ingmar Bergman “El silencio” (1963).
A pesar de la aridez de los textos de Kafka, la poesía de su prosa embruja al lector, tanto como un relato de Oscar Wilde, como por ejemplo la “Decadencia de la mentira” (1898), o “El alma del hombre bajo el socialismo” (1890). Franz Kafka transformó, quizá inconscientemente la aridez del existencialismo de Soren Kierkegaard (“Miedo y temblor”, 1843), en un existencialismo atenuado en sus ásperas y filosas aristas, por una prosa cautivadora, convincente por su sinceridad artística, desafiante e iluminante, y, porque Franz Kafka mostró en sus relatos la infatigable búsqueda del ser humano de lo absoluto, para amainar las tempestades sinuosas y ubicuas, en lo que parece ser un mundo absurdo, en el que prevalece la alienación, la desesperación, la perplejidad, y la incapacidad para convertir una conducta racional positiva en la realización de metas y objetivos humanos trascendentes. En Franz Kafka, el todo predomina como un peso devastador, sobre lo particular, y sólo el advenimiento de la muerte alivia el dolor (y el goce) espiritual del existir. Examinemos ahora algunos de sus textos.
En la novela “El proceso” (1925), se relata que una mañana como cualquier otra, un individuo llamado Joseph K., empleado bancario es detenido por dos funcionarios que, le notifican que, por una denuncia en contra suya, le iniciarán un proceso judicial, sin especificar la razón o fundamentos de la denuncia ¿Quién lo va a procesar y juzgar? Un enigmático tribunal, que dispone de un juez anónimo implacable que lo preside, pero que, se ignora en la novela todo sobre él; el tribunal es, un ente abstracto que, sin embargo, tiene el poder de sancionar los actos y conductas concretas de los individuos (el todo dominando al individuo). En el proceso que, se desencadena, se le piden pruebas al detenido. Joseph K., diligentemente presenta las pruebas, sin embargo, pronto se le notifica de la insuficiencia de estas, sin especificar el porqué de esas insuficiencias. El tribunal le cita en distintos lugares, sin que en las audiencias se llegué a algo concreto, Joseph K., se va consumiendo en el curso de este enigmático proceso, que revela la muestra de un poder absoluto invisible (¿Del Estado? o ¿De un poder burocrático todo poderoso? La novela no lo detalla, pero el lector sagaz lo intuye).
Ante las singulares circunstancias que prevalecen, Joseph K., contrata a un abogado considerado como excepcionalmente competente, quien, empapado del asunto, le explica de manera muy general, las intrincadas dificultades de su caso, y la baja probabilidad de éxito ante el tribunal supremo. Joseph K., no se desanima y decide ser el mismo su abogado, estudia con obsesión su caso y, presenta pruebas cada vez más inobjetables de su inocencia, pero para el tribunal no son suficientes, hay una correlación inversa inflexible en su rigidez matemática entre el grado de la calidad de las pruebas que presenta Joseph K., y el decremento de la probabilidad de ser absuelto, por lo que las acumulaciones de pruebas resultan en última instancia en una total frustración e impotencia. De repente el tribunal dictamina y “Joseph K”, es condenado y ejecutado con celeridad, dando fin a la novela sin una mayor explicación. El lector queda anonadado pensando que, habría un recoveco sólido que, podría conducir -como en una historia de detectives con final feliz-a la declaración de inocencia de Joseph K, pero no es así.
En “El castillo” (1926) novela incompleta, Franz Kafka relata un procedimiento similar. Un agrimensor conocido como “K” quiere entrar a un castillo en el que hay funcionarios o autoridades, que se supone gobiernan en abstracto a un pueblo. En la novela de Franz, el castillo es sólo un objeto frío en su aridez abstracta, sin contenido arquitectónico preciso ¿Para qué quiere entrar el agrimensor al castillo? no se sabe, solo quiere incorporarse al sistema, y la mejor manera de hacerlo es entrando al castillo. El relato avanza, brindando muchos detalles, sobre la incomprensión del agrimensor acerca del terrible microcosmos burocrático que, hay que sortear como un laberinto que, se erige insondable, y que fatalmente le impedirá entrar al castillo, y, dado que desconoce las veleidades de ese microcosmos burocrático es incapaz de sortear todos los obstáculos para el acceso al castillo.
En el curso de la novela, Kafka va creando un contexto de suspenso, como un emocionante thriller del que no se sabe que va a pasar, y que, a diferencia de una novela policiaca, nunca se aclarará el misterio. En el final de la novela, solo se sabe del fracaso del agrimensor. Kafka crea una atmósfera peculiar con su sutil prosa, de ese fracaso del agrimensor, relatando con detalles abundantes (donde es un maestro) no solo dicho fracaso, sino la indudable existencia de un gigantesco aparato burocrático, más poderoso que los hombres que lo integran. Una interpretación metafísico-religiosa que propongo es la siguiente: “El castillo” es Dios, inaccesible al agrimensor K, que representa a la humanidad común, que busca obsesiva e incesantemente señales de su existencia para su confort y que, a pesar de no encontrarlas; sin decepción y sin desmayo los hombres y mujeres que integran a la humanidad han persistido en tal búsqueda a lo largo de todas las generaciones que han existido, y que probablemente las futuras generaciones seguirán persistiendo.
En el cuento de “La colonia penitenciaria” (1919), el personaje central es el oficial de la colonia. En el relato, Kafka reúne en el oficial todos los poderes del Estado; el Ejecutivo, el legislativo y el judicial, y muestra que esa concentración de poderes crea un sistema de dominación todo poderoso, manejado por personajes menores y mediocres que, por las vicisitudes de la vida alcanzaron un gran poder que, ejercen de manera despiadada, lo cual torna vulnerable a los individuos que habitan la colonia penitenciaria. El cuento de Kafka que, describe a la colonia y su funcionamiento, es un símil micro cósmico, de la operación de un sistema de poder político, económico y social absoluto. En virtud de que, en la colonia penitenciaria, no se especifican las leyes, las cuales quedan en total ambigüedad, la justicia como consecuencia adquiere un carácter arbitrario, sin posibilidad de apelación de sus determinaciones y fallos, sin ninguna consideración para el individuo. En este ambiente, en esta atmósfera aterradora, se corre el albur de que quienes ejecutan las sentencias, se tornan en verdugos implacables, so pena de que el invisible tribunal los devore a su vez.
Para convertirse en verdugos, experimentan una ubicua transformación personal, no saben que son una pieza del <
Muy pronto, se va transformando en un verdugo implacable, a pesar de no querer serlo (¡En que hemos convertido al partido! expresó Bujarin, sollozando en un momento dramático de la lucha política dentro del partido comunista) y, en un momento determinado por la evolución de los acontecimientos que genera la feroz lucha política por el poder en el seno del politburó soviético, se convierte en un juez fiero, brindando los argumentos verbales más severos de carácter político, para el exterminio de la oposición de izquierda, hecho que ocurrió en una sesión del politburó soviético hacía 1926, lo que abrió las puertas a la dominación de Stalin y a la derrota definitiva de la oposición.
Así, con su ubicuo proceder consigue Bujarin destruir a León Trotsky y a su facción lo que permite el triunfo de la facción estalinista. Después, Bujarin, aterrado ante el mecanismo exterminador que, el mismo coadyuvó a construir, al perder el poder, intenta reconciliarse con el caído Trotsky, diciéndole “Stalin es un nuevo Gengis Kahn que nos estrangulara a todos”. En el cuento de Kafka, sin duda, puede apuntarse mediante inferencia, que, Stalin es el oficial de la colonia penitenciaria que, involuntariamente creó el régimen soviético, por la centralización de su poder político. En los procesos de Moscú de los años 1930´s Stalin, un oficial mediocre se ha convertido en el juez supremo del tribunal invisible, que exterminará a sus opositores.
Entretanto, Bujarin, para congraciarse con él y rehabilitarse políticamente, solicita la pena de muerte de sus en otro tiempo camaradas de partido, Lev Kamenev y Grigori Zinoviev en el primer proceso de Moscú celebrado en 1936. Bujarin aliado temeroso de Stalin, aprueba el segundo proceso de Moscú de enero de 1937 que, procesa y termina en el fusilamiento de su amigo Yuri Piatakov, y de Grigori Sokolnikov y por extensión de toda su facción. Una vez derrotada en definitiva la oposición de derecha, representada por Bujarin, lo que sigue es su condena y acto seguido la condena recae en un bloque de la facción derechista acusada de unirse a una facción trotskista, que incluyó entre otros a Bujarin a Alekséi Rykov, a Christian Rakovski y a Nikolái Krestinski en lo que constituyó el tercer proceso de Moscú celebrado en 1938. En este juicio, Bujarin por momentos se defiende con cierta grandeza política, gracias a su proverbial y legendaria capacidad oratoria, finalmente no resiste la tortura física y psicológica, se dobla, se arrodilla ante Stalin, el otrora favorito del partido.
En tanto, el verdugo de los primeros dos procesos de Moscú, Guénrij Yagoda, después de ejecutar a Kamenev y a Zinoviev y a toda su facción, y a Piatakov y a Sokolnikov, cae en desgracia y es sustituido por un oficial de la colonia penitenciaria soviética más duro en su criminalidad fáctica, Nikolai Yezhov, en cuyo encargo la represión hacia los opositores a la línea del partido comunista soviético y la opresión hacia el pueblo es máxima, alcanza a todos los niveles de la sociedad en purgas masivas y genocidas. Una vez terminada su despiadada labor, a Yezhov le toca su turno, y va al cadalso, ejecutado por el nuevo oficial Laurentiev Beria, quien liquida a sus opositores, en un contexto de simulación de apertura y deshielo del rigor de la dictadura. Y a la muerte de Stalin se cierra el ciclo con la detención de Beria, y su ejecución por el nuevo oficial de la colonia penitenciaria Nikita Jrushchov. Finalmente, la maquinaria se agotó entre 1989 y 1991, con el colapso de la URSS. En contraste a estos sucesos históricos penosos e inolvidables, en las novelas de Kafka, el <
Otras obras de Kafka tienen la misma secuencia, que sería largo analizar. En todo caso, todos los relatos de Franz Kafka fueron expresados mediante una prosa cautivadora, que es en sí poética, porque tiene musicalidad y, ya sabemos, que la música per-se, tiene belleza, es una belleza sin un porqué.
Lo que hay que entender es que en Franz Kafka existe una dualidad dialéctica entre ser y no ser. El ser (la vida) marchitado por el no ser (la muerte) y, el no ser embellecido, aunque sea fugazmente por el ser. Como dice Maurice Blanchot a propósito de Kafka “El hombre entra en la noche, pero la noche conduce al despertar y helo ahí miseria”, (“De Kafka a Kafka”, 1981). Cómo replica a Blanchot, yo me digo: “Aun en esa miseria, se puede encontrar una epifanía de plenitud espiritual y física”. A mi parecer en los relatos de Kafka, no está exenta esta última posibilidad, siendo un paradigma de ello el maravilloso cuento “La metamorfosis” (1915). Por este motivo, aplaudimos el rescate y rehabilitación de Franz Kafka como escritor de primera clase (ante la crítica devastadora del mayor teórico de la estética del mundo Gyorgy Lukács, que condenó a Kafka como literato de primer nivel) por el escritor florentino Pietro Citati (“Kafka”, 1987). A pesar de la grandeza monumental del ensayo de Citati contra los cargos de Lukács, el verdadero contrapunto del teórico de la estética de Hungría en torno a Kafka es el trabajo creativo que, representan la mayoría de los novelistas que, integran el boom latinoamericano. Esto en virtud de que la creación literaria novelística de los escritores de dicho boom tiene como epicentro central, la obra de Kafka como veremos más adelante. Ahora demos paso a la crítica de G. Lukács.
Reflexiones en torno a la crítica de Gyorgy Lukács a Franz Kafka
Paul Tillich en un trabajo perteneciente al campo de la estética escribió sobre el arte griego representante supremo del arte de la antigüedad lo siguiente: “Mientras que el mundo antiguo valoraba al individuo no como individuo sino como representante de algo universal, es decir una virtud, el renacer de la antigüedad vio en el individuo como individuo una expresión única del universo, incomparable, irreemplazable y de infinita significación.” (Paul Tillich 2018). De acuerdo con Hegel esta visión se debía en lo fundamental a que no existía en el mundo antiguo la división del trabajo del orden capitalista, que, condujo a la especialización lo que, si bien permitió el desarrollo económico, fragmentó la personalidad humana. Con la división del trabajo potenciada por la universalización de las mercancías bajo el capitalismo, la fragmentación de la personalidad humana se acentuó notablemente, se perdió la integrabilidad social, emergió entonces el hombre aislado cuyo gelstat es la permanente angustia, la soledad, y la desesperación, un proceso que ha avanzado a pasos agigantados en el siglo XXI. Ya Daniel Defoe en su obra más conocida “The Life and Strange Surprising Adventures of Robinson Crusoe” (1719), y Diderot en “El Sobrino de Rameau” (1761) habían anticipado el efecto devastador negativo sobre la personalidad humana de la división del trabajo, y de la fragmentación y escisión de esa personalidad bajo el desarrollo de la producción capitalista. Esta línea también fue seguida por Dostoievski en “Memorias del subsuelo” (1864), y por Herman Melville en el enigmático cuento “Bartleby: el escribiente” (1853). De acuerdo con Lukács, la fragmentación de la personalidad humana ha significado cambios negativos en el arte, particularmente en las últimas fases de la historia de la Novela conforme evoluciona el proceso capitalista (G. Lukács “Teoría de la Novela”, 1916). En esta escisión de la personalidad humana, los escritores de novelas se dividen a grandes rasgos -de acuerdo con Lukács- en dos facciones a saber: La facción de los escritores realistas, que crean vigorosos personajes literarios, con amplia perspectiva social, que luchan contra la fragmentación de la personalidad humana y, que crean inolvidables y variados tipos que literariamente representan a los hombres y mujeres de la sociedad en todos los niveles de la estatificación social.
A este grupo, Lukács lo denomina “escritores realistas”, y pertenecen a él: Charles Dickens, Honoré de Balzac, Gustavo Flaubert, Emil Zola, Fiodor Dostoievski, León Tolstoi, Eca de Queiroz, Antón Chéjov, y Thomas Mann uno de los escritores preferidos de G. Lukács. Para este teórico de la estética, la honda perspectiva social de los novelistas clásicos vinculados al realismo artístico dispone todavía de las reservas de la perspectiva artística griega señalada por Tillich. Otro conjunto de pensadores que Lukács denomina “vanguardistas”, han perdido esa perspectiva social y humana global, lo cual ha repercutido negativamente en su arte, presentan facetas de realismo, pero fraccionado e individualizado con poco carácter social. Lukács clasificó a Kafka entre los autores vanguardistas. Afirmó que, los vanguardistas no son novelistas realistas, su característica es la de carecer de un sentido de vida colectivo, constituyen sus novelas una especie de individualismo exacerbado que, se debate entre la evasión y la esterilidad, sin orientación ni convicciones -argumento que comparte George Simmel amigo de Lukács y gran teórico de la estética-.
El vanguardismo es un arte que se repliega en el aislamiento y en la mera individualidad, es en todo caso un pálido acercamiento a aquella perfección griega […] es mejor la ascesis de los novelistas reales, en el vanguardismo hay una renuncia a todo brillo de la vida, para que esta pueda ser salvada en otro lugar. […] es la perdida de la totalidad significativa. En síntesis, para Lukács, la novela vanguardista describe al individuo perdido en un mundo fragmentado hacia sí mismo, hacia su autoconocimiento (José Francisco Yvars, “Introducción a la teoría de la novela de György Lukács”, 2016). En este contexto, según Lukács, la novelística de Kafka se sumerge en el tedio de la vida burguesa, que relaja la vida a la medida de lo estrictamente burgués.
El debate planteado por Lukács en sus textos “Narración o descripción”, y “Franz Kafka o Thomas Mann”, que forman parte de su obra “Problemas del Realismo” (1966), se sitúa en el contexto del capitalismo decadente al que tuvieron que vivir Thomas Mann y los grandes novelistas realistas, así como los vanguardistas en el que Lukács ubica a Franz Kafka. Sin embargo, Lukács considera a Thomas Mann como escritor realista, el novelista de la narración emblemática, en cuyas obras predomina la perspectiva global humanística partiendo de una subjetividad individual que, busca trascendencia, y significación. Se trata por lo tanto de un individualismo emancipatorio de la opresión del capital, con miras universales visión que guía la creación de todos los personajes literarios de los escritores clásicos realistas. Lukács ponderó mucho la maestría de Kafka en la descripción individual de los personajes de sus novelas y cuentos, pero objetó que dichos personajes no transforman su individualidad, en una universalidad social humana, por eso las novelas y cuentos de Franz Kafka sin desconocer que, es un maestro potencial grande de la literatura, se pierde a pesar de sus magistrales descripciones que, no se convierten en narraciones emblemáticas como es el caso de Thomas Mann.
Sin embargo, contrariamente a lo que pensaba Lukács, un análisis profundo de la obra de Kafka, revela que, el autor checo pertenece al genero realista y no vanguardista y, que sus novelas y cuentos, contienen personajes universales que no cesan en su lucha individual subjetiva de buscar la trascendencia social humana. Por esta razón, Kafka no sólo es un referente del realismo clásico, sino el creador del realismo mágico que pondrían en boga, los novelistas del boom latinoamericano como veremos a continuación. Incluso en su negativa valoración de Kafka, Lukács ignoró que el autor de “El proceso”, miró con mucha simpatía los movimientos socialistas de su época por su aspiración de crear una nueva sociedad humana no alienada.
La influencia de Kafka en el boom latinoamericano
Carlos Fuentes al rememorar un viaje de París a Praga en 1968 en compañía de Julio Cortázar y Gabriel García Márquez a invitación de Milán Kundera para visitar su país, con el propósito de realizar seminarios, conferencias o simplemente intercambios de opiniones, a efecto de intentar con ello conectar la ficción de la literatura checa, con las ficciones del realismo mágico características de la novelística del boom latinoamericano, señaló con gran perspicacia lo siguiente: “A veces García Márquez deja entrever la literatura que se guarda. Es Kafka y “La metamorfosis”, la lectura que lo precipitó angustiado y anhelante en la escritura” (Carlos Fuentes “Memoria de la memoria”, en “A cincuenta años de cien años de soledad”, antología de David Medina Murillo, 2017).
Lo expresado por Carlos Fuentes sobre la influencia de Franz Kafka en Gabriel García Márquez se puede aplicar a la mayoría de los novelistas pertenecientes al boom latinoamericano. En esta sección nos concentraremos, como ejemplos de la influencia de Kafka en los escritores del boom latinoamericano, en el caso paradigmático por excelencia, el derivado de la influencia notabilísima que, ejerció en la obra de Gabriel García Márquez y, también consideraremos brevemente solo de pasada la influencia de Kafka en la obra de Julio Cortázar, por tratarse de dos escritores emblemáticos del boom. En el citado escrito de Carlos Fuentes, su autor señala específicamente la influencia que en García Márquez tuvo “La metamorfósis”. Para comprobar lo dicho por el autor de “Aura”, seguiremos a manera de reseña sintética, un libro pequeño en dimensión, pero rico en profundidad de la escritora alemana Hannelore Hahn intitulado “The influence of Franz Kafka on Three Novels by Gabriel García Márquez”, (1993). El libro de H. Hahn se concentra en destacar la influencia de “La metamorfosis” de Kafka en tres obras de Gabo: “Crónica de una muerte anunciada” (1981), “El amor en los tiempos del cólera (1985), y “El general en su laberinto” (1989).
“La metamorfosis” es un relato que en mi opinión da origen al realismo mágico. Combina la ficción no real, con las preocupaciones esenciales realistas que inquietan a la humanidad a través de sus personajes individuales. Es oportuno mencionar que el realismo mágico o fantástico creado por Kafka en el citado libro, corre casi paralelo con la obra de uno de los escritores más famosos de la historia, Howard Phillips Lovecraft, el creador del “cuento materialista del terror” cuya obra maestra “La llamada de Cthulhu” data de 1926, y las obras pertenecientes al ciclo “Los mitos de Cthulhu” fueron escritas por Lovecraft y su círculo de escritores adeptos entre 1921 y 1935. Cabe señalar, que como ocurrió con Kafka, la obra de Lovecraft sólo fue publicada después de su muerte. Y como, sucedió con Kafka, la fama póstuma de Lovecraft como literato de clase mundial ha ido creciendo en la estimación de los grandes nombres de la literatura y de la crítica literaria. José Luis García, un escritor español que no suele emitir ditirambos favorables, consideró a Lovecraft entre los diez mejores escritores de todos los tiempos. Michel de Ghelderode, afamado crítico literario belga lo ponderó como uno de los cuatro más grandes escritores de América, junto a Edgar Allan Poe, Ambrose Bierce, y Walt Whitman. Stephen Vincent Berner se unió a Jean Cocteau y a André Billy de Francia en su aprecio a Lovecraft (L. Sprague de Camp “Lovecraft. A Biography, 1975). Lovecraft toca temas que son complementarios en su ámbito literario (el cuento materialista del terror) por conectarse con los temas de Franz Kafka.
Por otra parte, Hannelore Hahn tiene razón cuando afirma que << “La metamorfosis” de Kafka es representativa de mucho de la literatura del siglo XX, en su énfasis en los temas existenciales en el que los personajes y protagonistas del relato, buscan no sólo el significado de la vida, sino su propia redención espiritual al encontrar motivos trascendentes (honor, amor, libertad individual y nacional por extensión). Franz Kafka expresa sus ideas principales en un estilo simbólico único, pleno de imágenes, metáforas, parábolas y recurrentes leitmotiv, todo lo cual influenció o moduló la expresión poética de García Márquez […] Franz Kafka presenta su visión del mundo: una solitaria existencia (pero con perspectiva global pensando en la humanidad) en la cual el hombre busca el significado de su existencia y, lucha para alcanzar lo absoluto en un mundo absurdo>> Franz utiliza para ello un número común de temas propios de la literatura universal y, que encontramos como preocupación central en los escritores clásicos de la novela, tales como: la alienación, la desesperación, la incomprensión, la introspección de la sociedad moderna y en la etapa final la redención poco antes de la muerte. Hecho, que el personaje central de “La metamorfosis”, Gregorio Samsa redescubre con lucidez y gran consciencia, y entonces ve súbitamente en la muerte su epifanía. Esta visión de transformación espiritual ante la inminencia de la muerte es acompañada en el cuento de Franz Kafka de un momento musical que, Gregorio Samsa considera sublime. La música es parte consustancial, al proceso de la redención humana. Se trata de una especie de religiosidad terrenal de Kafka por lo viviente a través de la música, comparable a la religiosidad cristiana en la que también ésta se acompaña de una música sublime como por ejemplo “Jesús es la alegría de los hombres” de Juan Sebastián Bach.
¿Cuál es el nexo entre “La metamorfosis” de Kafka y “Crónica de una muerte anunciada” de García Márquez? Aparte de los temas existenciales mencionados anteriormente y, recurrentes en ambas obras, hay un tema común, la existencia de la esperanza en medio de la soledad, y en medio de la constatación de un mundo atroz y, aparentemente carente de sentido. En ambas obras, se apunta la posibilidad de una profunda transformación espiritual de los protagonistas y con ello de su potencial redención. Gregorio Samsa personaje principal de “La metamorfosis”, y Santiago Nasar personaje clave de “Crónica de una muerte anunciada”, luego de experimentar un elevado estado de sufrimiento, por la conversión a insecto del primero y el conocimiento del segundo de que le espera inevitable la muerte por haber seducido y violado (acto no probado en la novela) a Angela Vicario (un acto inaceptable en los códigos de honor del pueblo), ambos personajes aceptan la muerte como un acto de redención, una epifanía moral. El proceso que conduce a ambos personajes a considerar la muerte como un hecho positivo de redención espiritual profunda, vincula a ambas novelas. Esta epifanía del acto de morir que, experimenta Santiago Nassar mediante una conciencia lúcida, es un momento emblemático también en la novela “Crónica de una muerte anunciada” de Gabriel García Márquez. En esta obra, los temas existenciales de Kafka de “La metamorfosis” corren paralelos a los temas existenciales del texto citado de Gabo. Se destaca el tema del honor (con todas sus trágicas consecuencias, señala Hahn) muy visiblemente en el cuento de García Márquez en la persona de Santiago Nasar, que, a pesar de ser inocente, no cesa de buscar una transformación espiritual que lo redima ante la inevitabilidad de su muerte. Es la misma búsqueda incansable de sentido a la vida de Gregorio Samsa, quien sabedor de que va a morir pronto acepta ese acto, como el tributo que hay que pagar a la vida a pesar de haber conocido en su vivencia la adversidad más atroz. “Todo lo que nace es digno de morir” parecen decir ambos protagonistas, y ese pensamiento inexpugnable es parte de su profunda transformación espiritual.
¿Cuál es el nexo entre “La metamorfosis” de Kafka y “El amor en los tiempos del cólera”? Kafka ve en el amor filial (él buscó tenazmente en su vida personal al parecer infructuosamente el amor de pareja), en el amor a la familia, la posibilidad de una redención individual, de una trascendencia espiritual profunda. El amor a la familia da un brillo inusitado que colorea a la vida, y le da pleno significado, aunque los momentos vivenciales sean efímeros. Se trata de la trascendencia amorosa de realización plena que vio Marlowe en el Fausto (1604), cuando hizo expresar al personaje de Fausto su anhelo amoroso por Helena (la de Troya) diciéndole “Helena hazme inmortal con un beso”. Si el amor a la familia tiene infinitas posibilidades de trascendencia y redención, en “La metamorfosis” de Kafka, la epifanía que, brinda el amor encarnizado de pareja, maduro y eterno, representa también una trascendencia espiritual muy grande y elevada, tema central de “El amor en los tiempos del cólera”. En el caso de Gregorio Samsa existe una realización de plenitud en el amor volcado a la familia (a pesar del padre), un amor que trasciende a su condición miserable (Gregorio convertido en insecto). Esta epifanía que otorga trascendencia humana y sentido a la vida, muestra una gran similitud con la plena realización de los personajes principales del “El amor en los tiempos del cólera” , cuyo felicidad de pareja en la época de la edad de los pesares otoñales, se torna inconmovible, síntoma de la derrota de la muerte por la vida, que con mano maestra relata García Márquez al final de la novela que vale la pena transcribir :"El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites”.
¿Cuál es el nexo entre “La metamorfosis” de Kafka y “El general en su laberinto”? Hannelore Hahn muestra en su texto la influencia de “La metamorfosis” de Franz Kafka en la novela de García Márquez “El general en su laberinto”. En la obra de Kafka, Gregorio Samsa encuentra en la libertad, ese sentimiento gratísimo de plenitud de saberse libre, pese a la inmovilidad y la adversidad que padece por su conversión a insecto. Su nueva condición física, luego de la transformación es el símbolo de un microcosmos cerrado autoritario y per se asfixiante. En este ambiente toxico y deprimente, la búsqueda infatigable de la libertad es para Gregorio Samsa una forma de plenitud, de reconciliación con la vida. La libertad perseguida por Gregorio Samsa no es un acto individual, sino la metáfora de la libertad para todos. Este es uno de los temas principales de la obra “El general en su laberinto”. En esta novela García Márquez muestra a Simón Bolívar el general de las américas, no en el momento de sus triunfos políticos y militares, pleno de vigor físico e intelectual, sino que lo describe en la adversidad. Derrotados quizá para siempre, sus sueños de unidad de América Latina, traicionado por su amigo Jose de Paula Santander, debilitado físicamente, a punto de ser exiliado de su patria, devastado por la tuberculosis (que tanto afectó a Kafka) a pesar de sus 47 años. Convertida en cenizas y polvo la revolución, y fragmentado el continente americano, con nulas posibilidades financieras por una deuda pública que, durará eternamente para desdicha del continente. En este contexto, de tanto pesar político y social, Simón Bolívar encuentra su epifanía y su redención espiritual como Gregorio Samsa en la búsqueda de la libertad, como un bien absoluto. Gregorio Samsa y Simón Bolívar constreñidos por las duras restricciones de la vida a pesar de tanta adversidad llegan ambos a la plenitud de la vida, a través de las enseñanzas de la adversidad.
La epifanía del libertador de las Américas es relatada por García Márquez en uno de los finales novelísticos más impresionantes y magistrales que pueda ofrecer la literatura de todos los tiempos, vale la pena transcribir este final majestuoso de la novela. Es oportuno mencionar antes, que la noche anterior a su fallecimiento -cuenta Gabo-, el libertador recibió la visita de Manuela Saénz la persona que más lo amó. Ella lo encontró vestido pulcramente, perfumado afeitado con destreza, tratando de purificar el cuerpo y el ánima de veinte años de guerras inútiles y desengaños de poder, con la certidumbre de que iba a morir en su cama, pobre y desnudo sin el consuelo de la gratitud pública. En este contexto, el general expresa hacia el final de su vida ¿Cómo saldré de este laberinto? La respuesta que da García Márquez con destreza literaria es la siguiente:
“El general examinó el aposento con la clarividencia de sus vísperas, y por primera vez vio la verdad: la última cama prestada, el tocador de lástima cuyo turbio espejo de paciencia no lo repetiría, el aguamanil de porcelana descarchada con el agua y la toalla y el jabón para otras manos, la prisa sin corazón del reloj octogonal desbocado hacia la cita ineluctable del 17 de diciembre a la una y siete minutos de su tarde final. Entonces cruzó los brazos contra el pecho y empezó a oír las voces radiantes de los esclavos cantando la salve de las seis en los trapiches y vio por la ventana el diamante de Venus en el cielo que se iba para siempre, las nieves eternas, la enredadera nueva cuyas campánulas amarillas que no vería florecer el sábado siguiente en la casa cerrada por el duelo, los últimos fulgores de la vida que nunca más, por los siglos de los siglos, volvería a repetirse”.
A pesar de este panorama desolador García Márquez expresa en la novela con gran convicción, aunque remota la probabilidad matemática de la unidad futura de América, que no será vana la lucha del general Simón Bolívar por la justicia social y el advenimiento de un bienestar para todas las personas del continente, en un contexto de plena libertad. Subyace en el libro de García Márquez -expresa Hahn- que, pese a un destino adverso, la vida es una fuerza positiva, un poder moral no obstante la apariencia de derrota y adversidad. Sentimiento positivo que también encontramos en “La metamorfosis” de Kafka.
Finalmente, respecto a la influencia de Kafka en la escritura de Julio Cortázar será motivo de otro ensayo, sólo haremos referencia a tres significativos estudios de esa conexión. El trabajo de Catalina Villalobos Díaz “Metamorfosis: La animalidad y el mito en La metamorfosis de Kafka y Axolot de Cortázar” (2017), la conferencia impartida por José Saramago en febrero de 2004 que versó sobre la conexión de “La metamorfosis de Kafka con el cuento de Cortázar “No se culpe a nadie”. En última instancia, tenemos el espléndido trabajo de Jorge Campo Blanco “La narrativa de Franz Kafka y Julio Cortázar” (2021).
Recuerdos personales de una memorable visita a la casa donde nació Kafka
En un viaje planeado a Europa que abarcó los días finales de agosto y principios de septiembre de 2007, yo tenía dos grandes expectativas; en primer lugar, visitar en Londres la calle Savile Row no.3, lugar donde se ubican las oficinas de Apple Corps, en cuya azotea los Beatles ofrecieron un histórico concierto en vivo el 30 de enero de 1969. En segundo lugar, visitar Praga, los lugares donde nació y habitó Franz Kafka. El viaje no careció de singularidades; en 2007 había indicios de un gran crac en EUA, posibilidad que habíamos discutido desde 2006, un grupo de amigos que incluyó al doctor Ramírez de la O. Recuerdo, que en esas discusiones se había considerado, que podría tratarse de una crisis financiera muy severa en EUA, cuyo origen era el sector hipotecario, y que podría tener consecuencias económicas mundiales sin precedentes. No estaba en el radar una crisis financiera semejante en la mente de los economistas ortodoxos. El 17 de mayo de 2007, Ben Bernanke después de la bancarrota del Non Bank “New Century Financial” que se especializaba en créditos hipotecarios subprime, afirmó con mucha convicción que, la crisis hipotecaria en curso era un problema menor, y sería resuelta rápidamente por el robusto y profundo sistema financiero de EUA. Un mes después vino la crisis de Bearn Stearns con la liquidación de dos de sus hedge funds. El 9 de agosto antes de volar a Europa, el banco francés Pariba anunció dificultades financieras con dos de sus fondos y eso desató pánico financiero, comenzó entonces el rescate de los bancos por parte del Banco Central Europeo.
El doctor Rogelio Ramírez de la O, armado de sólidos análisis nos expresó en esas fechas contrario a lo asegurado por Bernanke que, estaba seguro de que se trataba de una crisis de grandes proporciones, el había tenido éxito en pronosticar a través de su despacho de consultoría Economic Analysis for Company Planning, la crisis del sistema financiero mexicano de 1994-1995, que culminó en el rescate del sistema bancario a través principalmente del FOBAPROA; y tiempo atrás su mentor Redvers Opie había sido el único economista en México fuera del gobierno, luego de examinar los balances bancarios pronosticar la nacionalización bancaria, realizada por el gobierno de José López Portillo en 1982.
¿Porqué Redvers Opie acertó en su pronóstico de la inevitabilidad de la nacionalización bancaria de 1982 sobre bases puramente técnicas y no ideológicas? Por la razón siguiente: Redvers Opie tenía un fuerte entrenamiento en asuntos económicos; había sido uno de los cinco miembros de la delegación británica presentes en las negociaciones de Bretton Woods encabezadas por John Maynard Keynes. En la biografía de Keynes de Roy Harrod, se cita la participación de Redvers Opie en múltiples negociaciones económicas internacionales de posguerra por parte del gobierno británico. Fruto de esa intensa actividad, Redvers Opie escribió con un grupo de selecto de autores, el libro “The Search for Peace Settlements (1951), texto escrito después de la celebración de seis tratados de paz en Europa. En actividades académicas puras destaca su traducción del alemán de una de las obras más grandes de la economía de todos los tiempos “The Theory of Economic Development: An Inquiry into Profits, Capital, Credit, Interest, and the Business Cycle de Joseph Schumpeter (1911), traducción publicada por Redvers Opie en 1934, la cual fue realizada bajo la supervisión permanente del propio autor, el gran Schumpeter.
Estando en Londres en ese fatídico año, visité fugazmente Savile Row. Una mañana de septiembre, compartiendo desayuno con la familia en un hotelito de la calle Kensington, recuerdo que abrí el periódico ¿Financial Times? no lo sé, lo que si recuerdo es que en primera plana del diario se relataba la noticia de la corrida bancaria contra el emblemático banco inglés Northern Rock. Entonces me acordé de que una crisis financiera en los años 1920´s vinculada a la hiperinflación de Alemania y Austria había pulverizado el valor de la pensión de Franz Kafka que, le había otorgado la compañía de seguros donde laboró con eficiencia y diligencia. Sin dinero, con una tuberculosis avanzada el fin inmediato de la vida de Kafka era previsible, fue en ese estado en que instruyó a Max Brod la quema de todos sus papeles y de toda su obra.
En Praga visité la plaza de la ciudad vieja, admiré el Reloj Astronómico ubicado en la torre del ayuntamiento. Muy cerca de la plaza se encuentra el lugar donde nació Kafka en el número 5 de la calle U Radnic. Estando allí, me recordé que, había leído, en una revista cuyo nombre no recuerdo (la memoria es porosa para el olvido), que la célebre familia Taibo (Paco Ignacio Taibo I el patriarca, los vástagos Carlos y Benito y el más célebre Paco Ignacio Taibo II) al visitar la calle U Radnic el lugar de nacimiento de Kafka, la emoción los embargó tanto, que las lágrimas acudieron a sus ojos. Un sentimiento parecido embargo mi alma. Finalmente, visité fugazmente el célebre callejón de oro el número 22, donde se dice, que Kafka escribió su inquietante cuento “El médico rural” (1918). Estando en Praga y apreciar su hermosura, no comprendí la razón de que, a pesar de su belleza, Kafka buscó irse de la ciudad. Un amigo me expresó que Franz Kafka era un hombre temeroso, tranquilo en su apariencia y por ese miedo oculto, le había turbado mucho el aforismo de Kierkegaard, que dice “Dios siempre hace las cosas a lo grande” (Etapas en el camino de la vida, 1845). Al reflexionar sobre esto, pensé con claridad que la escritura literaria que ejercía con majestuosidad Franz Kafka era para él la única forma de aproximarse a Dios, por eso creo que le dijo a Max Brod en un momento de gran felicidad: “Yo soy la literatura”.