Buscar
Opinión

Lectura 4:00 min

La Cumbre de Líderes de APEC y otras ausencias

Del próximo 15 al 17 de noviembre se celebrará en San Francisco, California, la Reunión de Líderes del Foro de Cooperación Asia–Pacífico (APEC). Este evento fue recientemente tema medios mexicanos debido al anuncio del Presidente de la República de que no asistiría a dicho encuentro por el distanciamiento diplomático que México tiene con Perú.

Independientemente de las razones por las que el presidente de México no asista a este evento, la decisión ha vuelto a traer al debate la importancia o la utilidad de este tipo de encuentros internacionales.

Para algunos analistas, las cumbres internacionales no generan realmente ningún valor agregado para los asistentes, dado que los problemas reales que enfrentan los países no se resuelven en esos encuentros, organizados en lugares lejanos (y a veces exóticos), con una agenda muy rígida, que permite apenas unas participaciones formales y que deja poco espacio para establecer planes de trabajo de largo plazo, ya que a menudo la temática cambia según el anfitrión y las coyunturas propias de cada momento. Esta visión considera a las reuniones internacionales como algo superficial en el mejor de los casos, y como una pérdida de tiempo dinero y recursos en el peor de los escenarios.

A esta visión también abona el hecho de que, desde el punto de vista electoral, es difícil poder presentar estos encuentros como algo que beneficia al ciudadano promedio. La agenda doméstica de cada país es mucho más redituable electoralmente para los políticos; la intencionalidad de voto difícilmente cambiará simplemente porque algún Presidente o Primer Ministro asista a una reunión en París o en Londres o en Sydney.

Desde nuestra visión, esta imagen no solamente es equivocada, sino que además es peligrosa. Si bien es cierto que los beneficios de las relaciones internacionales y de los vínculos con los líderes de otros países pueden ser difíciles de conceptualizar en elementos concretos para los ciudadanos, es muy diferente argumentar que no podemos ganar nada al promover una presencia más activa del país en los foros internacionales.

Así como los miembros de una sociedad conviven bajo un grupo de reglas que establecen los parámetros de nuestro comportamiento, y así como en situaciones complejas recurrimos a nuestro círculo más confiable (familia o amigos cercanos, por ejemplo) para pedir apoyo, los países de todo el mundo hacen exactamente lo mismo. Es profundamente soberbio pensar que no podemos aprovechar estos encuentros para hacer justamente lo que hacen de manera cotidiana los vecinos de una colonia: dialogar, compartir ideas y buscar soluciones a problemas conjuntos.

Para eso sirven precisamente esas cumbres: para poder hablar de frente con los líderes de los países cercanos, para convocar esfuerzos en temas que nos interesen (¿no podríamos, por ejemplo, aprovechar alguna de estas reuniones para promover una agenda de migración con Centroamérica, por decir cualquier región/tema?) y para asegurar que los lazos comerciales y de inversión, que sustentan la mayor parte de la economía nacional, sigan fuertes y bien atendidos.

No estoy promoviendo que se asista siempre a todo: el tiempo y las energías de los líderes son activos que deben administrarse, y algunas cosas claramente pueden atenderse por miembros del gabinete. Pero el otro extremo – no ir a nada nunca – tampoco es para nada aconsejable.

Personalmente, el gran riesgo que yo percibo es que al país no se le tome en cuenta hacia el futuro. México debe de proyectar una imagen de seriedad, de compromiso internacional y de constructor de acuerdos, ya sea en APEC o en el G20 o en cualquiera otra de las muchas organizaciones a las que pertenecemos. En una frase, debemos utilizar estos encuentros para inspirar confianza en el país y en nuestros objetivos de largo plazo.

Yo no sé si la mejor política exterior es la interior, pero sí sé que santo que no es visto no es adorado.

*El autor es profesor investigador de la Universidad Panamericana; previamente, colaboró por veinte años en el gobierno federal en temas de negociaciones comerciales internacionales.

Temas relacionados

Juan Carlos Baker es académico de la Universidad Panamericana. Durante veinte años trabajó en la Secretaría de Economía, en la Subsecretaría de Negociaciones Comerciales Internacionales, de la que fue titular entre 2016 y 2018.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas

Suscríbete