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Opinión

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La felicidad de Yunes

Si yo hubiera empeñado mi palabra, ya no solo días antes de una votación histórica en el Senado, sino durante toda una campaña política. Si hubiera pedido el voto para representar a la oposición frente al oficialismo, pero a la hora de las definiciones decidiera votar a favor de ellos, me sentiría derrotado moralmente por haber incumplido una promesa tan trascendente, por haber mentido sobre las razones que motivaban mis aspiraciones políticas. Creo que quien se dedica a la política debe hacer coincidir sus argumentos públicos con los privados. No tendría cara para mirar a mis amigos, a mis vecinos, a mis hijas, a mis votantes.

Miguel Ángel Yunes Márquez, en cambio, ha de estar cortado con otra tijera moral. Pareciera que él y los de su linaje nunca han estado interesados por el bien público. Si revisamos su historial, podemos suponer que lo que les interesa es hacer negocios utilizando el poder del Estado, así que les dará igual si quien gobierna es azul o guinda: mientras la alianza pague dividendos es buena alianza. Si es cierto lo que publicó Ricardo Raphael en Milenio, ¿cómo iban a desaprovechar la posibilidad de pasarse del lado de los poderosos a cambio de impunidad? Para empezar, se ahorraron un dineral, lo que les habría costado pagar la defensa legal de un señor acusado de crímenes innombrables. Pareciera que a la luz de lo anterior, el 11 de septiembre de 2024 Yunes Márquez hizo el mejor negocio de su vida. Dudo que se sienta traidor, si los únicos intereses a los que les debe lealtad es a los familiares. Traidor hubiera sido si hubiese permitido caer al padre por un voto.

Parece que los Yunes, como muchos otros, usan los cargos de representación popular como divisa de cambio, buscan la curul para después ofertarla al mejor postor. Diría que el plan les salió de maravilla, habrán brindado con champaña.

Después de la maratónica sesión del Senado, el señor se debe haber despertado con una gran sonrisa: no solo salvó a la familia de la persecución judicial, sino que aseguró que, junto a los guindas, sus miembros seguirán en puestos de poder en Veracruz. Y la ironía máxima: los Yunes continuarán ganando elecciones con votos de la gente. Visto así, ¿por qué se va a sentir mal, por qué se va a sentir traidor? Al contrario, seguirá pensando que él si sabe cómo funciona el país, él sí sabe acumular fortunas del erario. No como otros, como tú y como yo, que aún pensamos que los principios morales han de guiar nuestras decisiones con respecto a los demás. Somos los menos, siempre hemos sido los menos y la realidad nos lo recuerda todos los días.

L.M. Oliveira es escritor. Autor de "El mismo polvo" y "El oficio de la venganza". Es Titular A en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe.

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