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Opinión

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La puerilidad idiota de Alito

Cuando una fuerza política requiere que los militantes, en sus reuniones, se vistan de cierta manera o color, sólo puede significar dos cosas: el color es el único distintivo frente a todos los demás congéneres de su sociedad y se porta como bandera, porque algo secreto los une y sólo con el color es posible saber quien está conmigo y quien no, los militantes fascistas y nazistas sabían muy bien de este asunto. O, vestirte de un color, es lo único que queda para mostrar lealtad, apego o sumisión al que se ha erigido como el macho alfa de la manada, sin que se sepa bien, que se persigue o cual es la convicción, la idea o el proyecto al que cada quien se une o defiende.

El día de ayer, dos escenas me llamaron poderosamente la atención. Una en viaducto Tlalpan y periférico, en el que un grupo de unos cuantos miles se manifestaban en contra de la posible entrega de la mayoría calificada en la cámara de diputados a Morena y sus aliados por parte del Consejo General del INE.

La otra escena, casi a la par, se daba en el histórico auditorio Plutarco Elías Calles, de la sede del PRI en Insurgentes norte. Ahí, con el 95% de la votación del Consejo político Nacional, Alejandro Moreno se erigía como presidente de ese partido político, por tercera ocasión contra los estatutos vigentes y contra la voluntad de una buena parte del priismo nacional.

Como llegamos a estas escenas simultaneas es motivo de un largo texto, que aquí no cabe, pero lo significativo es que se dan el mismo día y casi al mismo tiempo. En política, hay contexto, circunstancias, pero, sobre todo, la política es un asunto de tiempos y de formas. Un gran clásico (Reyes Heroles) decía, la forma es fondo y de muchas maneras se ha dicho que los tiempos de la política caminan por su propia vida, sobrevivencia y muerte.

En las próximas semanas se avecina una de las decisiones más importantes y trascendentes de la historia postrevolucionaria de México. A pesar de las leyes y la constitución el gobierno ha estado presionando a las autoridades electorales a que por la vía de una interpretación literal de la constitución se le otorgue a Morena y sus aliados el 75% de las diputaciones en la cámara de diputados, a pesar de haber recibido sólo el 54% de la votación y en el senado un número por encima del 70% con menos del 55% de la votación. Con ello, Morena y sus aliados podrían cambiar la constitución sin consultar a nadie más que a sus propios ombligos.

A la oposición en general PRI y el PAN, salvo por Movimiento Ciudadano, al PRI y el PAN, el asunto les ha pasado de noche o le han concedido poca atención, en manifestaciones en la opinión pública, en recursos interpuestos antes el INE o al Tribunal Electoral. Ni se les ha oído argumentación firme o convincente respecto de este lamentable asalto al poder dominante del gobierno. Menos se les ha visto inventando o tratando de mostrar su contrariedad a la posibilidad de perder diputados plurinominales y representación política en la cámara. Básicamente se han dedicado a resolver pueriles problemas internos. ¿Quién es el líder? ¿Quién debe comandar cualquiera que sea una estrategia de confrontación al gobierno? En que persona (subrayo persona) debe recaer el futuro fe la oposición y de las alternativas para vida pública y política de nuestro país. Tienen el 46% de la representación política y han renunciado a encabezarla, a enarbolarla a darle sentido y destino a la opinión del casi 50% de los mexicanos. ¿En qué quieren sostenerse? ¿En dónde están sus argumentos y sus luchas? ¿Qué hacemos los que no somos chairos o Morena y sus aliados? ¿Qué hacemos la mitad del país, si nadie nos representa? ¿No hay una reflexión seria en los partidos sobre su papel y su responsabilidad? Es una pena, tal vez estamos viendo lo que hemos construido y el fracaso de la clase política, que piensa que crítica es estar en contra de su militancia. Algo está podrido de verdad.

Mientras los dos líderes de la oposición, en vez de ir a la marcha al INE para detener la asignación inconstitucional, garantizan, señaladamente Alito, su reelección. En los últimos 100 años, nunca hubo un candidato a la presidencia que estuviera más al sur que Veracruz. Por alguna razón debió ser. Hoy, el presidente es de Tabasco y Alito de Campeche estructural y mentalmente ausentes de la modernización de México y de la democracia liberal. En su genética, convencidos de su megalomanía y de su razón, al mirarse al espejo, sólo pueden decir con puerilidad idiota: galán tu eres la única solución, aguanta. Nada más, pero nada menos, también.

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Ensayista e interesado en temas legales y de justicia. actualmente profesor de la facultad de derecho de la UNAM.

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