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Opinión

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Lazos afectivos

La semana pasada, en la Ciudad de México, durante la presentación del informe: “Regulación. El control responsable de las drogas”, el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León reconoció que durante su mandato ejerció una política equivocada en relación con este tema, ya que la represión y la criminalización dejaron un resultado devastador en muchos países. Poco relevantes resultaron sus declaraciones, si consideramos que, en nuestro país, apenas se está debatiendo la legalización de la mariguana con fines medicinales.

Sabemos que el gobierno de los Estados Unidos de América es el más preocupado por contener la producción y trasiego de estupefacientes de nuestro país a sus ciudades. Existe una coordinación excesiva entre ambas naciones y nuestros vecinos del norte influyen sobre decisiones, de esta materia, que son competencia exclusiva del gobierno mexicano. Recordemos el proceso de certificación que existió justo en aquellos años, cuando el gobierno norteamericano evaluaba el desempeño de varios países en el combate contra el narcotráfico. Por ello, no puedo imaginar al doctor Ernesto Zedillo, durante su mandato, planteando la regulación sin el consenso de Washington.

Las declaraciones del exmandatario mexicano dieron lugar a que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, celebrara su confesión, refiriendo: “Es de sabios rectificar, reconocer los errores”.

Me llamó la atención tal cordialidad, pues desde su óptica, se trata de un miembro distinguido de la llamada “mafia del poder” y autor del Fobaproa. Pero es evidente que entre ambos existe una franca simpatía. Veamos:

La próxima secretaria de Gobernación, la exministra Olga Sánchez Cordero, fue la primera mujer en ocupar la titularidad de una Notaría Pública del Distrito Federal, en el año de 1984. Época en la que era impensable obtener tal privilegio sin el beneplácito del sistema, controlado, desde luego, por el PRI. Más tarde, en 1993, cuando en este país no sucedía nada sin la autorización del presidente de la República, la doctora Sánchez Cordero fue nombrada magistrada numeraria del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

Al llegar a la presidencia de la República en 1994, el doctor Ernesto Zedillo impulsó la reforma al Poder Judicial de la Federación, gracias a la cual, en 1995, la jurista Olga Sánchez Cordero se convirtió en ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la bendición, desde luego, del primer mandatario.

Casualmente, la próxima secretaria de Gobernación simpatiza con la regulación de las drogas al igual que el expresidente de México.

Por otra parte, don Esteban Moctezuma Barragán, futuro secretario de Educación, fue uno de los hombres más poderosos durante el sexenio del doctor Zedillo. Entre 1994 y el 2000, laboró como coordinador general de campaña, posteriormente se convirtió en secretario de Gobernación, después fue senador y, finalmente, secretario de Desarrollo Social.

El año pasado, el maestro Ricardo Pascoe publicó una hipótesis que ahora se está comprobando. La presencia de zedillistas en el gabinete del presidente electo hace evidente la alianza que existe entre ambos desde 1996. En el año 2000, el ahora presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, pudo registrarse como candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal sin cumplir, presuntamente, con los requisitos legales para ello, con la condescendencia, desde luego, del entonces primer mandatario Ernesto Zedillo.

La concesión de dos de las carteras más importantes de su gabinete refleja cercanía, confianza y amistad. Pero ésta no es una mala noticia. No olvidemos que el doctor Ernesto Zedillo es el autor del blindaje económico transexenal y entre otras acciones importantes dotó de auténtica autonomía al Banco de México, por lo que, sin duda alguna, sus consejos y experiencia serán útiles al próximo mandatario.

@Ernesto_Millan

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