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Opinión

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Los astros se alinean: ¿traerán claridad o tinieblas?

Los resultados (aún no oficiales pero ya irreversibles) de las elecciones del fin de semana trajeron muchas sorpresas. De manera figurativa, lo ocurrido podría ser interpretado como una alineación de estrellas, es decir, algo que no se ve con frecuencia, menos en la política del país.

El proceso, que derivará en la nueva composición de la Cámara, la alternancia de algunos gobiernos estatales, así como en la renovación de ayuntamientos y de congresos locales, provocó que algunas áreas de la economía -pues el proceso no abarcó la totalidad del territorio nacional- se dinamizaran, aunque sólo haya sido por un corto periodo.

La maquinaria que se echó a andar generó una derrama importante. Tan sólo el INE ejercerá este año un presupuesto de 19,000 millones. A eso se suman gastos de organismos electorales en los estados, tribunales especializados y otras instancias, para infraestructura física, la debida organización de las elecciones y los servicios inherentes al proceso, entre otras necesidades, que en total implicarán erogar más de 35,000 millones de pesos, de acuerdo con cálculos conservadores.

Mucho de ese dinero sirvió para contratar gente que diseñó y levantó los inmuebles requeridos, creó redes de comunicación e instaló sistemas para comunicar los resultados, impartió capacitación a miles de ciudadanos que participaron como funcionarios el 7 de junio, sólo por ejemplificar el gasto.

Todo eso permeó en la economía durante cinco meses, pero a partir de ahora muchos tendrán que buscar nuevos negocios o empleos porque del INE ya no saldrán muchos recursos.

También impactó el gasto que salió del bolsillo de los partidos -que en términos fácticos son recursos de la propia grey electoral- y no fue poco lo que erogaron para las campañas, que no sólo es publicidad, sino que se extiende a cuestiones sorprendentemente inimaginables.

La aparición de un independiente como la estrella más joven de las pléyades de la política; los inminentes relevos en varios gobiernos estatales a raíz de la elección, y la recomposición de la Cámara de Diputados federal, la Asamblea Legislativa del DF y otros en varias entidades no provocaron, en el sector bursátil, el menor impacto, al menos en la sesión de la Bolsa mexicana o, quizá, los mercados ya lo habían descontado.

Todo esto no se compara con el impacto social y político de las elecciones del domingo. Formalmente, los ganadores se preparan para asumir cargos, cumplir sus mandatos y cumplir lo ofrecido en campaña. El horizonte político-electoral parece que dio un viraje y eso podría comenzar a verse en los próximos meses, pero los resultados se verán con claridad en el 2018, cuando veamos la consecuencia de nuestros votos.

hugo.valenzuela@eleconomista.mx

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