Lectura 4:00 min
Maternidades y alimentación
En estos tiempos, más que hablar de una maternidad como un arquetipo de lo que significa ser la mamá perfecta en diferentes culturas – en México por ejemplo, en algunos contextos todavía significa ser una madre abnegada–, hablamos de maternidades. Parecería que hoy la diversidad de lo que significa la experiencia de maternar en diferentes sociedades y contextos es tan diferente que en términos inclusivos, hoy maternar puede ofrecer una amplia variedad de matices.
Maternar, o en esencia el cuidado, crianza y desarrollo de un hijo, ofrece una infinidad de experiencias que no se puede clasificar hoy, a las madres en un solo “deber ser”. Sin embargo, el abanico de opciones sobre cómo maternar, aún parece estar reservado a aquellas personas que cuentan con los privilegios para poder ejercer la maternidad. Cada vez más, la maternidad se considera un cúmulo de experiencias que se viven de manera diferente y no el resultado de una imagen mítica de la madre.
Lo que sigue prevaleciendo, tal vez por la conjunción de lo biológico con lo social, es el papel imprescindible de la madre como figura de alimentación primaria esencial de los humanos cuando son pequeños (esto independientemente de la elección de la lactancia materna exclusiva, diferida o alimentación con fórmula).
En algunas ocasiones, cuidar o procurar el desarrollo de una persona a cargo es equivalente al hecho de alimentar, por ejemplo en inglés, el verbo to nurture, que es el cuidado del desarrollo del bebé, se traduce simplemente al español como “nutrir”. De la misma manera, “to nurse” que se traduce como amamantar, también se puede referir al hecho de prodigar cuidados a un enfermo. Así, el cuidado y el alimento en ocasiones pasan por el mismo verbo sin distinción. La figura de la madre está vinculada a la alimentación aunque no sea ella quién todo el tiempo provea la alimentación por ejemplo, a un bebé.
Por lo tanto, no es coincidencia tampoco, que el tema de la alimentación de los hijos sea uno de los principales factores de estrés para las madres desde el momento de su nacimiento: desde pequeño, si va a ser alimentado por fórmula láctea o por lactancia materna exclusiva (con la carga social que tal decisión conlleva), después por la introducción de alimentos y cuando son más grandes, por el hecho de que en México, en la mayoría de los hogares, una persona del sexo femenino es quien gestiona la alimentación de un hogar. Las expectativas sociales alrededor de todos estos hechos varían de cultura en cultura, pero es claro que el vínculo entre alimentación y maternidad se da como un hecho biológico que después es formateado por el contexto social.
Dependiendo del contexto incluso, la forma de alimentar es equiparada con la forma de maternar y con los juicios que se hacen. Sin embargo, es necesario ubicar que si bien es un hecho biológico el hecho de ser quien está a cargo de esa responsabilidad, las condiciones alrededor de la madre son las que resultan determinantes para la alimentación que los hijos tienen, por más amor y ganas de hacer las cosas de una manera en específica. El contexto, la ayuda y el apoyo de su red de cercanos y las condiciones económicas y laborales, son las que inciden en la forma en la que las madres alimentan, muchas veces no por decisión propia, sino empujadas por las necesidades inmediatas de su medio.