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Misiones de paz en Ucrania: misión imposible
Al finalizar el año 1988 el secretario general de la ONU Javier Pérez de Cuéllar viajaba a Oslo para recibir el Premio Nobel de la Paz en representación de las misiones de paz de la ONU.
El suceso ocurre en el momento en que Pérez de Cuéllar resaltaba la valiosa aportación a la paz mundial por parte de la ONU, hecho que no había sido imaginado por los fundadores del propio organismo.
En efecto, en la Carta de Naciones Unidas no había mención sobre el mantenimiento de paz, concepto que nace de la idea y voluntad de Dag Hammarskjöld durante la crisis de Suez de 1956.
Hammarsköld se desempeñaba como secretario general de la ONU, en 1961, cuando falleció durante un accidente aéreo al dirigirse al Congo Belga.
En su discurso de aceptación del Nobel, Pérez de Cuéllar subrayaba el papel que tenía la ONU al servicio de la paz, la justicia y el derecho: “La técnica que se ha dado en llamar mantenimiento de la paz hace uso de los soldados como servidores de esta, no como instrumentos de guerra. Introduce así en la esfera militar el principio de la no violencia. Proporciona una honorable alternativa al enfrentamiento, así como un medio para suavizar la tensión y la discordia de manera que pueda buscarse una solución a través de la negociación. Nunca antes en la historia se ha hecho uso de las fuerzas armadas en el ámbito internacional, no para hacer la guerra o para ejercer dominación, ni tampoco para servir a los intereses de ninguna potencia o grupo de potencias, sino, más bien, para evitar conflictos entre los pueblos (...).
En un mundo gobernado por el Estado de derecho, las operaciones de paz desempeñan un papel significativo.
En los año 70, el número de misiones de paz autorizadas había sido tres.Y no tendría ninguna más hasta 1988. En los años 90 la cifra se creció significativamente hasta 38.
Mark Mazower recuerda en el libro Gobernar el mundo, que el número de chalecos azules pasaría, entre los años 1987 y 1994, de 10,000 a 70,000.
Las labores pacificadoras en El Salvador, Mozambique y Camboya resultaron un éxito porque facilitaron la trancisión entre la guerra y la paz; protegieron a los refugiados y a los desplazados, y proyectaron las condiciones mínimas para la estabilidad de los países.
En diciembre de 1992 el Consejo de Seguridad aprobó la intervención en Somalia. Fue compleja y tuvo fuertes polémicas entre la ONU y Estados Unidos. No menos compleja fue la misión en Yugoslavia. En el verano de 1995, cerca de 15,000 musulmanes bosníacos eran fusilados por paramilitares serbiobosnios en Srebrenica.
Lo que ocurre en Ucrania no podría detonar el ingreso de los cascos azules porque la intención quedaría bloqueada por Rusia en el Consejo de Seguridad.
Urgen corredores humanitarios.