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Opinión

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¿Otra Guerra?

Utilizar una disputa territorial para distraer la atención pública es una vieja treta de dictaduras en crisis. Hace algunos días se celebró un referéndum en Venezuela donde se preguntó a los ciudadanos sobre la idea de “recuperar” la región del Esequibo, un territorio de unos 160 mil kilómetros cuadrados bajo soberanía guyanesa pero reivindicada como propia por Caracas.

Todo el proceso fue groseramente manipulado por el régimen de Maduro, pero incluso atendiendo las cifras oficiales la participación fue exigua (10.5 millones de votos de un padrón de 20.7 millones de votantes), muy por debajo del nivel esperado. Ahora el mundo se pregunta si habrá guerra en Sudamérica, una más, para añadirla a los graves conflictos en Ucrania y Gaza. Pero para la mayoría de los analistas una invasión no es realista. Casi nadie apoya esta reclamación territorial y no solo se trata de Occidente. Incluso muchos tradicionales aliados de Venezuela reprueban el “ruido de sables” de Maduro.

 

Brasil envió tropas a su frontera norte, Cuba y los países del CARICOM exigen respeto a las jurisdicciones internacionales y China (principal acreedor del régimen chavista) es el mayor inversor en Guyana y la mayor parte de esos recursos han ido a parar a obras y concesiones en la zona en reclamación. Sólo Rusia mantiene silencio, aunque su sistema de propaganda trabaja abiertamente en apoyo a Maduro.

Iniciar un conflicto dejaría a Venezuela aún más aislada internacionalmente. Estados Unidos le volviera a imponer sanciones justo cuando parecía estar recuperándose económicamente e incluso acarraría nuevos y amplios castigos por parte de una coalición internacional mucho más allá de Washington. Además, el ejército de Maduro, lastrado por años de corrupción y desatinos, no está listo para iniciar una invasión a Guyana.

 

Por todo esto se interpreta esta trepidante balandronada del dictador venezolano solo como una forma de distraer la atención al estimular el espíritu nacionalista. En 2024 se celebran elecciones y la líder opositora, María Corina Machado, es una candidata fuerte y con respaldo popular. A los herederos de Chávez les urge hacer del Esequibo el tema dominante del debate público y por eso muy probablemente veamos en los próximos meses acrobacias como el traslado de tropas venezolanas a la frontera con Guyana, la realización de ejercicios militares o el anuncio de la compra de armamento a Rusia.

Maduro podría, eventualmente, usar la amenaza bélica para pretextar falta de condiciones y cancelar, de plano, la celebración de los comicios, aunque si algo demostró el pasado referéndum es la vigencia de un patrón de manipulación de cifras y ausencia de observadores independientes en un país donde la autoridad electoral es manejada a placer por el gobierno.

 

También una campaña nacionalista permitiría al chavismo replegarse a una posición aún más intransigente y facilitar la persecución a la oposición con la excusa amplificada de la “urgencia patriótica” y los enemigos externos. De eso se trata la crisis del Esequibo.

Pocos imaginan a Maduro tan torpe como para iniciar una guerra ruinosa y condenada al fracaso porque ello implicaría el fin del chavismo. Pero los dictadores están perpetuamente tentados por la irracionalidad. La invasión de las Malvinas por el último régimen militar argentino es un ejemplo típico. La invasión rusa a Ucrania es otro.

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