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Opinión

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¿Por qué no enviar a Jesusa a Washington?

Jesusa Rodríguez es el epítome de la antidiplomacia. Sus rasgos histriónicos son provocadores y siempre buscan la risa súbita.

Sus guiones reduccionistas le llevan a evocar el show de Cristina, Madona y Hitler en un sólo monólogo. Así lo hizo en “La Conquista según la Malinche”. El guion describe que usó una fotografía de Hitler en algún momento de la interpretación: “a mí de chiquita me dijeron que era autista, y yo entendí “artista”. (Se ríe.) Por eso estás como estás. Por eso estoy como estoy. (Otra foto.) Hitler”.

El uso semiótico del nazismo en ambiente de vodevil generalmente desemboca en un mar de risas.

En alguna ocasión proyectó sus ideas atávicas en contra de los españoles al decir que comer tacos de carnitas de cerdo equivalía a celebrar la caída de Tenochtitlán (El País, 28 de marzo de 2019).

Sus críticas al neoliberalismo y a Carlos Salinas de Gortari son suficientes credenciales para enviarla como embajadora.

Jesusa Rodríguez ha sido una de las intérpretes del pensamiento del presidente López Obrador en ambientes de vodevil. Su designación como embajadora es un premio para ella, pero al mismo tiempo, una mala broma para el Gobierno del presidente panameño Laurentino Cortizo.

Cortizo ha reiterado que su gobierno es feminista y la canciller Érika Mouynes envió una carta al gobierno de AMLO para explicar los motivos sobre la decisión de Panamá de no dar el beneplácito a Pedro Salmerón por acusaciones de acoso sexual.

El presidente AMLO envía el mensaje a Panamá de que la persona designada es afín al grupo LGBT, y ahora sí, no tendrá problema en recibir el beneplácito.

Error. El Gobierno de Panamá se dará cuenta que el presidente mexicano envía a una actriz que se encuentra en las antípodas del mundo diplomático.

En el imaginario del batallón anti neoliberal, la diplomacia es representada por una postal en la que un grupo de embajadores con finos trajes y corbatas, educados en Harvard o el ITAM, levantan copas de champagne para brindar por la buena vida.

Jesusa Rodríguez tendrá tiempo para lanzar soflamas en contra de los conquistadores y los gringos que coaccionan a políticos de altura como lo son Nicolás Maduro o Daniel Ortega.

Es lo que sabe hacer Jesusa Rodríguez, caricaturizar el mundo.

La diplomacia está siendo despreciada por el presidente mexicano. Para ser diplomático hay que estudiar. No es requisito que todo buen embajador deba pasar por el Servicio Exterior Mexicano, pero la probabilidad de que tenga éxito uno de sus miembros es mucho mayor que un improvisado.

¿Qué pasaría si el presidente manda a Jesusa Rodríguez a Washington? ¿Por qué a Panamá? ¿Es un acto para demostrar que México es más “importante” que Panamá?

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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