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Previsiones complacientes
Es la época del año en que las corredurías en el sector financiero y las casas de análisis publican sus previsiones sobre lo que pasará en la economía y los mercados para el 2020.
El ejercicio que propongo en esta columna es tratar de enfocar hacia donde apunta el consenso general. En esta ocasión lo haré con referencia a las expectativas sobre el desempeño de la economía global y los mercados financieros en el exterior. En un artículo posterior trataremos de reducir el ejercicio a las directrices hacia donde se centran las estimaciones con respecto a México y sus variables.
Empecemos por contextualizar. Estamos por cerrar el 2019 con menos incertidumbre en los mercados, producto de la relajación en temas de corte político (La proximidad del acuerdo de fase 1 entre Estados Unidos y China, más la reducción de la posibilidad de un Brexit violento). Asimismo, la percepción de los inversionistas ha sido fuertemente influida por la vuelta a políticas monetarias expansivas.
En otras palabras, en la actualidad, los agentes consideran que es posible que lo peor de la baja de crecimiento haya pasado y que un momento de recuperación se puede presentar debido a la reducción de tarifas arancelarias, la menor probabilidad de un choque al presentarse el Brexit y el efecto posterior de las disminuciones de tasas de interés y las posturas acomodaticias que volvieron a adoptar los distintos bancos centrales.
De este modo, a pesar de que las cifras de crecimiento son aún bajas, los retornos en los mercados financieros (contrario a lo que augurábamos en este mismo espacio) han sido, y siguen siendo, elevados en el segundo semestre del año para casi todos los tipos de activos.
A mi modo de ver, el supuesto principal que domina la visión de los analistas e inversionistas para el 2020 es complaciente; implica que, mientras no regresen focos de tensión relevantes como un rompimiento en las pláticas EU vs China o una expectativa de un Brexit violento, por ejemplo, entonces hay espacio para que los precios de los activos financieros respondan de manera positiva a un posible punto de inflexión en el crecimiento, que sería ocasionado por la coincidencia de un nuevo estímulo monetario de gran escala, que por cierto, es probable que permanezca vivo todo el año.
La idea básica (le recuerdo que estoy tratando de sintetizar un consenso en donde los detalles pueden ser diversos) es que una vez que inicie un movimiento de recuperación en las economías, los activos pueden tener una justificación para continuar brindando retornos interesantes en la medida en que el escenario de crecimiento se vuelve de nuevo positivo y la respuesta de los bancos centrales sea moderada.
Este último punto es relevante. Se piensa que, ante un piso visible en el deterioro del crecimiento, o bien ante un repunte, la reacción de los bancos centrales no será rápida hacia una postura restrictiva con elevación secuencial de las tasas o una revaluación innecesaria del dólar como sucedió durante el 2018; algo que impactó de lleno a los precios de las acciones en la Bolsa y que generó la corrección importante que vimos hace un año.
Como le digo, intuitivamente se percibe mucha complacencia en estas previsiones. El mundo está repleto de factores delicados que pueden convertirse en detractores del buen comportamiento de los mercados. En el futuro inmediato, hay que ver como se procesan las elecciones en el Reino Unido, cómo evoluciona la problemática política en Hong Kong y si esto puede ocasionar fricciones en las pláticas comerciales entre Estados Unidos y China. También, por supuesto hay que ver el paso que tiene el proceso del juicio de destitución al presidente Trump y si las tensiones sociales en Latinoamérica no crecen. Las mismas tensiones hay en el medio oriente, etc.
En el mediano plazo, existe la posibilidad de cambios relevantes, hay elecciones en Estados Unidos y Alemania, lo que hayan hecho los mercados puede tener un viraje brusco si los resultados no son los que se esperan.
Este tipo de ejercicios de previsión son necesarios, pero el espacio de tiempo y la cantidad de factores sobre los que hay mucha incertidumbre los vuelven muy vulnerables. Si la estimación tiene como propósito final generar una estrategia de inversión, aún en un escenario complaciente, cuesta trabajo evitar la cautela. Los rendimientos han sido elevados en el 2019 y su extrapolación hacia el 2020 debe ser considerada como una sorpresa con pocas probabilidades de suceder.
*Rodolfo Campuzano Meza es director de Estrategia y Gestión de Portafolios de Invex. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al Twitter: @invexbanco.