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Opinión

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Próximos kilómetros, camino sinuoso

Durante décadas, una manera de dimensionar el desempeño de índices de la economía era aislar la producción derivada del sector petrolero del resto de la industria.

El inesperado y casi repentino decaimiento de esa actividad económica derivado de la baja de los precios internacionales , junto con el crecimiento sostenido de la industria automotriz, modificó esa ecuación.

Ahora, para dimensionar el crecimiento del sector industrial con un modelo similar, los expertos aíslan la riqueza generada por la industria automotriz y el resto lo mantienen en el conjunto.

De ese tamaño ha sido el crecimiento de la industria de automotores en el país. En la última década las cifras de desempeño son de vértigo, y actualmente ésta aporta 3.1% del Producto Interno Bruto y 18% del PIB manufacturero.

Sin lugar a dudas es, hoy por hoy, la joya de la corona y los pronósticos son halagüeños, tras una serie de factores de la economía global que se alinearon para detonar el atractivo de México para las inversiones de las armadoras. Actualmente, uno de cada tres dólares captados por exportaciones manufactureras es generado por esa actividad industrial.

Cerca del principal mercado, condiciones más que aceptables para la instalación de las líneas de producción, relativas facilidades en términos de contenido nacional para el suministro de la cadena productiva y una oferta laboral aceptable aunque no óptima sobre todo en la relación costo-beneficio, han permitido ir más allá de la maquila y ensamblado de vehículos con motor. El gobierno, en su papel, ha adoptado una política que permita sacar provecho de que México está en la cresta de la ola automotriz desarrollando clústeres de fabricantes y proveedores, capacitando personal el sector ocupa a más de 650,000 personas de manera directa y dinamizando el mercado interno.

Todo pinta sobre ruedas desde hace tiempo; pero particularmente en lo que va del año, la industria corre por el carril de alta velocidad.

Sin embargo, en julio apareció el primer bache en la autopista: las exportaciones, principal motor del sector en autos y vehículos ligeros, tuvieron una caída de 2.3% la primera para ese mes en los últimos tres años y la producción también se contrajo 2.1 por ciento. A ver qué tal las cifras de agosto.

Si aceptamos la premisa de que los ciclos rigen las actividades económicas, no se deben desdeñar las señales que el mercado va dejando en el camino para corregir las adolescencias del sector en México, consolidar y prolongar lo más posible la industria automotriz en México, que ya tuvo épocas doradas.

hugo.valenzuela@eleconomista.mx

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