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Recetas de cocina en dos minutos
El uso de audiovisuales para enseñar y entretener a un público ávido de recetas de cocina tiene su origen con el nacimiento de la televisión. Hoy en día, gracias a las redes sociales, las recetas de cocina que realmente tomarían hasta tres horas son sintetizadas a 1 minuto y es muy raro que cualquier usuario de redes sociales esté exento de haberse expuesto a uno de estos videos. ¿Realmente las personas cocinarán a partir de estos videos como forma de instrucción, o será que ver cocinar es una forma de entretenimiento un tanto voyerista, sin tener la mínima intención de preparar lo que ahí se muestra? ¿Cómo es que los videos a pesar de tener una duración tan corta han logrado construir un metalenguaje a partir de otros elementos que los distinguen?
Desde Julia Child hasta Chepina Peralta, las figuras televisivas más icónicas del siglo pasado, incluían, hasta cierto momento, a señoras que representaban el arquetipo de la señora experimentada que compartía a los espectadores sus recetas de cocina, con tips sobre la técnica y trucos para lograr platillos que en cierta época conferían un logro más allá del platillo: desde hacer rendir el presupuesto familiar, hasta lograr reproducir en casa platillos de otras latitudes (como en el caso de Child con los espectadores estadounidenses y la cocina francesa). Pareciera que los shows televisivos de cocina dieron paso a otro género que no necesariamente busca la didáctica de la cocina, pero sí la usa como un elemento alrededor del que se genera entretenimiento, como lo son los reality shows.
Esta ambición didáctica pasó de la televisión a las redes sociales, donde creadores de contenido cada vez más especializados, se dedican a preparar recetas de cocina que con asombrosa capacidad de síntesis, edición y narración, es resumida en un minuto o dos de contenido en un video. Los videos cortos de cocina acaparan las miradas en todo el mundo. Se ha vuelto un gran género en el que, bajo el paraguas de la cocina, existen todo tipo de contenidos: los que se especializan en un tipo de cocina, en un tipo de instrumento (como el asador), hasta los que incluyen elementos que los hacen más distinguibles. De esta manera, dentro de los mismos videos se crean metalenguajes que, en sí mismos, a veces atraen a más espectadores, no por la receta sino por lo que se crea alrededor de ella. De esta manera, se aprovecha, por ejemplo, las ideas preconcebidas sobre lo que es una cultura para explotar los elementos de lo exótico que podría tener una receta extranjera. En otros casos, es la manera peculiar de narrar la receta lo que atrae a los espectadores a escucharla. A veces, es el personaje que las hace quien atrae las miradas, en función de la identidad que se crea en redes, como una persona con modos de vida diferentes. Así, por ejemplo, hay creadores en medios rurales o pertenecientes a grupos religiosos específicos que comparten sus recetas y al mismo tiempo ofrecen un vistazo a sus ideologías o modos de vida.
Alrededor de todos estos elementos, probablemente pocas personas reproduzcan exactamente las recetas que miran o incluso, la receta representa lo de menos. El lenguaje de la comida es lo que atrae para permitirnos acercarnos a otras maneras de comer, pero también de ser, de hablar, de pensar, de crear o incluso de creer.