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Reserva Federal, Banxico y su lucha por el anclaje de expectativas
El Banco de México no se encuentra exento de la desafiante coyuntura no solo inflacionaria, sino de la desaceleración económica y de tensiones geopolíticas
La jornada del pasado miércoles 25 de mayo, la Reserva Federal de Estados Unidos dio a conocer las minutas de la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) que se llevó a cabo entre el 3 y 4 de mayo.
En dicha reunión se tomó la decisión de aumentar en +50 puntos base (pb) la tasa de fondos federales para ubicarla dentro de un rango de 0.75 y 1 por ciento. Además, se anunció que, a partir del próximo 1 de junio comenzará la reducción del balance de la FOMC a través de la disminución de su tenencia de valores del Tesoro, deuda de agencia y activos respaldados por hipotecas.
La decisión monetaria de la Fed no fue sorpresa, no obstante, las minutas dejan ver que el tono de la Reserva Federal se mantiene enfocado en la evolución de la inflación, ya que los datos de empleo continúan fortaleciéndose y se encuentran ligeramente por encima de sus niveles previos a la pandemia; mientras que los datos de inflación se mantienen sustancialmente por encima de su objetivo de largo plazo del 2 por ciento.
En ese sentido, se mencionó que alzas adicionales y continuas en la tasa de fondos federales estarían justificadas para lograr los objetivos de máximo empleo y estabilidad de precios. Por ello, la mayoría de los participantes consideraron que incrementos de +50 pb en el rango objetivo serían apropiados en las próximas dos decisiones de política monetaria.
Además de ello, llama la atención que algunos participantes enfatizaron su preocupación por una inflación persistentemente elevada, la cual podría aumentar el riesgo de que las expectativas de inflación a largo plazo se desanclen; argumento que no se había registrado en ninguna otra minuta desde el inicio de la pandemia.
Al extrapolar el escenario al panorama doméstico, destaca que el Banco de México no se encuentra exento de la desafiante coyuntura no solo inflacionaria, sino de desaceleración económica y de tensiones geopolíticas. En ese sentido y en su carácter de encargado de mantener una inflación baja y estable, al igual que la Fed, reveló puntos cruciales en las minutas con motivo de la decisión de política monetaria celebrada el 12 de mayo de 2022.
Naturalmente, se señalaron los fuertes incrementos en el índice de la inflación, ya que, durante abril de 2022 el índice general y el subyacente registraron variaciones anuales de 7.68 y 7.22%, respectivamente; variaciones no vistas en décadas.
Lo anterior ha sido reflejo de los múltiples choques de oferta que continúan afectado a la inflación como consecuencia de la emergencia sanitaria, además de la adición de nuevas presiones derivadas del conflicto geopolítico.
Asimismo, se mencionó que las expectativas de inflación para 2022 y 2023 se incrementaron de manera importante. Aunado a lo anterior, y más importante aún, se señaló que las expectativas de largo plazo se revisaron marginalmente al alza, a un nivel de 3.55%, valor nunca alcanzado desde que comenzó su medición.
Lo anterior motivó a la Junta de Gobierno a expresar unas líneas que dejan ver un tono claramente restrictivo: “ante un panorama más complejo para la inflación y sus expectativas, se considerará actuar con mayor contundencia para lograr el objetivo de inflación”.
Al igual que su par monetario en Estados Unidos, es evidente el cambio de tono, el cual refleja una preocupación claramente superior por los niveles inflacionarios y, también, por mantener la credibilidad y autonomía a través de acciones que demuestren mayor contundencia en el control de la inflación.
Finalmente, hay que mencionar que, aunque los esfuerzos monetarios empiezan a ser más notorios, deben ser analizados a profundidad en aras de acotar, en la medida de lo posible, episodios de volatilidad. Además, hay que tener en mente que el daño a las cadenas productivas ha sido severo por lo que, naturalmente, tomará tiempo subsanarlo. Lo anterior ha provocado que la tan anhelada convergencia inflacionaria se pronostique más lejana y también a un ritmo más moderado.