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¿Revisitar el lado oscuro de la luna?
Los músicos están en constante diálogo con su arte. Ninguna canción tiene que permanecer estática y siempre pueden existir nuevas posibilidades. En un concierto se pueden explorar los límites sonoros de sus composiciones y llevarlos a nuevas direcciones o se pueden interpretar al pie de la letra, como una pieza clásica, estáticos y para siempre generar las mismas sensaciones. Y con el paso del tiempo, también, la música y la letra se van adaptando al intérprete y al receptor que están del otro lado del estéreo.
The Dark Side of the Moon Redux es un diálogo de Roger Waters y una reimaginación a la obra cumbre de Pink Floyd. A sus 79 años, Waters regresa a explorar los mismos temas con una distancia de medio siglo. El octavo álbum de Pink Floyd, publicado el 1 de marzo de 1973, es un tríptico sobre la condición humana, desde el nacimiento, la carrera de la vida, el tiempo, el dinero, la guerra, la vida moderna, la mortalidad y la locura.
Por momentos, esta versión del álbum funciona como una exploración de su creador sobre su obra cumbre desde la óptica de la madurez y la experiencia. El joven de 29 años que cantaba “And you run and you run to catch up with the sun, but it’s sinking/ You’re shorter breath and one day closer to death”, ahora entona los mismos versos con un tono más sombrío.
Los temas del disco siguen manteniendo su relevancia como un reflejo de la complexión humana y su complejidad. La persecución de ideales basados en el capitalismo (“On the Run” y “Money”), la futilidad de la guerra (“Us and Them”), la búsqueda de la identidad (“Any Colour You Like”) y la locura (“Brain Damage/Eclipse”).
Los románticos dirán que le faltan las aportaciones de David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason, con los saxofones de Dick Parry y las vocales clásicas de Clare Torry que construían en los paisajes instrumentales como “The Great Gig in The Sky” o “Any Colour You Like” el acompañamiento perfecto para explorar conciencias alteradas.
Tampoco se puede obviar que es una forma de reescribir la narrativa principal sobre la banda, tratando de borrar las contribuciones de sus excompañeros y dejando sólo esbozos del disco original. De alguna manera impone que Waters se convirtió en el líder creativo tras la salida de Syd Barrett y quien estableció las líneas musicales y temáticas que tomaría Pink Floyd durante casi dos décadas. Desde la salida de Waters en 1985, sus integrantes han estado involucrados en décadas de disputas legales y desacuerdos de todo tipo. Las controvertidas posturas políticas y recientes acusaciones contra Waters por temas de antisemitismo tampoco se pueden eludir con sus visiones más inocentes del pasado.
The Dark Side of the Moon ha vivido en las paredes de millones de adolescentes por medio siglo. Ha permanecido 981 semanas en la lista de Billboard 200 y se estima que se han vendido más de 45 millones de copias. En sus cinco décadas, el disco se ha reinterpretado en versiones reggae/dub, bluegrass, por artistas como The Flaming Lips, Phish, Dream Theater, Rick Wakeman, Dweezil Zappa y Adrian Belew.
“¿Por qué no regrabamos el Dark Side of the Moon? / Se ha vuelto loco”, se pregunta Waters al inicio de la versión Redux, mientras nos hace pensar que tal vez Roger Waters se ha vuelto loco al querer regrabar este clásico del rock. Aquel disco al que le hemos dedicado noches enteras y muchas regresiones a ese ciclo musical que inicia y termina con un latido del corazón como una vida humana.
The Dark Side of The Moon Redux es una invitación a escuchar de otra manera uno de los álbumes más conocidos del rock. Para Roger Waters es un diálogo con su propia creación de hace medio siglo en la que se sentía un sabio iluminado y nos invitaba a un estado de mayor conciencia sobre nuestra propia existencia. Quizá es sólo un pretexto para volver a regresar a la forma inicial de la música, como la escuchamos por primera vez. O es una forma de querer permanecer en ese mismo estado de nostalgia de un pasado en el cual ya no estamos.
Medio siglo después Roger Waters nos sigue invitando a dialogar con su música y a revisitar, de vez en cuando, el lado oscuro de la luna.