Lectura 4:00 min
Rusia, el Texas de los europeos
Los ojos europeos miran hacia Alemania cada vez que la Unión Europea prepara sanciones en contra de Rusia.
En América Latina, con tan sólo mencionar la palabra “sanciones”, se construye un vínculo mental hacia Cuba. Obama ha sido el único presidente de Estados Unidos que ha reconocido la ineficacia política de las mismas. O qué decir de Venezuela, país en donde permanece atornillado a la silla presidencial Nicolás Maduro con todo y sanciones, y con Juan Guaidó reconocido por más de 50 países como mandatario en lo que, al paso de los días, parece ser un mundo paralelo.
Al no poder intervenir la OTAN en el campo de batalla ucranio, la Unión Europea ha echado mano de sanciones en contra de Rusia. La detonación de armamento económico también genera daños, y sus efectos son mayúsculos si ocurre después de una pandemia.
Es evidente que la OTAN, sin disparar un solo misil, trata de cumplir su objetivo: impedir la expansión de Rusia. Por su parte, el presidente ruso trata de reorientar su geopolítica hacia China, India y Turquía sabiendo que el invierno con Occidente durará más de una década.
La entrega de armamento pesado a Ucrania ha generado debates intensos en el Bundestag porque equivale a una intervención indirecta en la guerra. Pero no sólo este tema ha generado debates entre políticos alemanes. Desde el inicio de la guerra, la operación del nuevo gasoducto Nord Stream 2, que une la costa báltica alemana con la bahía rusa de Narva a través de 1,230 kilómetros, y cuyo costo de construcción fue de 9,500 millones de euros, también estuvo en la mira de los diputados. O qué decir de la decisión que tomaron países Bálticos sobre su cierre de fronteras a turistas rusos.
Una nueva ronda de sanciones en la Unión Europea apunta o apuntaba a fijar el precio del gas ruso. En este tema Alemania ha tomado distancia porque lo traduce en una intervención del mercado que pude provocar que se disparen los precios. Alemania ve que los barcos petroleros y metaneros cambien de rumbo en el invierno para dirigirse hacia Asia, donde están dispuestos a seguir pagando precios altos.
El gobierno del canciller Scholz anunció el lunes un segundo paquete de ayudas a consumidores y empresas estimado en 200,000 millones de euros. Se sabe que para Alemania la inflación es un tumor mortal. La interanual se ha disparado al 10%. Gastarán para extirpar el tumor.
La Unión Europea ha reaccionado. El comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, ha advertido que los países con mayor margen presupuestario no deben abusar de su posición para proteger a sus ciudadanos y empresas. En el mismo sentido opinó Mario Draghi la semana pasada: “Ante las amenazas comunes no nos podemos dividir en función del margen de maniobra de nuestros presupuestos nacionales”.
Paolo Scaroni, exconsejero delegado de ENI, poderosa energética estatal italiana, escribió en el periódico Il Folglio (reproducido por el subdirector de La Vanguardia Enric Juiana el pasado domingo): “Soy pesimista. La culpa no es de Alemania, que está haciendo lo que habría hecho cualquier país poco endeudado”.
“El problema es no haber anticipado lo que podía suceder si se sancionaba a Rusia. Desde un principio se debería haber llegado a un acuerdo en el seno de la OTAN para que ningún país de la Alianza Atlántica, y me estoy refiriendo a Estados Unidos y Canadá, y sobre todo a Noruega, se enriqueciese con el esfuerzo de Europa para ayudar a Ucrania. El tope del precio del gas se debía haber fijado desde el principio. Rusia era el Texas de los europeos. Si deja de serlo nos enfrentamos a un cambio de época".
@faustopretelin