Lectura 3:00 min
Seguridad alimentaria en tiempos de desastre
Como ciudadanos responsables, demostremos que el altruismo y la ayuda va con, a pesar de y sin las propagandas políticas baratas de los gobernantes.
Los desastres naturales obligan a pensar en las estrategias de desarrollo sobre seguridad alimentaria.
Los saldos del terremoto en México, del paso de los huracanes Irma y Katia, y la inminente llegada de José nos obligan a pensar en las condiciones de desigualdad que, sin duda, se viven en condiciones de desastre.
La seguridad alimentaria es un tema recurrente en las consecuencias que estos desastres naturales dejan a su paso. Sin embargo, no todo mundo lo vive igual. Es evidente que son más vulnerables aquellos que en el día a día nunca han dejado de ser vulnerables. Aquellas personas que aun sin huracán ni terremoto no todos los días tienen asegurado llevarse un alimento a la boca. El paso de un huracán compromete, sin duda, no solamente el abasto de alimentos de consumo inmediato, sino también la producción de alimentos con la inundación de cultivos y ganado para la producción de alimentos a largo plazo. En el caso de las zonas más afectadas por el terremoto en México, en condiciones normales las vías de acceso a muchos de estos lugares son complicadas; en estos tiempos de desastre la llegada de la ayuda con suministro de alimentos se torna más complicada. Muchas familias perdieron todo su patrimonio de vida. Como sucede en el mundo, los que estaban en situación más vulnerable fueron los que perdieron más.
Hoy muchas familias no saben cómo reconstruir todo lo que perdieron, mucho menos saben si van a comer el día de hoy. Los terremotos no se pueden prevenir, dirán algunos. Lo que sí se puede prevenir es que las políticas de desarrollo social atiendan verdaderamente las condiciones que vuelven más vulnerables a las personas. El desarrollo social no es dar despensas en tiempos de normalidad. En tiempos de crisis, las despensas se tornan indispensables. Pero en zonas propensas a desastres naturales (en nuestro país, es prácticamente todo el territorio nacional) las medidas para tener resiliencia en los desastres deberían ser una parte integral de las políticas de seguridad alimentaria. Debería enfocarse mejor la atención en la información sobre el riesgo y el análisis de los riesgos, la planificación de la utilización de las tierras, el mejoramiento de la infraestructura y la utilización de mecanismos de transferencia de riesgo. Repartir despensas como estrategia de base en tiempos donde no hay desastre natural no ayuda, señores.
Lo que sí es caer en lo más bajo del inframundo es utilizar la tragedia de los desastres naturales como plataforma de propaganda en la que se lucre políticamente con la vulnerabilidad de los afectados. Tomarse la foto repartiendo despensas a familias afectadas por no haber cumplido con la responsabilidad de realizar estrategias de desarrollo social que aminoren los daños en situación de riesgo no es un acto de aplaudirse, sino de dar vergüenza. Como ciudadanos responsables, y como seres que todavía tenemos algo de humanidad, demostremos que el altruismo y la ayuda va con, a pesar de y sin las propagandas políticas baratas de los gobernantes. Si para usted una lata de atún no significa una gran diferencia en su alimentación del día de hoy hay una persona en Oaxaca y Chiapas para la que esa lata de atún significa lo que va a comer en el día, entonces ¿por qué no donarla?