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Sin máscara
La semana pasada (“Una máscara”) comenté los resultados que arrojó la encuesta elaborada por el Inegi de Indicadores de Bienestar Autorreportado de la Población Urbana durante el mes de julio del presente año. Como señalé, por lo qué la población reporta sobre la percepción subjetiva de su situación, el mexicano considera que tiene un alto nivel de bienestar, es optimista respecto al futuro y, además, está animado.
Estos resultados de alguna manera sorprenden cuando la situación del país es, en general, bastante mala, con el PIB del segundo trimestre en un nivel similar al del cuarto trimestre de 2016, con un rebote de la actividad económica que está perdiendo fuerza si no es que ya se agotó, con un mercado laboral débil, un aumento de la pobreza por ingresos tanto en las zonas urbanas como rurales, una inflación elevada, una pandemia por la cual han fallecido más de medio millón de mexicanos y un nivel de inseguridad que se encuentra en niveles notoriamente elevados y sin señales de que pueda abatirse. Preguntaba si esta percepción sobre su propio nivel de bienestar no era más que, como apuntó Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad, una máscara con la cual nos presentamos ante los demás: “El silencio es la mejor arma, es mejor ser callado y reservado que llorar y ser observado, es mejor demostrar prosperidad aunque nos falte alimento”.
El INEGI publicó la semana pasada el Indicador de Confianza del Consumidor correspondiente al mes de agosto (la escala es de 0 a 100 y 50 marca la frontera entre optimismo y pesimismo) y por lo que se reporta, el consumidor está muy lejos de ser optimista; lo que los resultados arrojan es que es más bien pesimista sobre la situación económica actual y muy ligeramente optimista sobre la situación futura del país y de su familia, resultados más acorde a lo que en realidad se está viviendo.
En el rubro situación económica personal en este momento comparada con la de hace 12 meses, la percepción es pesimista, con un valor de 44.8, 0.7 puntos menos que en julio. En la pregunta situación económica personal esperada dentro de 12 meses comparada con la actual, el consumidor muestra ser ligeramente optimista con un valor del indicador de 56.2 aunque menor en 1.1 puntos respecto de lo que consideró en julio, lo que podría ser una señal de que se percibe que el rebote de la actividad económica perdió fuerza.
El consumidor es notablemente pesimista en varios rubros: posibilidad de salir de vacaciones en los siguientes 12 meses (27.9), posibilidades de ahorrar alguna parte de su ingreso (32.9), percepción de que la inflación disminuya (19.4) y situación del empleo en el país en los siguientes 12 meses (44.4).
Destacan otros tres rubros que son un mejor indicador de la situación esperada de la economía en el mediano plazo y que reflejan la percepción que tienen los consumidores sobre las perspectivas de crecimiento de la economía, su nivel futuro de ingreso y las posibilidades de endeudarse. Estos son: posibilidades en el momento actual de adquirir muebles, televisores, lavadoras y otros electrodomésticos (22.9), planeación de algún miembro del hogar para comprar un automóvil en los próximos dos años (13.3) y si considera algún miembro del hogar comprar, construir o remodelar una casa en los próximos dos años (16.8).
Por lo que muestra el consumidor mexicano respecto a las posibilidades de adquirir bienes de consumo duradero, es claro que es notoriamente pesimista sobre el nivel esperado de su ingreso y su riqueza. El consumidor estaría dispuesto a endeudarse para adquirir estos bienes sólo si percibe una mejora permanente futura de su nivel de ingreso; claramente, por la política económica seguida por el gobierno, no es así. El consumidor, lo que está mostrando, es ser notoriamente pesimista sobre la evolución futura de la economía al menos durante el mediano plazo. Y aquí no hay una máscara que lo esconda.
Twitter: @econoclasta