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Sin política exterior, no hay política doméstica posible
La realidad no existe. Existe mi realidad. La realidad soy yo.
Hay una guerra en Europa, pero la fiesta ya estaba planeada tiempo atrás.
La doctrina Estrada permite el apagón internacional.
“No injerencia; libre autodeterminación de los pueblos; la mejor política exterior es la interior”. Parece ser el nombre de la canción del sexenio. El título con más descargas en Spotify.
Ucrania, Rusia. ¿Qué son más allá de memes?
De niño quería ver el despegue de aviones porque la imaginación también viajaba a bordo de ellos. Un viejo avión convertido en restaurante hizo las veces de mi primera visita a un parque temático.
El aeropuerto Felipe Ángeles aglutinó a menores de edad para ver el despegue de aviones.
La televisión mexicana dedicó más horas al Felipe Ángeles que a las misiones espaciales.
Tratados sociológicos sobre clasismo suministrados en redes sociales. Unos, los defensores, otros, los críticos: pueriles. Ideas escatológicas producto del entorno-secta. La ideología como ceguera a la carta. Disfrutable.
El país en llamas. Periodistas asesinados. Delincuentes que matan a delincuentes no forman parte de la tragedia, rezan en la mañanera.
Si las críticas tienen su origen en el Parlamento Europeo: son hipócritas que no se ven frente al espejo de la historia. Siempre la historia como juez.
Si las críticas vienen de William Barr (fiscal de Trump), vulgares gringos imperialistas. Apagón internacional.
Yo no me meto en sus tragedias, ustedes no deben de meterse en mi tragedia. En nuestra tragedia. En la de todos.
“Hoy geopolítica (…) significa materias primas, energía y tecnología, es campo y ciudad, centro y periferia, y es brecha territorial, generacional e ideológica. Sin política exterior, por tanto, no hay política doméstica posible”, escribe Iván Redondo en su columna The Situation Room de La Vanguardia (21 de marzo).
(Iván Redondo fue director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno de España entre 2018 y 2021.)
La política exterior del presidente López Obrador es un enigma. Existen tantas respuestas a la misma pregunta como tantas interrogantes como respuestas.
Existen pistas. Sabemos que Bernardo Barranco iba a ser embajador en el Vaticano y que a Martha Bárcena la invitaron a ocupar la dirección de Pemex al inicio de este sexenio. Barranco es embajador, pero no Bernardo sino Alberto. Por error.
Sabemos que Isabel Arvide maltrata al personal del consulado en Estambul.
Sabemos lo de París.
Sabemos lo de Londres.
Sabemos lo de Madrid.
Benditas redes sociales. Benditas encuestas. Benditas mañaneras: vértices del gobierno triangular; del relato triangular.
Ayer, el presidente reveló un reproche que le hizo al secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas. No le gustó el envío de ayuda económica a Ucrania. Mejor sería que la envíaran a Centroamérica.
No sería mala idea que algún funcionario invitara a la legisladora demócrata Norma Torres a una mañanera para que le explique al presidente sus razones por las que no desea que el presidente Biden ayude a Honduras, El Salvador y Guatemala.
Misión imposible.
Apagón internacional.
@faustopretelin