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Opinión

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Soberanía global, un concepto que hay que atender

El futuro inmediato de la Unión Europea (UE) podría proyectarse en una palabra: verde.

Lo anterior es una conjetura después de haber escuchado a Gautier Mignot, embajador de la Unión Europea en México, quien el pasado miércoles visitó las instalaciones del periódico El Economista.

El embajador regresa a México después de casi dos décadas, cuando se desempeñó en el área política de la Embajada de Francia.

“Se siente ser parte de un equipo mucho más grande, pero también mucho más fuerte, con muchas más herramientas de acción, la cooperación muy amplia”, comentó el diplomático tras escuchar la pregunta sobre las diferencias que siente al estar al frente de la Embajada de la UE respecto a su experiencia que tuvo en la Embajada de Francia.

En efecto, la responsabilidad de un embajador que esté al frente de la delegación de la Unión Europea se multiplica por 27, número de países que conforman el mecanismo de integración, pero, sobre todo, por la naturaleza de un ente, como lo es la Unión Europea, que es un actor global estratégico desde su nacimiento (su misión: la paz entre las naciones que la integren) hasta nuestros días (cooperar en la lucha contra el cambio climático).

Uno de los grandes enemigos históricos de la Unión Europea han sido los nacionalismos que intentan cercar sus fronteras en “beneficio” de sus soberanías. Una de las respuestas lúcidas que escuché en voz del embajador Mignot fue cuando se refirió a la corresponsabilidad de los países para luchar contra el cambio climático.

“Un tema como el cambio climático ningún país lo puede solucionar por sí solo y las emisiones que produce la UE cambian el clima en México y viceversa. Entonces, ahí, la soberanía nacional no tiene sentido. Existe una soberanía global. O somos capaces de inventar los modos de gobernanza para enfrentar ese reto y ejercer esa soberanía global, o simplemente nadie tiene soberanía”.

El término “soberanía global” es fundamental aceptarlo porque detrás de él no hay fronteras entre países frente al grave problema del cambio climático.

La crisis de la pandemia del Covid-19 nos ha permitido observar una serie de divergencias en las acciones que cada país toma para combatir el virus. La Unión Europea ha decidido concentrar las compras de las vacunas desde Bruselas para obtener sincronía en la aplicación de las mismas evitando discrepancias entre los 27. Esto es un éxito más de la Unión Europea.

En el caso del cambio climático, la Unión Europea ha asimilado las directrices del Acuerdo de París y, a través de la soberanía global, acepta que las soluciones frente a los graves problemas solo se pueden resolver de manera conjunta.

Es un gusto que diplomáticos como Gautier Mignot coloquen sobre la mesa el término de soberanía global. “Soberanía global o nadie tiene soberanía”, comentó.

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