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Tres lecciones
Tiempo de campañas, tiempo de promesas. Como dice el dicho popular, “prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila”. Las dos candidatas a la Presidencia de la República tienen la lengua suelta y andan del “tingo al tango” prometiendo barbaridad y media, cada una de ellas con una implicación sobre el gasto gubernamental en un contexto de notoria debilidad estructural de las finanzas públicas ante el derroche y la irresponsabilidad fiscal del gobierno del presidente López.
Que más obras de todo tipo y en todo el país, que nuevos y ambiciosos programas sociales, que mayores recursos para seguridad e impartición de justicia, que más educación y mejores salarios a los profesores desde maternal hasta posgrado, que más y mejores servicios de salud y obviamente mejores sueldos para médicos y enfermeros, que más apoyo a la investigación científica y la humanista, que mayores salarios y prestaciones a la burocracia, que más apoyos al campo para ahora sí lograr la autosuficiencia alimentaria, que más recursos para Pemex a ver si ahora si la rescatan, que pensiones más generosas y muchas más. Promesas y más promesas pero eso sí, ninguna de la dos se toma siquiera la pequeña molestia de cuantificar todas esas promesas basadas en una evaluación social de lo prometido y mucho menos preocuparse por decir de dónde saldrían los recursos para financiarlas.
Con este alud de promesas que, de materializarse según sus proponentes, nos permitirían alcanzar el Nirvana, lo que queda claro es que las dos candidatas, aunque Sheinbaum por su formación comunista lo es mucho más que Gálvez, son “gobernícolas”, es decir, parten de la premisa de que el paraíso sólo se alcanza a través y por obra y gracia del gobierno. Para ambas, nuevamente para Sheinbaum mucho más que para Gálvez, cada individuo con sus conocimientos y habilidades tiene un papel menor y, en el extremo comunista de Sheinbaum, ser sólo un engrane en la “todopoderosa” maquinaria del Estado, mientras que las preferencias de cada individuo no cuentan por lo que su bienestar se subordina a un indefinible “bien común”.
Las dos candidatas podrían hacer una pausa y acudir a la historia económica mundial para que les ayude a dilucidar cuáles son los principales elementos que explican el éxito de las naciones y, siguiendo a Acemoglu y Robinson, por qué algunas fracasan, para de ahí formular una serie de promesas coherentes y consistentes entre sí que lleven a México, si no al Nirvana, sí a un estadio superior de desarrollo. La base de análisis tiene que ser que la condición normal de la humanidad desde que existe como homo sapiens ha sido la pobreza y que no fue sino hasta el siglo XVIII que en algunos países, todos ellos en Europa, empezó a observarse un cambio estructural que los llevó a acumular riqueza nacional y personal de forma tal que paulatinamente se fue abatiendo la pobreza y, a la larga, también la desigualdad.
El principal elemento que está detrás del paso de una sociedad feudal caracterizada por la servidumbre, la pobreza generalizada y la notoria desigualdad a una sociedad que empezó a acumular riqueza agregada y personal fue la construcción de un arreglo institucional que definió los derechos privados de propiedad y creó los mecanismos para su garantía y protección. Se da paso así al Estado moderno, uno en donde el gobierno tiene como función principal garantizar la seguridad personal y patrimonial de los individuos teniendo para sí el monopolio en el uso legítimo de la fuerza; es papel del gobierno ofrecer certeza jurídica.
Es en este Estado moderno en donde surge la economía de mercado (también llamada capitalismo) y que permite que cada individuo, teniendo definida y garantizada la propiedad sobre su capital físico y humano, pueda aprovechar las ventajas comparativas que posee para especializarse e involucrarse en operaciones voluntarias de intercambio con otros agentes económicos, esperando ambos obtener una ganancia de esa transacción. Es el egoísmo y la aspiración a que los hijos tengan un nivel de bienestar mayor que el de ellos mismos a la misma edad, los lleva a asumir hacia ellos una actitud altruista e invertir en la acumulación de su capital humano. Primera lección para las candidatas: el desarrollo económico requiere como condición necesaria una eficiente definición y protección de los derechos privados de propiedad y la acumulación de capital humano, a la cual puede contribuir el gobierno ofreciendo o financiando servicios educativos y de salud de alta calidad.
El egoísmo que hace que cada individuo trate de maximizar su nivel de bienestar y de su unidad familiar tiende a llevar también a la maximización del bienestar de la sociedad bajo ciertas condiciones y es aquí en donde está la segunda lección para las candidatas: el gobierno tiene una función muy importante que jugar además de proveer seguridad y es su intervención en los mercados en dos aspectos. El primero es generar las condiciones legales e institucionales que permitan que todos los mercados (bienes, servicios y factores de la producción) operen en condiciones de competencia. El segundo es corregir las fallas de mercado que son tres: corregir externalidades negativas y positivas, ofrecer bienes públicos como seguridad, parques, calles y alumbrado, impartición de justicia y estabilidad macroeconómica y prevenir con una regulación prudencial el daño moral derivado de la información asimétrica en los mercados financieros. No más y menos aún producir bienes privados como gasolina, electricidad, litio, sal y servicios de transporte aéreo, ferroviario y de cabaret.
Para ello, el gobierno tiene que recaudar impuestos. Tercera lección: el diseño del sistema tributario tiene que ser tal que le permita al gobierno obtener los recursos para el financiamiento de sus funciones legítimas y que provea los incentivos eficientes para promover el trabajo, el ahorro y la inversión.
X: @econoclasta