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Opinión

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¡Tridente mortífero!

Pero el presidente del IMEF fue mucho más lejos: llegó al punto de augurar la posibilidad de “tener crecimiento nulo e inclusive negativo en el 2025”.

El poder, aunque sea muy poderoso, tiene siempre sus límites. A manera de ejemplo, Adolfo Hitler era un dictador poderosísimo en Alemania y, sin embargo, no pudo derrotar militarmente a la Unión Soviética. Contra viento y marea, la actual administración, que vive sus últimos días, logró que se aprobara la mal llamada reforma judicial. No obstante, han quedado rebasadas sus posibilidades para impedir los efectos negativos que está provocando esa aprobación.

Al anterior fenómeno se refirió el pasado martes en conferencia de prensa el presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), José Domingo Figueroa Palacios. Realmente, no hubo nada verdaderamente novedoso en lo que expresó tal funcionario, pero la claridad en su exposición y el respaldo institucional que le brinda el IMEF otorgan relevancia especial a las explicaciones expresadas. Y los daños que cabe esperar en cuanto a lentificación del ritmo de crecimiento económico y respecto a abatir la propensión interna a invertir provendrán tanto de la reforma judicial que se aprobó, de la desaparición de órganos autónomos que demostraron su funcionalidad como de “la amenaza de que México deje de pertenecer al T-MEC”. ¡Un tridente mortífero nos amenaza!

En cuanto a las repercusiones dañinas sobresale, desde luego, la que está gravitando sobre el crecimiento económico de México. Para nadie es un secreto que, sin excepción, todas las entidades que emiten pronósticos sobre el crecimiento de la economía mexicana han venido ajustando a la baja sus expectativas tanto para el presente 2024 como para el próximo 2025. Pero el presidente del IMEF fue mucho más lejos en su conferencia de prensa del martes y llegó al punto de augurar la posibilidad de “tener crecimiento nulo o inclusive negativo en el 2025”.

Centrando la puntería en las repercusiones que tendrá la reforma judicial, explicó que esta llamada a erosionar “la confianza en las instituciones como la seguridad jurídica de los inversionistas”. Pero en particular, el funcionario del IMEF hizo alusión al riesgo de que México, por las causas señaladas, pierda el grado de inversión por parte de las agencias calificadoras. En su opinión, las decisiones políticas referidas no sólo afectarán el crecimiento económico, “sino que también podrían generar una salida importante capitales”. En tal sentido, Víctor Manuel Herrera, presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF, explicó que “recuperar el grado de inversión luego de perderlo no es fácil”. Para sustentar su afirmación, hizo referencia al caso de Brasil. El país amazónico perdió el grado de inversión hace aproximadamente una década y aún no lo recupera.

bdonatello@eleconomista.mx

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