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Un acuerdo entre desacuerdos
Lo que a veces parecería imposible, se ha suscitado en aras de un apuntalamiento a la economía estadounidense; existe un acuerdo, al menos por ahora cupular entre republicanos y demócratas representados en las personas de Kevin McCarthy y Joe Biden. Y tal avenencia no podría ser más oportuna ya que se estimaba que, existen advertencias que en lo económico anticipan una real catástrofe. Lo anterior, ya que existe la poco probable, pero aún latente posibilidad de que sin la elevación del techo de deuda soberana en los Estados Unidos, tal país podría entrar en un proceso de suspensión de pagos lo cual acarrearía una crisis financiera de alcances globales. Tan real es dicho escenario, que la propia Janet Yellen, secretaria del tesoro estadounidense, señaló que el 5 de junio sería el día límite con el que el país contaría con la capacidad de pagar sus cuentas.
El gran reto deviene ahora en una labor de cabildeo sumamente fina, pero igualmente urgente y apresurada. Es así que, tanto Biden como McCarthy tendrán que “bajar” los términos del acuerdo en la forma más conveniente posible a los oídos de sus correligionarios de partido para que en un tiempo récord se pueda tener una aprobación de parte de un Congreso que, al menos a primera vista, mantiene posiciones encontradas. Por una parte, en lo relativo al techo de deuda parecería que no existe un desacuerdo; un aumento en primera etapa de cuatro billones de dólares sobre el límite actual que gira en los 31 billones a ambas partes ha parecido adecuado. Sin embargo, las diferencias pueden empezar a entorpecer el total de la negociación cuando se adentra en algunos pormenores. Por ejemplo, ya es reiterada la insistencia de los republicanos más endurecidos por lograr un amplio recorte en materias como el gasto para programas de asistencia social, o, con mayor insistencia aún, recortes sobre economía verde o gasto en pro de la ecología. No está claro aún cuánto de esto se conceda en el paquete como para sumar algunas voluntades republicanas que ven con recelo este acuerdo, sobre todo en tiempos de sucesión política. Por otra parte, dentro de la propia ala demócrata, algunos legisladores aún se resisten a apoyar algunos recortes que Biden ha ido flexibilizando para poder hacerlos. Este es el caso de los gastos para la defensa nacional, mismos que no prevén incrementos mayores al .8% para los próximos dos años, además de que, a decir de los demócratas inconformes, el recorte de 10 mil millones destinados a la inspección tributaria vendrán a colapsar la capacidad recaudatoria del estado.
Lo cierto es que, con tales cabos sueltos Biden y McCarthy acaban de dar un real salto al vacío. De no aprobarse en el tracto legislativo dicho acuerdo, estamos ante un verdadero entierro en su carrera política, mismo que a estas alturas, contamina fuertemente el ánimo electoral, y abre la puerta al oportunismo político que a algunos hace frotarse las manos.
Twitter: @gdeloya