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Un nuevo camino para México
Tenemos mas de 50 años sin lograr un desarrollo económico con justicia que permita sacar de la pobreza a más de la mitad de la población.
Ni el estatismo de Luis Echeverria y Lopez Portillo, ni el neoliberalismo de Miguel de la Madrid a Peña Nieto, ni ahora el populismo de López Obrador, han logrado que el país crezca al ritmo que se requiere y mucho menos han logrado un desarrollo más igualitario y la reducción de la pobreza.
El diagnóstico
Durante estos 50 años, el crecimiento económico y del empleo ha sido insuficiente para ofrecer oportunidades a los jóvenes que se han integrado al mercado de trabajo. La movilidad social se ha acabado y el que nace pobre tiene muy pocas posibilidades de salir de la pobreza. Mas de la mitad de la población trabaja en el sector informal con bajos ingresos y sin acceso a la seguridad social. La inversión privada es baja e insuficiente para impulsar el crecimiento económico que necesita México.
La educación es de mala calidad y enfrenta una crisis estructural que prepara mal a nuestra niñez, no ofrece oportunidades a los jóvenes para que puedan integrarse a la vida económica y ve hacia el pasado, en lugar de educar para enfrentar los retos del futuro.
El acceso a la salud y las medicinas para los trabajadores del sector informal, que representan el 55% del empleo, es insuficiente y de mala calidad. Los organismos públicos de salud: IMSS, ISSSTE y otros, están rebasados en su capacidad y no garantizan a sus derechohabientes un acceso oportuno y seguro a hospitalización y medicinas.
Más de la mitad de la población viven hacinados, en viviendas pequeñas, de baja calidad y con servicios insuficientes de agua, drenaje, áreas verdes y deportivas.
La inversión pública es muy baja e insuficiente para promover la inversión privada y el desarrollo de la economía. La infraestructura pública en carreteras, calles, banquetas, agua, drenaje, parques y deportivos esta cada día más deteriorada, sobre todo en las colonias de escasos recursos.
El deterioro ecológico en ríos, bosques, áreas naturales, acuíferos, suelo y calidad del aire es creciente y no ha habido el compromiso de los gobiernos para detenerlo y menos para revertirlo.
La violencia se mantiene en niveles altísimos y las policías estatales y municipales no tienen la capacidad y los recursos para garantizar seguridad a la población.
El estado de derecho y el acceso a la justicia para la mayoría de la población es difícil y con altos niveles de corrupción, hay de hecho una justicia para los ricos y otra muy diferente para la gente que vive en pobreza.
Mas del 50% de la población vive en condiciones de pobreza y no tiene acceso a una alimentación suficiente, a una vivienda digna y a servicios de salud y medicinas gratuitos.
Un nuevo camino
Ese es el México que tenemos desde hace 50 años, un país exageradamente desigual, que crece poco y no ofrece oportunidades. Si realmente queremos progresar, tenemos que proponer un nuevo camino para sacar al país de la mediocridad en la que hemos vivido.
El principal problema que hemos enfrentado es que el gasto público es muy bajo y el estado mexicano no ha contado y no cuenta con los recursos suficientes para impulsar el crecimiento económico y para cambiar la realidad de pobreza en que vive más del 50% de la población.
El gasto público es muy reducido para ofrecer educación, salud, vivienda y servicios públicos de calidad, para dar protección al medio ambiente y para garantizar seguridad y el acceso real a la justicia, a toda la población. El gasto público es muy reducido también para invertir en la infraestructura que requiere el país y para impulsar la inversión privada, que también ha sido históricamente muy baja.
Somos el país con el gasto público y social más bajo de la OCDE y si queremos acceder a los niveles de desarrollo de esos países, tenemos primero que fortalecer al estado.
Si queremos un México más justo y con oportunidades para todos, necesitamos un estado y un sector privado más fuertes, dar prioridad a la inversión pública y privada, a la creación de empleos y de oportunidades y simultáneamente aumentar gasto público para lograr la igualdad social y un piso más parejo para todos.
Si realmente queremos comprometernos con mejorar la calidad de vida de toda la población y reducir la pobreza, el primer paso en la agenda nacional debe ser el aumento de los ingresos y el gasto público a través de una reforma fiscal que recaude más de los que más tienen.
Debemos tener claro que si no se aumentan los ingresos y el gasto público todo lo que se prometa será mentira, como ha pasado en todos estos años.
Para garantizarle a la gente sus derechos sociales, eliminar la pobreza y hacer que el país crezca a un ritmo mayor, tenemos que aumentar durante el próximo sexenio 6 % los ingresos y el gasto público para canalizarlos a:
- 1%. Transformación y modernización de todo el sistema educativo.
- 1%. Garantizar el acceso gratuito a la salud preventiva, vacunación, hospitalización, medicinas y traslados.
- 1%. Vivienda y servicios públicos.
- 1%. Protección y rehabilitación del medio ambiente y el desarrollo de energías limpias.
- 1%. Inversión pública en desarrollo y mantenimiento de la infraestructura pública del país.
- 1%. Seguridad pública y fortalecer el estado de derecho y la procuración e impartición de justicia.
Enfrentar la realidad
Cualquier propuesta de gobierno que ofrezca mayor crecimiento económico y aumento de la inversión y el gasto público en educación, salud, vivienda, protección del medio ambiente, justicia y seguridad, sin comprometerse primero a aumentar los ingresos públicos, es solo palabrería.
Se que no es políticamente correcto poner como centro de la propuesta de gobierno el aumento de los ingresos públicos, pero no hacerlo es ofrecerle nuevamente a la gente espejismos, como lo han hecho los últimos candidatos y presidentes de la república.