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Contrarrestar aranceles a fondo
E l pasado domingo en su primera asamblea informativa, la presidenta Claudia Sheinbaum defendió la posición de México con relación al libre comercio y la necesidad de mantener el libre mercado con Estados Unidos. En clara referencia a la actitud proteccionista desplegada por el presidente Donald Trump , en su expresión más significativa, argumentó que, durante los últimos 30 años, el país ha firmado acuerdos comerciales con EU. En efecto, fue el presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-94) quien promovió y firmó el primer tratado de libre comercio en la historia de este país, en este caso con Estados Unidos y Canadá en lo que se conoció como TLCAN. A los 24 años del tratado de Salinas, fue el presidente Enrique Peña Nieto con Trump y Trudeau, quien firmó la actualización del TLCAN en lo que hasta ahora conocemos como T-MEC. Al mensaje de Sheinbaum podemos agregar el tratado de libre comercio con Europa del presidente Ernesto Zedillo (1994-00), el de Japón de Vicente Fox (2000-06) y así hasta completar con 50 países en un proceso de apertura comercial iniciado por el presidente Miguel de la Madrid (1982-88). En aquel 1982 el presidente decidió cancelar el modelo de desarrollo basado en la sustitución de importaciones que cerraba los mercados comerciales internacionales, pretendiendo que todo lo que se consumía en México se podía producir internamente, lo que resultó en devaluaciones con altos niveles de endeudamiento tan es así, que 36 años después, un gobierno de izquierda encabezado por el partido Morena defiende celebrando vehementemente el libre comercio.
En adelante qué hacer ante los constantes amagos del presidente Donald Trump para poner aranceles al comercio con nuestro país. En primer lugar, dejar de hacerle creer a la población que Trump nos defiere un trato especial pues su guerra arancelaria tiene mucho más alcance que México. En segundo lugar, entender que la revisión del T-MEC originalmente planteada para el verano del 2026 ya comenzó con probabilidad de que EU salga del acuerdo quedándonos con la sola posibilidad de manejar el esquema de reglas de origen en todo caso, el resultado no será la bonanza comercial que tuvimos con ese país durante 30 años. En tercer lugar, plantear sin dejar espacio a interpretación alguna que nuestro destino comercial es Norteamérica no China, India o cualquier otro mercado. Durante el sexenio anterior en tan sólo unos cuantos meses el país se inundó de autos eléctricos de China con 17 marcas; por qué no demostrarles a nuestros socios que la relación va en serio aplicando a estos autos el 100% de aranceles, ello sería una muestra inequívoca de interés en línea con lo que ellos están haciendo en el segmento automotriz; la respuesta arancelaria de los asiáticos tendría nulo efecto en virtud de que aquel país prácticamente no le compra nada a nuestro país. En momentos como estos las posturas claras son lo que vale.