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Opinión

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Donald Trump: la punta del iceberg

Cuando se observa a Israel y Hamas en disposición para dialogar y liberar rehenes luego de 15 meses de guerra en la Franja de Gaza, a Putin y Zelenskyy dispuestos a sentarse a hablar de Paz o, a opositores del progresismo de Trudeau escuchar su inminente renuncia al gobierno de Canadá, Donald Trump es un milagro. Lo mismo podrían pensar miles de industriales y comerciantes mexicanos que de pronto ven a las autoridades decomisar millones de productos chinos de contrabando que por años han inundado al país destruyendo todo tipo de industrias nacionales incluyendo la inmobiliaria. En otro extremo; los países miembros del Acuerdo de París, OTAN u OMS, así como comunidades culturales enteras afirman que es y será una verdadera pesadilla. Así, todos opinan como psicólogos, psiquiatras, geoestrategas, analistas políticos y económicos. Al interior de los países los gobiernos hacen auténticos malabares para tranquilizar a sus sociedades al tiempo que alardean una fortaleza soberana y económica que en la mayoría de los casos no se tiene. En efecto, la asimetría entre la capacidad del estado norteamericano con el resto de los estados es evidente y es justamente la base de la postura del presidente Donald Trump frente a lo que llaman el movimiento MAGA – Make America Great Again –. El movimiento detrás de este slogan quiere reposicionar a EE. UU. como potencia económica y militar no en un mundo global sino regionalizado.

A pesar de la polémica que suscitan sus ideas, planteamientos y formas, Trump no es sino la punta del iceberg de lo que viene hacia adelante. El presidente tiene un equipo de trabajo lleno de hijos de su movimiento que permanecerá por un tiempo largo al frente del gobierno, lo acompañan los grandes capitales y millones de personas alrededor del mundo que tienen una respuesta cultural contundente a los paradigmas que muchos llaman liberales, progresistas o hasta “woke” pero que también remueven fibras sensibles de las sociedades alrededor del mundo como el racismo. En términos de su hegemonía, EE. UU. dejó crecer naciones como China, India o Corea del Norte, se desfaso del pacto tácito hegemónico con Rusia, desatendió a sus socios estratégicos en Europa y terminó de abandonar Latinoamérica, se dedicó a sustraer los ahorros financieros del planeta y consumir a manos llenas productos baratos clonados y competir con empresas extranjeras privadas subsidiadas por sus gobiernos. Lo anterior está dando un giro contundente en donde este poderoso grupo capitalista, tecnológico y conservador con tentáculos en todas partes, no tendrá límite para volver a posicionar fuertemente el libre mercado, el capitalismo tecnológico y sólidas ideas tradicionalistas a lo largo y ancho del planeta. A esto le ayuda la inviabilidad del Partido Demócrata en EE. UU. mientras siga atrapado en las redes de Obama y Clinton. En tanto el mundo se reconfigura en los bloques el Euroasiático y el occidental, el grupo Trump ha iniciado el camino para imponer su verdad.

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Doctor en Desarrollo Económico, Doctor en Derecho y Doctor en Historia del Pensamiento Filosófico Especialidades en desarrollo económico en Oxford University y en Economía Internacional en Georgetown University. Profesor en la Universidad Panamericana y la Ibero. Ha colaborado en la Presidencia de la República, el Banco de México, la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, fue Ministro de Asuntos Economicos de la Embajada de Mexico en EEUU (Washington). Autor de libros en Regulación Financiera, Historia Económica, Política Fiscal, Políticas Públicas y Ética.

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