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Hablemos de aranceles
Imponer aranceles es como cortar un árbol para hacer leña… y luego quejarse de la falta de sombra… Macraf

Opinión
En las últimas semanas, no hay un tema más mediático que los famosos aranceles. La gran potencia económica del mundo ha decidido emprender una especie de guerra comercial, levantando aranceles a diestra y siniestra con la supuesta intención de devolver la grandeza a su economía. Sin embargo, esta medida merece un análisis profundo, pues marcará la agenda económica durante este año.
Los aranceles son instrumentos que los gobiernos utilizan por dos razones principales. Primero, como protección a una industria específica, encareciendo las importaciones para fomentar el consumo de productos nacionales. Esta estrategia puede ser efectiva en economías en desarrollo que buscan fortalecer ciertos sectores. Segundo, como herramienta de coerción contra sus principales socios comerciales. En este contexto, los aranceles se convierten en una moneda de cambio para negociar acuerdos políticos y económicos.
El presidente Donald Trump ha implementado dos tipos de aranceles dirigidos a la economía mexicana. Uno, vinculado a acuerdos migratorios y el combate al crimen organizado, con un arancel del 25% a las exportaciones mexicanas. El otro, también del 25%, enfocado en el aluminio y el acero, impactando principalmente a Canadá, Brasil y México, los mayores exportadores de estos insumos a Estados Unidos. En respuesta a los primeros aranceles, el gobierno mexicano decidió no aplicar medidas recíprocas, lo que, según algunos estudios, resultó acertado, ya que evitó una contracción mayor en el crecimiento del PIB. En lugar de perder un 3% del PIB, se estima que la afectación será de solo un punto porcentual. Aun así, considerando que el crecimiento proyectado para este año es de entre 1.5% y 2%, esta reducción podría dejar la economía mexicana con un crecimiento prácticamente nulo, similar al primer año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El impacto no se limita al crecimiento económico, sino que también afecta el mercado laboral. Informes estiman que se podrían perder hasta dos millones de empleos, lo cual agrava el déficit estructural de empleo en el país. México necesita generar 1.2 millones de empleos nuevos al año, pero actualmente solo se crean alrededor de 200,000, lo que significa que el desempleo podría aumentar significativamente en los próximos meses.
En cuanto a los aranceles al aluminio y el acero, es importante recordar que estos materiales son bienes intermedios fundamentales para sectores clave como la construcción y la industria automotriz. Encarecer estos insumos afectará la producción tanto en México como en Estados Unidos. Además, México exporta acero básico a Estados Unidos, donde se somete a un tratamiento especial antes de ser reimportado para su uso en sectores estratégicos como el automotriz y aeroespacial. Este doble encarecimiento implicará un sobrecosto final de casi el 60% en los productos terminados.
Lo que está haciendo el presidente de Estados Unidos no es más que una decisión política con la que busca presionar a otras economías. Sin embargo, si el resto del mundo no cede y las medidas arancelarias se intensifican, es probable que la economía estadounidense también sufra consecuencias significativas con impacto global. Para México, la mejor estrategia para enfrentar este tipo de embates es fortalecer su estructura productiva y transitar hacia una economía más basada en la innovación y los servicios. A pesar de contar con recursos naturales y mano de obra especializada, el país aún no ha logrado esta transformación debido a un rezago en innovación e investigación.
La clave está, en primer lugar, en apostar por la educación, pero, se decidió poner a un imprensentable al frente de ese sector, por lo que dudo que se logre algo en el corto plazo y segundo, hay que mejorar los niveles de competitividad, entendiendo que la innovación en los procesos productivos es el pilar fundamental para impulsar el desarrollo económico y minimizar el impacto de políticas proteccionistas externas, innovación que, requiere inversión, que a su vez se ve complicada por la constantre destrucción del estado de derecho por parte del oficialismo.
El futuro cercano, no pinta bonito ni en lo político, ni en el bolsillo de las personas.
*El autor es académico de la Escuela de Gobierno y Economía y de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana, consultor experto en temas económicos, financieros y de gobierno, director general y fundador del sitio El Comentario del Día y conductor titular del programa de análisis: Voces Universitarias.
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