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Opinión

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Jugando para la tribuna

Esta semana es imposible no hablar de Donald Trump y su amenaza a México. Esta será sólo la primera de muchas, ya lo hemos visto. Pero en esta primera iteración de la segunda temporada, debemos sacar algunas lecciones para el futuro y entender que esto es solo el inicio.  

La exigencia de Trump es sobre seguridad y migración. Aunque usa el garrote arancelario, no se trata de una controversia sobre los términos de comercio o las condiciones comerciales de los miembros del T-MEC, que será un problema más adelante. Esta es una petición relacionada con fentanilo y migración, dos temas muy vinculados al crimen organizado. Y aunque sea una opinión impopular en este ambiente de envolverse en la bandera, su demanda no es totalmente descabellada.

En EU la noción de que somos un narcoestado es cada vez más prevalente, alimentada no sólo por las noticias, sino por los temas recurrentes en series y películas. Podrá ser una aseveración exagerada, pero basta con leer las noticias en México todos los días para saber que la situación de seguridad está fuera de control. En ciertas partes del país, como Culiacán, ya estamos atestiguando algo similar a una guerra civil. Esta situación ya es incontenible, y el tráfico de fentanilo y personas se ha convertido en una preocupación real para el electorado americano. Dada la situación que vivimos en México, quizá algo de ayuda no sobraría.

La respuesta mexicana hace de esto una discusión sobre el T-MEC y temas comerciales, lo que es un error. Las estimaciones preliminares indican que el efecto de estos aranceles en los tres países sería un incremento de la inflación de poco menos de un punto porcentual. Aunque no es algo deseable, y menos con los antecedentes inflacionarios recientes, no es el fin del mundo. La economía estadounidense puede aguantar un punto porcentual adicional de inflación, pero nosotros no. La relación no es simétrica ni simbiótica: dependemos mucho más de ellos que ellos de nosotros. Y si fuéramos a poner aranceles, ¿a qué se los aplicaríamos? ¿Al maíz, para disparar el precio de la tortilla y la carne? ¿Al gas natural, del que depende toda nuestra industria? ¿A las autopartes o componentes electrónicos, esenciales para nuestra capacidad manufacturera?

Va a haber un problema real en la relación comercial con EU, probablemente antes de la revisión del T-MEC, pero por una razón distinta: China. El verdadero problema es la creciente inversión china en México. Según datos del China Cross-Border Monitor, la IED china en México ha sido significativamente subestimada en las estadísticas oficiales. Mientras la Secretaría de Economía de México reportó un stock de inversión china de 1.2 mil millones en 2023, análisis más detallados indican que la cifra real supera los $13,000 millones. El hecho de que en EU y Canadá varias empresas y gobernantes consideren que China está usando a México como “puerta trasera” para acceder a sus mercados será el tema comercial de los próximos años. El plan anunciado sobre sustitución de importaciones chinas y promoción de contenido regional es una buena noticia en esta dirección, pero no será suficiente.

Imposible tener una reacción que satisfaga a todos ante los embates de Trump. Pero lo que sí sabemos es que lo mejor para México es compartimentalizar los temas: no mezclar asuntos de seguridad con temas comerciales y viceversa. Pero mientras sigamos envolviéndonos en la bandera y jugando para la tribuna, ganaremos aplausos locales, pero no resolveremos el gran problema que tenemos enfrente.

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