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Libertad en riesgo: el desafío de construir democracia y desarrollo humano en México
Nuestro país es una potencia y su fortaleza radica en nuestra gente, en nuestro ingenio y pericia para hacer cosas, en las infinitas posibilidades de progreso; pero sin estructuras institucionales estables, sin un estado de derecho confiable, sin salud ni educación, todo es más complejo de desarrollar.
Vivimos una aparente libertad de expresión, pero el debilitamiento sistemático de instituciones clave, los recortes presupuestales y las políticas que frenan el desarrollo humano están limitando las posibilidades de crecimiento colectivo. Más allá de señalar estas carencias, quiero plantear una visión de responsabilidad compartida.
¿Cómo podemos, siendo líderes empresariales, reconstruir el tejido social y potenciar el desarrollo humano en nuestro país?
El humanismo mexicano no puede poner la libertad en riesgo
En su esencia más pura, es libertad. Implica la capacidad de cada persona para decidir, crear y desarrollarse plenamente en una sociedad justa y equitativa. No obstante, este propósito está siendo socavado por acciones que contradicen los principios básicos de la democracia, de la soberanía, de la prosperidad y el bien común..
La frase “Prohibido prohibir: la libertad es esencia de la democracia” suena hueca mientras las conductas políticas, sociales e industriales-empresariales no se alineen con este ideal.
En México, la libertad está siendo trastocada no solo en el ámbito político, sino también en el social y económico.
Derivado de lo anterior podemos hacer una reflexión crítica: el debilitamiento de las instituciones autónomas es solo una cara del problema, la otra somos la ciudadanía que permite que sucedan actos de incongruencia. Los datos en múltiples fuentes nos muestran acciones que lo evidencian.
El recorte del 33% al presupuesto del Instituto Nacional Electoral (INE) pone en riesgo la integridad de nuestras elecciones, debilitando uno de los pilares más importantes de nuestra democracia (El País, 2024).
Por otro lado, el sector salud enfrenta un panorama alarmante. Según el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), el presupuesto destinado a salud en 2024 es uno de los más bajos en términos reales de la última década, representando solo el 2.5% del PIB, mientras que el promedio de los países de la OCDE es del 8.8% (CIEP, 2024). Este debilitamiento afecta el acceso a servicios médicos y, en consecuencia, también limita las posibilidades de las personas para alcanzar una vida plena, estable y productiva.
Sin salud, la libertad se convierte en un derecho inaccesible para quienes más lo necesitan.
Debilitar el sector salud es una forma velada de prohibir a las y los ciudadanos su derecho a desarrollarse plenamente. La salud es la base que permite la educación, la innovación y la productividad entre otras dimensiones importantes del Desarrollo Humano; sin ella, cualquier esfuerzo por potenciar bien común queda restringido.
¿Cómo podemos hablar de libertad si las necesidades más básicas de la población no están cubiertas?
Otra muestra palpable es la desaparición de iniciativas para la innovación, la investigación y el desarrollo (I+D) es otro golpe al futuro del país. Mientras México destina sólo el 0.31% de su PIB a I+D, muy por debajo del promedio de la OCDE del 2.68%, países como Corea del Sur invierten hasta el 4.81% (INEGI, 2024). Este abandono de la innovación condena al país a depender de tecnologías y conocimientos extranjeros, limitando nuestra capacidad de generar soluciones propias.
Finalmente, en materia de política fiscal se ha generado un entorno de incertidumbre para las empresas. Según datos de Expansión, las auditorías fiscales aumentaron un 40% en los últimos dos años, mientras que la carga tributaria sigue siendo desigual para la población mexicana y poco incentivadora para la inversión nacional y extranjera. (Expansión, 2024).
Nos corresponde buscar oportunidades para ser libres
A pesar de estas adversidades, México cuenta con fortalezas extraordinarias que debemos reconocer y aprovechar. Somos el país menos endeudado de América Latina, con una deuda pública del 45% del PIB, lo que nos brinda una base financiera sólida para impulsar el crecimiento (Banco Mundial, 2024).
Nuestra fuerza laboral es joven, con un promedio de edad de 29 años, y altamente calificada en sectores estratégicos. México es el país con más ingenieros graduados al año en América Latina, un recurso humano invaluable para la transformación económica (STPS, 2024).
Además, nuestra posición geográfica y los acuerdos como el T-MEC nos colocan en una posición estratégica única para convertirnos en un motor de producción y exportación en América del Norte. Estas oportunidades, sin embargo, no serán suficientes si no están acompañadas por políticas que fortalezcan el estado de derecho y el desarrollo humano.
Como líderes empresariales, nuestra responsabilidad no es solo señalar lo que el gobierno hace bien o mal, sino convertirnos en actores independientes del cambio y del Desarrollo Humano y Económico. Si decidimos liderar, debemos asumir que nuestra misión es generar empleo, fomentar la innovación y construir plataformas que impulsen el bien común y la prosperidad colectiva, incluso en las condiciones más adversas o desfavorables.
Reconstruir el tejido social implica responder a las circunstancias, apropiarse de ellas y transformarlas. México ocupa el lugar 37 de 38 -el penúltimo- entre los países de la OCDE en desarrollo humano, incluyendo acceso a salud, educación y calidad de vida (OCDE, 2024). Este rezago no puede ser ignorado, pero tampoco debe paralizarnos. Ahí está la verdadera oportunidad, en la creatividad y pericia, en el ingenio para modificar esa realidad. Debemos actuar con un propósito claro, potenciar la libertad creadora de nuestras comunidades, promoviendo el bienestar y la justicia social desde nuestras empresas.
Un grito de esperanza y acción
“Prohibido prohibir”. No permitamos que el miedo, la indiferencia o las decisiones de liderazgo que vulneran nuestras libertades nos inmovilicen. La esencia del humanismo mexicano es la libertad, pero ésta debe ser defendida y cultivada cada día, con trabajo, creatividad y compromiso.
En mi columna anterior, “¿Democracia o falacia?”, cuestioné si vivimos realmente en una democracia o en una simulación que mantiene apariencias mientras debilita sus bases esenciales, no permitamos decaer como pueblo, debemos resurgir y prosperar.
Hoy, levanto la voz para pedirte que no te rindas. Sé autónoma, sé autónomo, y sigue adelante, es tiempo de generar empleos, exigir justicia y promover iniciativas que impulsen el desarrollo. Pero no basta con la acción aislada; debemos gritar a voces coordinadas que el estado de derecho y la institucionalidad estructural no pueden seguir la tendencia de desmantelamiento.
Es tiempo de avanzar, de crear y de construir un México donde las libertades se materialicen en el florecimiento de nuestra gente.
Abrazo libre en letras.
*El autor es doctorante en Desarrollo Humano, Universidad Motolinía del Pedregal, México; Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, México; Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, España.
Correo electrónico: jaime.cervantes@desarrollistahumanocom | https://www.linkedin.com/in/jcervantesc | Instagram: @jaimecervantescovarrubias | X: @JCervantesC007
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