Lectura 3:00 min
La prohibición del nepotismo puede esperar
La exposición de motivos de la iniciativa del ejecutivo para prohibir el nepotismo electoral dice: “La prohibición del nepotismo garantizará que el acceso a un cargo público por la vía de una elección sea contendido por personas que tienen los méritos, habilidades, capacidades y experiencias requeridas para ocuparlo y, no así por personas que su única valía es contar con un vínculo familiar con quien actualmente está ocupando el cargo”. A lo anterior suma: “Al ser el nepotismo una forma de abuso de poder que socava la confianza en las instituciones y promueve desigualdades, es por ello necesario prohibir esta práctica para eliminar cualquier sesgo o sospecha de ilegitimidad en los cargos de elección popular”.
Es falso que prohibir el nepotismo garantice que la lucha electoral por un cargo público sea entre personas con méritos, habilidades, experiencia para ocuparlo. El hecho de que se excluya a familiares directos no implica que los mejores candidatos tomarán su lugar. Pero es un avance evitar que contiendan quienes por única valía (dice la motivación) tienen vínculos familiares. Si bien la prohibición no garantiza méritos, al menos impide que el único mérito sea la sangre. Aunque se equivoque en parte de su argumentación, es valioso prohibir el nepotismo porque, bien dice la iniciativa, es una forma de abuso que socava la confianza en las instituciones. Ahora, siendo esto así, ¿por qué la prohibición de esta práctica deleznable ha de aguardar hasta el 2030 y no aplicarse desde el 2027, como proponía la iniciativa? Porque los grupos de interés que votan con Morena así lo negociaron. El mensaje es claro: la lucha contra la corrupción puede esperar. Llevamos esperando que el movimiento de regeneración luche contra ella desde 2018.
En próximas elecciones veremos a la oligarquía nepotista gobernante (los López Obrador/Beltrán, los Alcalde, los Batres, los Monreal, los Gómez/Concheiro) apoyar para ocupar cargos públicos a personas que no cumplen con la reforma que la presidenta impulsó, y que motivó afirmando que el nepotismo es corrupción. Es escandaloso sostener conductas que se sabe son inmorales (lo dice la iniciativa) aunque aún no sean ilegales. Pero lo cierto es que su cruzada contra el nepotismo nunca fue universal. En la iniciativa que envió el ejecutivo dice: “se establece la prohibición del nepotismo como un requisito de idoneidad de las personas para participar a un cargo de elección popular, con excepción de los que correspondan a los de los poderes judiciales”. Qué extraño que se quejaran tanto (con razón) del nepotismo en el poder judicial y sin embargo los eximan de la prohibición del nepotismo ahora que lo tomaron por la fuerza (y gracias al apoyo de Yunes).
Estamos ante un grupo de personas que privilegia el poder sobre los principios. Dirán que así era antes también, con los Salinas, los Zedillo, los Fox, los Calderón, Los Peña Nieto. Es cierto, pero la tradición no es un buen argumento para sostener una práctica equivocada. La regeneración moral es un barquito de papel que hace agua. Si el nepotismo es corrupción, como afirma la propia iniciativa, ¿por qué permitir que siga hasta 2030?