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Ucrania: Voces desde el campo de batalla
Con la experiencia de haber estado en diversos conflictos a lo largo del mundo, desde el ataque contra las Torres Gemelas hasta Irak, Afganistán, Israel y Palestina, hoy les comparto algunas reflexiones sobre mi reciente experiencia en la guerra contra Ucrania, mi segunda cobertura en ese sitio como corresponsal de guerra.
Desde que comenzó la invasión rusa en febrero de 2022, Ucrania ha enfrentado un conflicto armado prolongado y devastador. Se estima que más de un millón de personas han perdido la vida desde el inicio del conflicto, incluyendo tanto militares como civiles; y aproximadamente ocho millones de personas han sido desplazadas internamente, huyendo de los bombardeos, mientras que otros siete millones han buscado refugio en el extranjero.
Los residentes han mostrado una notable resiliencia, pero el miedo y la incertidumbre se han convertido en parte de la vida cotidiana. Muchas personas que inicialmente huyeron del conflicto han regresado, sintiendo que no pueden vivir en paz sabiendo que su país está en guerra.
El impacto de la guerra no solo afecta a los combatientes, sino a todos los civiles. La guerra es cruel y triste, tanto por los que están vivos, como por los que se han ido y los que dejaron atrás.
Padres de familia que ya habían logrado un refugio seguro y volvieron: “Yo me enlisté porque no quiero que mi hijo vaya a la guerra”. Poetas, artistas, periodistas que llegaron a Ucrania con una misión y terminaron tomando las armas: “No nos vamos a dejar vencer; no podemos permitir que Rusia avance, porque si nos quita un pedacito, nos quitará todo”. La lucha por la supervivencia es constante.
Durante una de las transmisiones en vivo se activó la alarma por un posible ataque. Pensé que todos tendrían un mini búnker, como en Israel, pero me encontré con pequeños sótanos que funcionan como refugios improvisados o incluso las estaciones del metro donde se aglomeran centenares de ciudadanos, familias enteras con niños y bebés.
A nivel militar, Ucrania ha recibido apoyo material y financiero de la comunidad internacional, pero enfrenta desafíos constantes. A pesar de contar con defensas parecidas al sistema conocido como Domo de Hierro, las capacidades de defensa de Ucrania son limitadas en comparación con las de otros países más desarrollados.
Las tácticas de guerra han evolucionado. Estamos viendo el uso de aviones no tripulados, drones que atacan sin dirección precisa, lo que aumenta el número de daños colaterales. Sin embargo, la población civil no se queda atada al miedo y usan una aplicación para reportar avistamientos de drones, lo que permite al ministerio de defensa crear un mapa aéreo y actuar para derribarlos.
El tiempo ha cambiado la percepción en Ucrania. El año pasado parecía que la batalla podía terminar, pero este año sentí a la gente más fuerte, aunque con un miedo palpable, porque la guerra parece no tener fin.
La guerra ha dejado cicatrices profundas y aunque hay una fuerte voluntad de lucha y esperanza entre los ucranianos, la reconciliación y la paz parecen estar todavía lejos.
Las conversaciones de paz han sido difíciles y ha habido llamados de ambos lados para un alto el fuego y el establecimiento de acuerdos, aunque el camino hacia la paz parece complicado y lleno de obstáculos.
Durante un encuentro con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, pregunté por qué no se logra un acuerdo. Hay planes de esperar a que Donald Trump entre en funciones y ver si se puede aceptar cambiar las líneas fronterizas. Pero a estas alturas, con más de un millón de vidas perdidas de ambos lados, ¿qué salida queda?.