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Política

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Homicidios dolosos registran repunte en 2024

Entre enero y octubre del 2024, la suma es de 25,324 casos. Expertas consideraron que el país enfrenta un rango de homicidios diarios que va de los 70 a los 83 casos

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y octubre del año en curso, han sucedido un total de 25,324 homicidios dolosos a nivel nacional; lo cual es una cifra 1.13% superior a los 25,039 casos qué registró la misma dependencia en el mismo período de 2023.

Según el Instrumento para el Registro, Clasificación y Reporte de Delitos y las Víctimas CNSP/38/15, del total de homicidios dolosos, en el año en curso, 18,397 se cometieron con arma de fuego; 1,786, con arma blanca; 4,325, con otro elemento, mientras que los 816 restantes no fue especificado.

Por otro lado, a nivel nacional, Guanajuato es la entidad con más víctimas de este tipo con una suma total de 2,597; 2.66% menos que los 2,668 que ocurrieron en el mismo periodo de 2023.

Detrás, estuvieron Baja California, con 2,030 (0.24% más que los 2025 del año anterior); Estado de México, con 1,936 (12.87% menos que los 2,222); Chihuahua, con 1,696 (3.03% menos); Jalisco, 1,532 (7.71% menos); y Guerrero, con 1,504 (un aumento del 6.6%).

Cambio de estrategia para solucionar problemática

Expertas, en entrevista, indicaron que para revertir la crisis de violencia en México, es imprescindible un cambio en el enfoque gubernamental, apostando por estrategias multifactoriales que combinen seguridad, justicia y desarrollo social.

Marisol Ochoa, académica de la Universidad Iberoamericana, destacó que el país enfrenta un rango de homicidios diarios que oscila entre 70 y 83 casos.

“Nos falta mucha comprensión para entender por qué estas violencias locales se reproducen. No sólo se trata de la pobreza o de conflictos entre grupos criminales, sino de una gama de factores sociales y económicos que facilitan el control de espacios por parte del crimen organizado”, explicó.

La académica también subrayó la transformación de las lógicas criminales, que han pasado de grandes cárteles a estructuras más pequeñas y menos organizadas. Este cambio dificulta la aplicación de estrategias de seguridad convencionales y demanda enfoques más localizados y multifocales.

Más allá de las intervenciones policiales y militares, Ochoa hizo énfasis en la necesidad de reconstruir el tejido social como una medida a largo plazo para mitigar la violencia. Destacó que el desarrollo comunitario, la educación y el empleo son herramientas clave para alejar a la población de las dinámicas delictivas.

“Se trata de construir una nueva pedagogía para la seguridad, donde la participación ciudadana y la responsabilidad compartida sean centrales. Sin un compromiso colectivo, seguiremos atrapados en ciclos de violencia que petrifican la vida cotidiana de las comunidades”, concluyó.

Para Catalina Kühne, directora general de Impunidad Cero, experta en temas de seguridad, aunque el incremento es menor, el problema radica en la falta de reducción sostenida de estos índices. “Estas cifras se sostienen desde hace mucho y no parecen bajar. El crimen organizado y los ajustes en sus estructuras explican en parte este fenómeno, especialmente en ciertas zonas del país”, comentó.

La experta sugirió priorizar la profesionalización y fortalecimiento de las policías locales y las fiscalías, así como implementar programas de prevención del delito que atiendan causas estructurales.

“La militarización de la seguridad está comprobadísimo que en vez de ayudar, recrudece la violencia. Hay datos que demuestran que en zonas con mayor presencia militar, la violencia aumenta, además de generarse graves violaciones de derechos humanos”, expresó.

En cuanto a los programas sociales dirigidos a jóvenes, Kühne reconoció su impacto positivo, pero consideró que su alcance es limitado frente a los atractivos ofrecidos por el crimen organizado.

“Deberíamos irnos a cuestiones más específicas (con los programas sociales), porque de pronto el crimen organizado, pues es mucho más atractivo para la juventud que lo poco que puedan estar ganando... Se trata de establecer el entramado social un poco y que y que sean las propias gentes de las comunidades las que te digan qué está fallando, porque son los que saben quiénes son los delincuentes, dónde están, por qué están haciendo las cosas”, opinó la directora.

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