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Opinión

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En lo laboral, tenemos infierno y purgatorio, ¿hay paraíso?

En México, hay 15 millones 527,270 personas que laboran más de 48 horas por semana. Todos conocemos a algunos de ellos. Son súper trabajadores o súper trabajadoras y podemos suponer que se comprometen a esas cargas laborales porque no les alcanzaría si se “conformaran” con trabajar 40 horas o menos. Ellos son los principales responsables de que México sea el país en el que más horas se trabaja, dentro de la OCDE. Representan 27% de nuestra fuerza laboral. Son 33% de los hombres empleados y 20% de las mujeres que participan en el mercado laboral. En términos numéricos, crecieron muchísimo en el 2021, son 1 millón 499,752 más respecto al 2020, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Es un “ejército” laboral que se movilizó motivado, entre otras cosas, por el encarecimiento de la vida y que encontró un mercado laboral con más oportunidades, pero más precario.

Los que trabajan más de 48 horas a la semana son un grupo admirable, en más de un sentido, pero también un síntoma de la disfuncionalidad de nuestro mercado laboral. No es el único síntoma y, seguramente, no es el más grave. Cerramos 2021 con un dato que merece atención: Hay 2 millones 375,558 personas que trabajan sin recibir remuneración. Aquí hay hijos, hijas, esposos o esposas... concubinas, sobrinos o tíos que contribuyen, quizá, con su esfuerzo al negocio familiar. Como grupo, son más numerosos que la población de una decena de entidades federativas. Si fueran un municipio, estarían entre los cinco más poblados de nuestro país. Describirlos con precisión es complicado porque se trata de una fotografía borrosa, ¿cómo es que hay más de 2 millones de personas que trabajan sin cobrar? Hay indicios de explotación y algo que también apunta a muy baja productividad.

¿Cuántas personas están desocupadas? Eran 2 millones 150,582 a fines de 2021, nos dice la ENOE. Es apenas 3.7% de la Población Económicamente Activa. Una tasa que es menor que el 4.5% y que se compara favorablemente con los datos de países como España que tiene 13% o Chile que tiene 8.5 por ciento. El dato que produce el INEGI no tiene truco. Utiliza una definición aceptada en el mundo y que corresponde a las mejores prácticas internacionales. Desocupadas son aquellas personas que no trabajaron ni una hora en el periodo de referencia y estuvieron buscando trabajo.

He dicho que la definición de población desocupada no tiene truco, pero eso no quiere decir que el tema se agote ahí. El INEGI nos ofrece un cuadro complementario, mejor dicho, una galería de gráficas complementarias. Están en la zona de la denominada Población no Económicamente Activa. Allí tenemos a 39 millones 722,559 personas, un poco más de cuatro de cada 10 personas en edad de trabajar en México. Ese grupo se divide en dos. El primero de ellos merece mucha atención: 7.5 millones de personas se declaran disponibles para trabajar, pero no buscaron trabajo. “Aceptarían uno si se les ofreciera”, dice el INEGI en su informe sobre el mercado laboral. Son 7.5 millones que no se suman a los 2 millones 150,000 desocupados, por la sencilla razón que no hicieron el esfuerzo de buscar empleo. Aquí encontramos personas que llevan mucho tiempo desconectadas del mercado laboral, gente que buscó trabajo y dejó de hacerlo porque no tuvo éxito en su búsqueda.

El mundo laboral tiene infierno, purgatorio y paraíso, como La Divina Comedia de Dante. No siempre es fácil saber quién está donde, ¿es el infierno o el paraíso trabajar más de 48 horas por semana...? ¿De qué manera puede no ser el infierno trabajar sin cobrar nada? Tenemos más de 7.5 millones de personas que están disponibles, pero no buscan trabajo, ¿qué hacemos con ellos? En otros países, son el objeto de programas de actualización de competencias laborales y también de programas de apoyos en salud mental. Podemos no hacer nada, pero son 7.5 millones de personas, el triple y algo más que nuestra cifra oficial de desocupados.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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