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Opinión

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La destitución de Tatiana

Solo los más ingenuos podrían creer (tragarse la píldora) de que se trató de una renuncia. En México, nadie le renuncia al presidente de la República. Nunca...

Esa casi inexorable que le pasaría lo que le ocurrió: su desenlace. El caso de Tatiana Clouthier contiene la esencia de una tragedia griega clásica. Una tragedia que incluye una traición originaria y un pacto con el diablo (de naturaleza Fáustica) que terminó devorándola. Había efectivamente en su perfil, una traición a una herencia ideológica y familiar que encarnaba en su padre, don Manuel Clouthier. Y un pacto fáustico al entrar en una alianza contra natura, con una corriente política y doctrinal para cuyas filas sería siempre una advenediza.

Solo los más ingenuos podrían creer (tragarse la píldora) de que se trató de una renuncia. En México, nadie le renuncia al presidente de la República. Nunca. Pero de paso, la destitución de Tatiana implica daños para el propio gobierno de la 4T. Y esos daños se han causado, independientemente de quien entró en su reemplazo. En el caso, una de las mejores funcionarias de la presente administración.

Después de la también destitución de Alfonso Romo, el gobierno de la 4T necesitaba urgentemente de un enlace sustituto y una interlocución funcional con el sector privado. Y con planeación previa o no, Tatiana pasó a conformar ese enlace con apoyo en su cargo al frente de la Secretaría de Economía. Con su partida, ese nexo y la interlocución se rompieron y se dejó sentir de manera explícita. Fue muy evidente el efecto. Un clavo más en el ataúd de la confianza que requiere la inversión privada para florecer.

De manera clara, el dirigente de la Concamin (Confederación de Cámaras Industriales), José Abugarber, expresó: “Para nosotros, los empresarios, que llevamos una muy buena relación con Tatiana y que ha sido una excelente colaboradora del gobierno federal”, su separación “es un mal mensaje”. La International Chamber of Commerce Mexico (ICC), comentó que la destitución llegó “en un momento muy delicado…”

Y evidentemente, la destitución de Clouthier se produjo bajo la ilusión de que los escándalos y las sacudidas se mantienen estrictamente acotados a su ámbito exclusivo. No hay conciencia ¡no la ha habido! de las repercusiones y los efectos de contaminación que producen los errores y las pifias. La propia teoría económica toma en consideración las repercusiones de las acciones, tanto favorables como desfavorables, en el concepto de externalidades. En el asunto de la renuncia de Clouthier, unas externalidades claramente perjudiciales a la marcha de la economía interna que afecta a todos.

bdonatello@eleconomista.com.mx

Columnista

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