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Opinión

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Radiografía de la súper mujer

No, no siempre se puede. Y justamente hay que luchar contra el estigma de que lo podemos hacer todo. Hace unos días me llegaba un mensaje donde establecía la problemática sobre las expectativas en nuestro actuar: cuidar a los hijos como si no se trabajara, y trabajar como si no tuviéramos hijos. La respuesta familiar ante ello, fue vitorear nuestra fortaleza y decir que sí se podía.

En México, el sexo femenino representa el 52% de la población y únicamente el 44% de la población económicamente activa. El 30% de las mujeres mayores de edad, estudiaron hasta el nivel medio superior, lo que supedita el tipo de trabajo al que pueden aspirar. Además, las mujeres que trabajan lo hacen mayoritariamente en el sector informal. Aunado a ello, según estimaciones del Coneval, ganamos un 20% menos que nuestros pares masculinos. ¿Qué tipo de trabajo podremos tener si ocupamos a la semana en promedio 50.4 horas en tareas domésticas y de cuidado?

40 horas de trabajo remunerado y 50.4 de trabajo en tareas domésticas y de cuidado representan casi 4 días continuos. Añadiendo horas de comida, traslados y descanso (al menos dormir lo necesario) no queda tiempo para nada. ¡Sólo al sumar 8 horas de sueño diario ya habremos ocupado 6.1 días de la semana! 

El cansancio es acumulativo y los costos en salud mental no se hacen de esperar al no contar con tiempo para uno mismo. Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es dos veces más frecuente en mujeres respecto a los hombres. Previo a la pandemia, la académica Ericka Villavicencio de la UNAM estimaba que el 85% de las empresas en México no cubría las condiciones para garantizar que sus colaboradores tuviesen balance entre su vida profesional y laboral. ¿Qué esperar en estos dos años pandémicos?

Son indispensables las políticas públicas que no sólo fomenten una disminución en la carga a la mujer, sino que incorporen a todos por igual en los trabajos de cuidado, en las responsabilidades familiares. Es no quitar las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo, pero también es aumentar los permisos de paternidad a los hombres y que estos gocen de los mismos derechos de guardería en sus espacios públicos y privados.

La voz de marzo no es sólo por una violencia física y visible. Las llamaradas moradas son en una búsqueda de un mejor contrato social con oportunidades para todos. Que el nacer mujer o ser mujer, no condicione la probabilidad de tener una vida plena. Dejar de cargar esa expectativa social de ser poderosa, fuerte, indestructible, súper mujer, mártir, santa y todo poderosa. Porque no, no siempre se puede.

* La autora es decana asociada académica de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, Tecnológico de Monterrey.

Twitter: @GriAyllon

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