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Opinión

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‘Ticketmonster’

Desde hace mucho tiempo han corrido rumores sobre la forma ventajosa en la que actúa tanto Ticketmaster como la sospecha de que algunos empleados podrían estar involucrados en acaparamiento de boletos. Lo que voy a contar aquí, es porque yo lo viví y fue mucho tiempo antes de Bad Bunny. 

Compré boletos para ver a Isaac Hernández, la plataforma nunca me ofreció la posibilidad de imprimirlos desde casa, lo que francamente es un absurdo y una necia pérdida de tiempo. Días antes del evento acudí a Mixup Loreto para recoger los boletos, y fui la pesadilla de todos quienes se encontraban en la fila, los minutos se hacían largos mientras mi situación no se resolvía. Mis boletos aparecían, yo llevaba la tarjeta de crédito con la que pagué, todo estaba bien, salvo que el “sistema” no les permitía darme los boletos. La señorita del mostrador se comunicaba con alguien, y ese alguien misterioso le informaba que yo tenía que esperar una llamada en mi número en la que informarían que ya podía recoger los boletos. La llamada no llegaba, y la señorita insistía en que tardaría porque me ponía en una especie de lista de espera. La llamada nunca llegó. No, desde la pandemia Ticketmaster no tiene un servicio de atención telefónica que te permita hablar con una persona, así que los busqué vía Twitter y correo electrónico. La persona del correo electrónico insistió en que tenían que entregarme los boletos, que ya todo estaba en orden; regresé a la sucursal, mostré el correo, la señorita volvió a hablar con la voz misteriosa e insistió, no podían darme los boletos hasta que recibiera la dichosa llamada.

En un tercer intento regresé a la sucursal, ya había dedicado a tratar de obtener mis boletos más de 3 horas. Ante la negativa de la señorita, le pedí que me entregara un documento en donde dijera que no me podía entregar los boletos, no fuera a ser que a la hora de reclamar, Ticketmonster me saliera con la historia de que nunca los recogí y fue mi culpa. Me dijo que le era imposible entregarme documento alguno, porque no tenían nada para esas situaciones. Así que aclarándole, que yo entendía no era su culpa y que la situación estaba fuera de su alcance, iba a grabar un testimonio de que yo estaba en la tienda y los boletos no me eran entregados, para utilizarlo como prueba cuando reclamara el reembolso. Tomé el celular, lo acomodé en posición de selfie: “Hola, es día x, estoy en Ticketmaster de Loreto y…” 

“Espere, espere, deje de grabar, ahora mismo le imprimo los boletos.”

Si en español existiera una palabra para expresar felicidad y enojo al mismo tiempo, sería la que habría utilizado para describir lo que sentí en ese momento. O sea, ¿siempre estuvo en sus manos la posibilidad de darme mis boletos? ¿Violó algún protocolo para evitar ser grabada? Si no hubiera insistido ¿qué habría sucedido con mis boletos? Pensé que quizá era una forma de operar en los eventos con alta demanda, alguien más paga los boletos por fuera, los recibe, yo no los obtengo, me enfrasco en un largo pleito por el reembolso y si logró ganar, Ticketmonster sigue recibiendo la comisión por servicio, total, ellos nunca pierden.

Lo curioso es que esto ha estado pasando por años, desde hace tiempo la Profeco recopila denuncias para iniciar una demanda colectiva, y cuando pregunto a quienes se dedican a hacer espectáculos por qué siguen utilizando ese servicio para vender boletos, me cuentan que a veces se trata de convenios que ya tienen los teatros y centros de espectáculos.

Esto no va a parar hasta que los clientes dejemos de comprar boletos, el día que estemos dispuestos a sacrificar un evento por no comprarle a Ticketmaster será el mismo día en que los teatros tengan que replantearse sus convenios, y la empresa quizá se preocupe por ofrecer un servicio ético. Hoy estamos atrapados en el “es lo que hay y te aguantas”, y será así hasta que como clientes no seamos conscientes del poder de lo colectivo.

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