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Arte e Ideas

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Becarios apoyan tareas en el INAH mientras aprenden acerca del patrimonio cultural

Mil jóvenes de 28 estados se han sumados a diversas actividades en museos, zonas arqueológicas y acervos bibliográficos; para algunos ha sido el germen de una vocación.

El patrimonio cultural de México es también una veta inagotable para los mil becarios que a través del programa Jóvenes Construyendo el Futuro se sumaron entre 2019 y 2020 a las actividades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en tareas tan diversas como la conservación de acervos, museografía, visitas guiadas a visitantes en museos y zonas arqueológicas, mantenimientos de edificaciones prehispánicas y áreas verdes de los sitios arqueológicos, producción de material de difusión y didáctico para los museos, entre otras.

En entrevista con este diario, la economista e historiadora Claudia Veites Arévalo, directora de Enlace y Concertación de la Coordinación Nacional de Centros INAH, señala que desde el lanzamiento del programa, los jóvenes han manifestado gran interés por trabajar en los más de 200 planes que el INAH diseñó para ellos en 28 estados del país y la Ciudad de México.

Para ellos, además de gozar de un ingreso para ayudar en la economía familiar, significa entrar en el universo de la riqueza cultural de México, conocer de cerca el patrimonio cultural material e intangible e involucrarse en las tareas de gestión y conservación. Para algunos, supone incluso el germen de una vocación.

Veites Arévalo detalla que el instituto diseñó 218 planes de trabajo que se ofrecieron a los aspirantes en la plataforma de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y que la respuesta fue exitosa. “Consideramos tres vertientes, el trabajo en zonas arqueológicas, en museos, y en el cuidado y mantenimiento de acervos y colecciones”, donde los jóvenes han aprendido aspectos de custodia, museografía y de organización documental, dice.

Revela que los becarios que se inscribieron en los planes del INAH, 500 por año, tienen diversas procedencias, edades y niveles de escolaridad: los rangos de edad van de 18 a 21 años (24%), 22 a 25 (44%) y 26 a 29 (32%); y en cuanto a escolaridad, 33% cuenta con educación básica, 48% con bachillerato, y 22% con educación superior, incluso posgrado.

Respecto a las zonas arqueológicas, hace la observación que la mayoría de las entraron en el programa están ubicadas en poblaciones de alta marginalidad y eso permite dar empleo a jóvenes campesinos con carencias económicas en tareas de chapeo y mantenimiento.

Entre los 29 sitios prehispánicos donde los jóvenes realizan sus tareas destacan Tula, Hidalgo; Cacaxtla- Xochitécatl, Tlaxcala; Chiapa de Corzo y Lagartero, Chiapas; Tingambato, Michoacán; Sierra de San Francisco, Baja california Sur; Chichén Itzá y Dzibilchaltún, Yucatán; Teotihuacan, Estado de México; y Templo de Mayor de Tenochtitlan, Ciudad de México.

En lo que se refiere a museos, los becarios de Jóvenes Construyendo el Futuro están presentes en 21 recintos a cargo del INAH, entre los que destacan el Museo Nacional del Virreinato, Museo Templo Mayor, Museo de la Revolución en la Frontera Norte, los museos regionales de Guadalupe, en Zacatecas; Colima, Tlaxcala, Nayarit, Guerrero, Colima, del Obispado, en Nuevo León; y Aguascalientes.

A propósito de este último, la directora del recinto, Violeta Tavizón Mondragón, señala: “El programa ha sido sumamente benéfico para el Museo Regional de Historia de Aguascalientes, ya que coadyuva con su vocación de proteger, investigar y difundir el patrimonio, y al mismo tiempo da a los jóvenes la oportunidad de conocer el trabajo cotidiano que realiza el INAH”.

Destacó como ejemplo la colaboración que Rafael de Ávila tuvo en dos áreas: “Si bien, dada su formación como licenciado en Gestión Cultural, solo se había registrado para participar en el área de Museografía, su iniciativa también lo llevó a sumarse a diversas labores en el Departamento de Conservación, donde organizó digitalmente información acerca de las recientes adquisiciones del acervo, redactó hojas de identificación para 130 documentos históricos y 250 partituras musicales y apoyó en la reorganización de los objetos patrimoniales de la bodega de obra, enumera la directora Violeta Tavizón.

Los becarios también se desempeñan en tareas administrativas de nueve coordinaciones nacionales del INAH, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología, en la Fonoteca Nacional, y en otras bibliotecas o acervos a cargo del INAH.

La historiadora Claudia Veites destaca la labor que desempeñan los tutores de los becarios del programa, todos ellos del INAH: lo mismo museógrafos que antropólogos, arqueólogas o restauradoras, que acompañan el aprendizaje de los jóvenes del programa dando seguimiento personalizado a cada becario.

Señala que tanto la Secretaría del Trabajo como los propios becarios han evaluado satisfactoriamente el programa, y detalla que han tenido alrededor de 30% de bajas en ambos periodos, “lo cual indica que la mayoría de los jóvenes ha estado a gusto trabajando con nosotros”, dice.

“Debo decirle además, que nuestros centros de trabajo han estado supervisados cada mes por la Secretaría del Trabajo, incluso la propia secretaria Luisa María Alcalde supervisó personalmente en dos ocasiones nuestros proyectos en Tlaxcala y en Tula, y quedó muy satisfecha tanto del trabajo que estaban realizando los muchachos como del acompañamiento que se les da por parte de los tutores y la coordinación del programa, a cargo de Isaac Aguilar Palestina”, señaló Veites.

En el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, las personas con alguna discapacidad también han encontrado un lugar para desempeñarse y desarrollar sus habilidades. Veites revela que en el caso del INAH, 19% de los puestos de trabajo está ocupado por algún joven con alguna condición extraordinaria. Por ejemplo, Carlos Miguel Flores Ballesteros, de 28 años, quien presenta discapacidad intelectual, se desempeñó en el Museo del Carmen, en Ciudad de México, apoyando las visitas guiadas y elaborando material didáctico para el área de Servicios Educativos.

Claudia Veinte señala que pese a la pandemia y al cierre de museos y zonas arqueológicas durante el 2020, muchos jóvenes siguieron trabajando a distancia, “los que pudieron y tenían acceso a Internet en su casa, lo hicieron de manera voluntaria, nunca se les obligó”, ya que, reconoce, los becarios no recibieron un apoyo extra para pagar el costo del internet, sin embargo señala que la mayoría estuvo atento a las indicaciones de los tutores y siempre en comunicación con el instituto.

Para 2021, el INAH espera incrementar el número de becarios: “podríamos recibir hasta mil, pero dependerá del número que nos autorice la Secretaría del Trabajo”, concluye.

francisco.deanda@eleconomista.mx

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