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Espero que no quede nada del escritor que fui
Lo he entrevistado varias veces, incluso hemos compartido algunas fiestas, pero claro que Fadanelli no se va a acordar, aunque confiesa que la primer entrevista que se publicó de él fue en El Economista.
Ahí esta, como siempre, sombrero en la cabeza, copa de vino frente a él y ésa mirada de desconfianza hacia el mundo.
Se encuentra sentado en el Bar Capote, del que es socio y sonríe a pesar de las huellas de múltiples batallas nocturnas.
Lo he entrevistado varias veces, incluso hemos compartido algunas fiestas, pero claro que Fadanelli no se va a acordar, aunque confiesa que la primer entrevista que se publicó de él fue en El Economista.
De inmediato pide que me siente, ofrece vino y un poco de queso; lleva varias entrevistas sobre El hombre nacido en Danzig (Almadía, 2014) un libro diferente a lo que ha escrito el viejo y sucio Fadanelli, una historia redonda sobre el amor, la soledad, la muerte y la locura entre un detective, baloncesto y de invitados a filósofos como Schopenhauer, Montaigne o Séneca.
Comienza la charla, sin grabadora, y cuenta anécdotas de compañeros escritores (no publicables), de algunas borracheras, de amores, de su infancia y advierte que jamás lee las entrevistas que le hacen.
¿Qué tanto queda de Guillermo Fadanelli?
Yo espero que no quede nada del escritor que fui. Un deber de toda persona inteligente es odiar lo que fue.
Te lo pregunto porque encuentro en El hombre nacido en Danzig a un nuevo escritor.
Sí, sería odioso decir que soy un escritor maduro, pero quien me vea pensará que estoy apunto de morir (risas). Creo que es una madures estilística y literaria... he aprendido algo porque he leído a buenos escritores, pero no quiere decir que yo sea bueno.
Yo no soy una caja de Corn Flakes, me gusta traicionar con mis libros la idea que la gente tiene de mí y hacer justo lo contrario a lo que se espera y la novela es así, es muy rara pero en ello radica la fortaleza del arte.
(La novela) fue un accidente. Cuando la empecé tenia en la cabeza que quería tocar el basquetbol porque lo jugué; la Facultad de Ingeniería, donde estudié y perdí el tiempo; meter a un hombre celoso (como yo) y su mujer que, aunque duerma a tu lado, siempre será una extraña... pero es un libro que si se lee con paciencia y sin prejuicios el lector va a encontrar algo, espero.
En la novela encuentro de invitados ?a varios filósofos.
No es una pedantería... no es mi estilo, es una manera de invitarlos a la mesa para charlar conmigo de una manera mundana y como viejos amigos. El lector no tiene que haberlos leídos, sería grosero de mi parte. Ellos hablan de la locura, de la mujer de la soledad y temas comunes. No es una novela pretenciosa.
Aunque es una novela diferente, el sucio Fadanelli está ahí.
El humor nunca te abandona y no importa si hablo de una puta o Rousseau; no importa, es tu sangre y no puedes escapar de lo que alguna vez se llamó destino.
Muchos te ven como un escritor maldito.
Si maldito se refiere a una persona que dice lo que piensa en el baño, en la calle o en un auditorio frente a un público, sí, puede que sea un escritor maldito, porque he llevado al personaje y a la honradez a cualquier lugar, sin ser tacaño y gozando de la libertad de no tener nada.
¿Queda algo de aquél escritor basura , provocador y rockstar de las letras?
Entré a una época de pudor y vergüenza. Siento tanto desprecio por el ser humano que ya no quiero provocarlo... Hoy quiero estar tranquilo con una mujer hermosa de cálidas piernas, una buena bebida y en la soledad absoluta.
¿Has perdido la esperanza?
Yo me considero un anarquista y sobre todo pesimista, y veo que ahora los hombres sólo saben patearse el culo entre sí... he perdido toda esperanza, aunque de pronto respingo con mis textos y voy a seguir criticando porque el alacrán es alacrán toda la vida...
Aunque había prometido ya no escribir novelas, acepta que le falta una por hacer: Es la última que voy a escribir, basta de llenar de libros el mundo. Es sobre mi adolescencia, la época de oro de mi vida en Villa Coapa, es como una novela de iniciación .
Se acerca un fan. Fadanelli le entrega su nuevo libro y lo firma; entonces, aparece Guillermo Quijas, director de Almadía, quien se une a la charla que avanza entre vino y anécdotas del mundo literario. ¿Cáncer en escritores?, peleas y plagios... Guillermo terminará la tarde como siempre, bebiendo, pero antes llamará a su mujer para que pase por él, eso de manejar en el DF no es lo suyo.