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Arte e Ideas

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FOTOS: Algo está pasando en Tijuana, Capital Mundial del Diseño

Junto con la ciudad hermana de San Diego, la urbe bajacaliforniana ha comenzado un proceso de asimilación del diseño como un eje transformador de las dinámicas de migración, transporte y urbanización. ¿Qué particularidades provocaron la elección de esta región por el comité internacional? Los personajes de esta ciudad fronteriza dibujan su visión de ciudad

Foto EE: Eric Lugo

Tijuana, Baja California. A los tijuanenses les cuesta trabajo ponerse de acuerdo sobre el origen preciso de esta ciudad. En todo caso, es una urbe joven, en eso están de acuerdo. Se dice que en julio próximo se celebran 135 años de su fundación si se considera su punto fundacional a una especie de contracción del título “Tía Juana” con el que se tituló una ranchería en esta región que no estaba tan limitada como lo es ahora.

A muchos residentes tijuanenses les ha costado trabajo reconocer, adscribirse y decir que son de Tijuana. Eso cuentan algunos de ellos desde estas tierras. Cuentan que no pocos, aunque claramente muchos menos que en el pasado, prefieren declarar que son de “cerca de San Diego” o, en un acto aún dubitativo de pertenencia, pueden explicar, brevísimos, que son de la zona dual de San Diego-Tijuana. O al menos ésas son las referencias que ofrece un puñado de residentes y/o voceros voluntariosos, casi podríamos decir que pioneros y defensores de la identidad tijuanense como una cicatriz que resulta bella a pesar de todo.

Y precisamente, a pesar de todo, sobre este territorio que si bien alguna vez fue considerado un sitio de paso y en el que algunas personas todavía se asimilan en tránsito pese a los dos años o dos lustros o dos décadas que llevan instalados aquí, ya suman prácticamente 2 millones de habitantes que representan más del 50% del registro demográfico total de Baja California, según el Censo 2020 del Inegi.

La mancha urbana transnacional de esta región bordeada por fallas geológicas y cercenada por un muro que más bien es un eufemismo para referirse a la cicatriz kilométrica perpetrada por dos y hasta tres vallas metálicas de casi 10 metros de altura, está hecha por migrantes como prácticamente lo están todas las ciudades del mundo.

Aunque ésta todavía se percibe como una urbe joven, como se infiere por los comentarios de sus habitantes, ya dispone de rasgos de identidad, comienza a cristalizar un sentido de pertenencia, uno muy particular, uno curiosamente trágico, cómico y musical, y naturalmente transfronterizo, como si se tratara de la sangre que irriga a dos órganos que se retroalimentan, que comparten toxinas y también procesos de purificación y evolucionan.

De tal calado es la hermandad de estas ciudades, una mexicana y la otra estadounidense, que a lo largo de este 2024 ostentarán como región el título de Capital Mundial del Diseño (WDC, por su sigla en inglés), por parte de la World Design Organization (WDO) y que este fin de semana echó a andar la Semana del Diseño de Tijuana, del 1 al 5 de mayo, como el arranque de varias actividades y encuentros que tomarán lugar en ambos lados de la frontera a lo largo del año, y los cuales prometen generar sinergias, cambios, para beneficio de esta particular, muy particular, comunidad fronteriza.

La ciudad que es todo, menos impávida

¿Cómo se sostiene esta sociedad dual partida por la mitad con una cerca dotada con tecnología que inhibe drones y custodiada por patrullas e insondables grupos de cámaras? ¿Cuál es la dinámica de dos ciudades con una cicatriz de este tamaño, como si se tratara de una tajada en plena panza y en cuyos márgenes, en los rincones que dejan los puentes y distribuidores viales se refugian decenas de personas rechazadas por las ficciones de los protocolos de migración?

Andrés Lezama es parte de la agencia que colabora con el comité de organización de la Semana de Diseño en Tijuana y se encarga del acompañamiento de la prensa invitada. Es tijuanense de nacimiento, aunque ahora mismo vive en la Ciudad de México, pero está de regreso como hijo pródigo y navega como pez que reconoce la dulzura del agua en la que creció.

Mientras el transporte de prensa encargado de recoger a sus respectivos en el aeropuerto de la ciudad transita por puntos referenciales de la ciudad, como el Río Tijuana, testigo de tragedias humanas, o la torre New City Medical Plaza, donde se hospeda preferentemente a una parte considerable de los visitantes que viajan a esta ciudad por un atractivo turismo médico que, a estimaciones de las autoridades de la ciudad, en 2022 dejó una derrama anual estimada en 13,000 millones de pesos, Andrés expresa: “amo tanto a mi ciudad”, “tiene tantas cualidades” y explica que comienza “a consolidarse en ella, por fin, un sentimiento de arraigo”.

También reconoce que sobre todo a partir de la pandemia “la ciudad empezó a crecer no solamente hacia las orillas sino para arriba”, porque se está gentrificando, sobre todo a partir de la pandemia. Explica que mucha gente de Estados Unidos, especialmente de San Diego, ha decidido mudarse a Tijuana después de que la emergencia sanitaria facilitara para ellos el trabajo en casa o bien para quienes hallaron una manera de vivir mucho más asequible del lado mexicano y la facilidad de cruzar al trabajo o la escuela al lado estadounidense.

Y lo anterior, por supuesto, ha incrementado el precio promedio de la renta de la vivienda y ha aumentado los proyectos de desarrollo inmobiliario que ahora mismo se yerguen por toda la ciudad. Y se notan, como protuberancias en esqueleto que se levantan por encima de una ciudad que solía ser breve en extensión y en estatura.

Por toda su orografía son evidentes los contrastes de desarrollo urbano junto a zonas poco favorecidas, donde es evidente la proliferación de las personas en situación de calle. Sobre la Calle Segunda que se abre paso de manera paralela a la línea fronteriza con San Ysidro, California, con rumbo a la costa y la cual más adelante se convierte en la Carretera Escénica Tijuana-Ensenada, es evidente el cambio entre las viviendas de colonias como Los Laureles o Soler, relegadas en la zona montañosa de Tijuana, con la delegación de Playas de Tijuana, una clara zona de mayor privilegio, con centros comerciales a la vuelta de la esquina y casas de estilo californiano, bello para vivir, así como se advierte, no del todo asequibles.

Así, entre contrastes, se extiende esta ciudad por todos sus relieves. Durante uno de los varios recorridos que el personal que colabora con el encuentro se arguye un chiste local: se comenta que si tu coche parece flojo, como desvencijado, más cercano a desintegrarse definitivamente que a mantenerse rígido, suele decirse que “tu coche está entijuanado”. Al parecer, la broma sobre esta frase deriva del mal estado de las calles de Tijuana en lo general, sus baches, por no decir socavones; aunque claro, estas bromas suelen quedarse en el humor colectivo incluso después de la evolución para bien de cualquier ciudad, porque lo malo de ellas siempre es prudente conservarlo para un buen chiste a posteriori… o para prevenir malas praxis… o ambas. Pero es menester precisar que vaya que sí hay considerables baches, por no decir abismos, hasta en las principales avenidas de este trazado urbano, ahora, nada extraño para la gran mayoría de las geografías.

Ésos son los contrastes y ésas son las señales de una zona metropolitana binacional que se transforma a pasos agigantados, hacia arriba y también hacia el más grande contraste, y hacia el mar y hacia el sentido de pertenencia.

La ciudad de los seres “borderlanders”

Juan Arturo Saldaña es titular de Enlace Binacional del Comité de Turismo y Convenciones de Tijuana. Acompaña a la comitiva de prensa que recorre la ciudad para reconocer el contexto en el que se desarrolla este encuentro de diseño.

“Lo que detonó la delegación Playas de Tijuana fue la construcción de la Plaza Monumental. Tijuana en algún momento tuvo dos plazas de toros. La del centro y la de Playas, que se hizo en los 60 con una capacidad de poco más de 20 mil asientos. Ahora que hay posturas antitaurinas en todo el país, de pronto la usan para conciertos. A mí me tocó ver a Carlos Santana dos veces seguidas ahí. Y otro resultado de su construcción fue la carretera hacia Playas. Todos los días la recorrí por años, porque fui profesor de Comunicación en la Ibero, y el plantel noroeste de la Ibero está precisamente en Playas. También fui salvavidas en las playas de Tijuana y me dediqué a limpiarlas. Pero en diciembre pasado salió un reportaje a ocho columnas que decía que Tijuana y Rosarito tenían las playas más contaminadas de México. De verdad eso me dolió. ¿Por qué sucedió? Por avaricia y por corrupción. Y sí, es verdad y se ha convertido en un problema binacional. Y lo tengo que decir, no me puedo quedar callado ante esta realidad. Un día me salí a surfear, me senté en la tabla para esperar la caída del sol y me sentí rodeado de basura: platos, vasos, latas, pañales. Y eso no ha cambiado”, menciona Saldaña.

A Juan Arturo sus nietos le llaman “borderlander”, porque tiene una casa en Tijuana y otra en San Diego, muy cerca de la playa. Cruzar de ida y vuelta más de tres veces a la semana para él es del todo normal. Habla auténtico espanglish. Mezcla frases construidas desde la mexicanidad y luego incrusta palabras en inglés. “La labor de un salvavidas es hacer prevención, no quieres meterte en la bronca de sacar un cadáver, it is not fun”, dice mientras por la carretera de camino a Playas de Tijuana el tráfico está denso por la construcción de un segundo nivel sobre la vía, esto para solventar el tráfico que ya no abandona esta estrecha carretera, producto del crecimiento urbano que se expande hacia la playa y luego hacia arriba sobre las vértebras de las torres, pero también crece porque conecta con el aeropuerto de Tijuana con la Escénica hacia Rosarito, Ensenada y luego al Valle de Guadalupe, paraíso vitivinícola y gran atractivo turístico, aunque no inmaculado.

Aprovechando el estancamiento, dos músicos de notorio origen del sur del país se ponen a tocar algunas rolas de viento en medio de los dos carriles que para esta ruta ya son insuficientes, y van pidiendo dinero, por favor, para la rola que se toca, con toda atención, para suavizar el estancamiento a escasos 20 metros del muro fronterizo.

En la arquitectura se lee el destino

Jorge Gracia es arquitecto, fundador de Gracia Studio, cofundador y director de la Escuela Libre de Arquitectura, con sede en Tijuana. Es nacido en esta ciudad, pero también es un animal transfronterizo, tanto como jovial, con estilo, el estilo de un privilegiado –sin menospreciar las bondades de los privilegios–. Ha desarrollado proyectos de este y del otro lado del muro. Desde la escuela de la que es fundador, comparte su perspectiva sobre la ciudad.

“Cuando hablamos de diseño o de tradición arquitectónica, considero que no tenemos los suficientes años para tener una catalogación de edificios por medio del INAH, como para preservar ciertos edificios históricos. Había algunos que ya no están, los tumbaron antes, pero si nos hubiéramos esperado algunos años más, lo hubiéramos logrado catalogar. Eso nos hace una ciudad en la que la historia no es un elemento de peso, porque no tenemos cómo protegerla, y eso, a la vez, nos hace pensar siempre hacia el frente y no hacia atrás. Por eso es una ciudad muy progresiva. Ustedes van a ver la manera de urbanizar y verán muchos errores y muchas cosas mal hechas. Pero también hay que decir que es una de las ciudades de mayor crecimiento”, comenta el arquitecto, y complementa:

“La gente llega y luego no se regresa –a sus sitios de origen– porque consigue trabajo, y después de 15 años de estar aquí le puedes preguntar: ¿y tú de dónde eres? Y se sienten que no son de aquí, y lo evitan. Pero ya son de aquí, llegaron a los 14 o 15 años, pero nunca se sienten tijuanenses. Y por eso la ciudad está así, pues, porque nadie la cuida”.

El arquitecto explica que asimilarse binacional es como una tercera nación. Eso sucede con su familia, en particular sus hijos, quienes cruzan la frontera todas las mañanas para ir a estudiar y de aquel lado hablan perfecto inglés, mientras que cuando vuelven, hablan perfecto español con quienes, en todo caso, corresponde hablar español. “Es una tercera nación. Nos podrán criticar de pochos, de lo que sea, pero así crecimos y así somos”, defiende.

¿Como es arriba es abajo?

Josué Castro es fotógrafo y artista plástico nacido en la Ciudad de México, pero tiene su principal estudio en San Diego, nada para desdeñar con su estudio en Tijuana. Goza de un gran prestigio dentro del circuito de fotografía de retrato de autor, particularmente de chefs de alto perfil en todo el mundo. Hasta el momento, comenta que ha retratado aquí y en todos los hemisferios a más de 4,000 estrellas de la gastronomía global, así como enólogos y, como él dice “hedonistas”, y ha expuesto su trabajo en Estados Unidos, Japón, España y México, por hacer una cuenta representativa.

Acompañado de su perrito wire fox terrier de nombre Diego Lucifer III, desde su estudio en el centro de Tijuana, en donde han cocinado chefs como Javier Plascencia, Miguel Ángel Guerrero o Sabina Bandera, el artista Castro, quien no se incomoda en asumirse como “chilango, norteño y pocho”, presenta su visión de vida y sobre esta región.

Es muy cómodo vivir en el centro de Tijuana. Es como en toda gran ciudad, es casi igual que vivir en un estudio en el centro de ‘chilangolandia’ o en San Diego. Todo te queda cerca, los bares, los restaurantes, los supermercados, los eventos. Y sucede en todas las ciudades del mundo, en las zonas centro, donde las calles de pronto pueden estar descuidadas y demás, pero es un contraste muy común; pero en cuanto entras a tu edificio, es exactamente la misma situación que si vivieras en Nueva York. Lo tienes todo, y a todo, me refiero a todo”, expresa.

Éste es un poco del panorama que la región presenta como un sistema complejo de interacción, estilo de vida, dignidad y pertenencia y que este fin de semana inició un proceso de siete meses en los que será sede de una serie de eventos organizados por la World Design Organization y sus alianzas regionales.

El trabajo fotográfico del colega Eric Lugo es fundamental para explicar lo que aquí se explica de manera muy somero y subjetiva. Gracias por llegar hasta este punto.

Ricardo Quiroga

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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