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House of Cards, ?televisión a otro nivel
House of Cards es una suma de pasadizos ?secretos por los cuales Francis transita con plena seguridad y conocimiento, aborda la intriga, la suspicacia y la astucia de los políticos en un mundo sin pausas
Aproximarse a la primera serie producida por el canal online Netflix ha sido una absoluta revelación, pues esta serie ha llegado para cambiar la historia de lo que hasta aquí entendíamos por televisión, ficción realista y hasta por moral.
Asimismo deja intacto el asunto central sobre el cual orbitan todos los demás átomos en la obra dirigida por David Fincher: los mecanismos del poder.
EL ARGUMENTO
Estados Unidos, festejo del Año Nuevo 2013, días antes de que el nuevo Presidente demócrata proteste como tal. En el Capitolio, a unos pasos del Presidente, en una imagen que se proyecta hacia un futuro de almanaque, justo en la tercera fila, está ubicado el congresista Francis Underwood (Kevin Spacey), quien presencia la unción del Mandatario. Francis es uno de los mejores operadores políticos de partido demócrata.
En el proceso de cabildo antes de las elecciones, el futuro Presidente había prometido a Francis que él sería el próximo Secretario de Estado, pero en los momentos decisivos, la secretaria de la Oficina de la Presidencia, Linda Vásquez (Sakina Jaffrey) le comunica que el Presidente ha decidido no nombrarlo a él.
Francis, decepcionado, sufre una vertiginosa caída, de la cual su amada esposa, Claire (Robin Wright), lo saca a flote con unas cuantas palabras mágicas: Eres mejor que eso; mi esposo no se disculpa ni siquiera conmigo . Él pasa toda la noche en vela pensando una estratagema para salir adelante. Al día siguiente, en ese devenir telúrico de estrategias, en esa madeja de ideas que corren tan a prisa y que exigen una mente lo suficientemente programada para seleccionar e hilvanar procedimientos, Franc conoce a la reportera Zoe Barnes (Kate Mara), una joven egresada de Comunicación que hace sus pininos en el diario The Washington Herald pero que tiene el colmillo y olfato suficiente para acorralar al lobo Underwood.
Congresista y reportera establecen una relación de mutuo interés, pues Underwood podrá filtrar información capaz de tirar piezas grandes del aparato, y Zoe podrá avanzar en el competido mundo de las noticias. Esta relación se transforma en fundamental para las ambiciones de ambos, al grado en que él se convierte en insigne de la educación y ella pasa de ser una desconocida en el periódico a ser una personalidad entrevistada por noticieros televisivos. Poco a poco esa mancuerna deriva en una relación de intercambios de flujo informativo y también corporal. Sin embargo, hacia el final de la temporada las cosas van cambiando de orden hasta revertirse por completo, en un final abierto a más no poder y que deja a los espectadores ansiosos por saber si Underwood podrá convertirse en Vicepresidente de Estados Unidos.
INTRIGAS DEL PRESENTE
Enclavada en la capital de Estados Unidos, el lugar donde se creó el espionaje moderno y la ficción institucional, Washington DC, la serie es una suma de pasadizos secretos por los cuales Francis transita con plena seguridad y conocimiento, como esos pasillos de la Casa Blanca que él domina mucho mejor que el propio Presidente, como si fuera el ingeniero creador de ese sistema que, por serlo, le tiende de vez en cuando una trampa. Francis es un mortal que conoce a la perfección la lógica del aparto, es un sujeto amoral en el sentido moderno de la moralidad, es decir, su moralidad es personal y flexible, como el mercado: dependiente de condiciones, algo nada distinto del orden en que funciona el juego político, sólo que Francis hace un distingo: en uno de los primeros capítulos de la temporada, en uno de los múltiples comentarios que dirige en primera persona al espectador, se ríe de aquellos hombres de poder que confunden lo verdaderamente importante (el poder) y, en cambio, caen seducidos por el dinero o por sus propias manías. La manía de Francis es el control, una manía en la que ha hecho callo, la manía del verdadero poderoso, del hombre que está a cargo de las situaciones.
En cierto sentido, nos hemos acostumbrado a destacar las intrigas en torno del poder y ésa ha sido la estrategia con la cual varias series (sobre todo históricas, The Tudors, o fantásticas, Game of Thrones) han tejido sus estructuras y generado interés en sus audiencias. En House of Cards es la intriga, la suspicacia y la astucia del poder en un mundo sin pausas.
La serie se confirma en la velocidad y desajusta con su salto temporal. Si uno termina de verla antes de julio del 2013, se adelantará en la ficción al tiempo.