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Arte e Ideas

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Insomnio adolescente

Con tan sólo unas horas de insomnio es posible observar al microscopio cambios en el crecimiento y en la retracción de las sinapsis en el cerebro adolescente... de los ratones... por lo pronto.

Ciertamente, soñar no cuesta nada, pero dormir mal y poco durante la adolescencia puede causar problemas importantes en el cerebro.

Cada día es más común el que los jóvenes tiendan a desvelarse como su estilo de vida normal.

Estar conectado electrónicamente se ha convertido en una actividad ubicua. El límite entre la noche y el día tiende a desaparecer y el tiempo de dormir cada vez se vuelve más escaso.

Esta moda, sin embargo, no está libre de riesgos para la salud mental. Estudios científicos recientes demuestran que la falta de sueño sostenida durante la adolescencia puede tener consecuencias negativas en el desarrollo del órgano pensante.

La adolescencia es una etapa en la que el cerebro se desarrolla aceleradamente y en la que suceden cambios importantes en su funcionamiento y estructura. Las consecuencias de dichas modificaciones suelen ser de largo alcance. Por ejemplo, la mayoría de las enfermedades mentales, como esquizofrenia y depresión, comienzan a manifestarse en esa época de la vida.

Las conexiones neurales (sinapsis), la eficiencia y desempeño de miles de millones de células del cerebro dependen de varios factores como son la estimulación sensorial, intelectual y emocional, la buena alimentación, la calidad de las experiencias vividas, los rasgos hereditarios, entre otros.

La investigación científica ha encontrado que la restricción prolongada del dormir evita el crecimiento y la regulación equilibrada de estas sinapsis. Si alguien pierde muchas horas de sueño durante la adolescencia puede dañarse de manera permanente el cableado de los circuitos neurales, de los que dependen funciones mentales tan necesarias como la memoria, la atención, el cálculo, las percepciones o el raciocinio.

Como por razones bioéticas no resultaría adecuado someter a un grupo de jóvenes humanos a periodos prolongados de vigilia para ver qué sucede en su cerebro, los investigadores utilizan ratones adolescentes para realizar este tipo de experimentación. Con este fin, se han estudiado ratones que permanecen despiertos de manera espontánea, ratones a los que se les permite dormir libremente y otros más a los que se mantiene despiertos a la fuerza.

Resulta impresionante constatar que con tan sólo ocho a 10 horas de insomnio es posible observar al microscopio cambios en el crecimiento y en la retracción de las sinapsis. Es decir, que con periodos relativamente cortos en que se interrumpe el acto fisiológico de dormir, se puede afectar considerablemente el número de conexiones formadas o eliminadas del cerebro adolescente.

Ya antes se había observado, en ratones adultos, que las sinapsis se debilitaban y acortaban según las horas de sueño, pero con estos nuevos estudios puede suponerse que durante el dormir el cerebro se prepara, por así decir, para que al despertar se fortalezcan las sinapsis cerebrales en respuesta a los estímulos derivados de las experiencias y del aprendizaje. Por lo tanto, la deprivación prolongada del sueño es un obstáculo para un buen desarrollo mental.

Todo apunta a que dormir bien sí hace una diferencia en los cerebros adolescentes, aunque la prueba científica -por el momento- provenga sólo de ratones de laboratorio.

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