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La cima del policial
La televisión contemporánea está llena de grandes series. Las más populares se han vuelto tema favorito de conversación entre propios y extraños.
La televisión contemporánea está llena de grandes series. Las más populares se han vuelto tema favorito de conversación entre propios y extraños. Después del clima, escuchar qué está viendo alguien y qué tan bueno está, es uno de los tópicos más seguros en una sociedad donde los temas filosos, nutridos por la polarización de las redes sociales, han rebasado a los clásicos: religión, política y fútbol.
La cosa se ha puesto tan bien, que los estudiosos la llaman la edad de oro de la televisión. La existencia previa de otras edades de oro los lleva después a numerarlas (se vive la tercera edad de oro).
Es posible cada año seguir docenas de series de calidad. Algunas concebidas de origen para el binge watching, o sea para verlas de corrido con visitas ocasionales a la cocina o al baño. Es una edad de oro amarrada a la popularidad internacional del medio y a la calidad casi homogénea del mismo. La mayoría de sus producciones cuenta con calidad técnica competente y corre pocos riesgos, apostando por fórmulas y temas probados.
Pocas veces podemos decir que una de ellas sea capaz de poner punto final a una tradición. Y entonces se topa uno con The Fall.
The Fall es un policial inglés del canal BBC2, producido, escrito y dirigido por Allan Cubitt. La serie está comprendida dieciocho episodios divididos en tres temporadas (todas en Netflix). Temporadas cortas, como buena parte de las series británicas, un país que parece entender bien aquello de menos es más, y donde se prefieren seis episodios excepcionales que extender una historia por veinticuatro (o por trescientos, si nos atreviéramos a incluir a las telenovelas).
El arco narrativo de las tres temporadas es un sólo caso policíaco. La investigación y captura de un asesino serial: el estrangulador de Belfast a cargo de la unidad especial musicman, dirigida por la detective Stella Gibson (Gillian Anderson).
La serie empezó en 2013 en que los cinco primeros episodios fueron dirigidos por Jakob Verbruggen. El estilo de Verbruggen no satisfizo a Cubitt que tomó la batuta a partir de la segunda temporada (series 2, como dicen en Inglaterra).
Cubitt, es un escritor, dramaturgo, director y productor de cine y teatro, cuya mayor credencial televisiva antes de The Fall había sido dirigir la excepcional segunda temporada de Prime Suspect con Helen Mirren.
En The Fall, Cubitt aborda la investigación del asesino serial con una profundidad y sutileza que trasciende el medio televisivo. La serie entera aborda la historia de Paul Spector (Jamie Dornan), un trabajador social / psicópata y la detective Gibson, traída desde Londres para investigar el caso.
Cubitt no toma atajos, ni se precipita. La suya es una exploración minuciosa de la psique de sus personajes, sin lugares comunes ni moldes construidos por el cine o la literatura de género. Acá no entran las fórmulas probadas de Thomas Harris, ni los procedurals dedicados de docenas de autores. No hay unidad de profilers del FBI, detectives con memoria eidética o hackers que resuelven cualquier crimen sin que se termine la batería de su laptop.
Desde su ominoso título que debe al Paraíso Perdido de Milton hasta su perturbador desenlace, The Fall es una construcción perfecta del procedural policíaco. La primera en su tipo que considera que no basta saber quién y cómo lo hizo, sino atraparlo y aún así, ser capaz de construir un caso legalmente válido y probarlo en forma convincente.
En un medio que suele apostar por aquello de una imagen vale más por mil palabras, Cubitt le da mucha importancia a estas. Sus momentos más memorables son conversaciones e interrogatorios. Es la cima de un género popular y archisobado desde el Z de Fritz Lang hasta The Silence of the Lambs y Zodiac, o su episodio preferido de Wallander o Criminal Minds.