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Arte e Ideas

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"Coppél-I.A.", un clásico del ballet pero con la inteligencia artificial

Una disciplina ligada la tradición, pero mirando al futuro. La prestigiosa compañía Les Ballets de Monte-Carlo se presentó en el primer fin de semana del Cervantino como uno de los highlights de la edición 52, desarrollando la coreografía de Jean–Christophe Maillot; un paso arriesgado pero exitoso para una de las tradicionales obras de la disciplina. Éste es el relato.

Coppél-I-A. Danza clásica reactualizada con tecnología cautivó al público en el Festival Cervantino.foto: cortesía fic @Carlos_Alvar_

La primerísima versión del ballet “Coppélia” -de Arthur Saint León- se estrenó en mayo de 1870 en la Ópera Nacional de París, basada en el texto “Der Sandmann” (1815), del autor alemán Ernst Amadeus Hoffmann, inspirado, a su vez, en una historia popular sajona. En la versión original, que es ya un clásico recurrente de las grandes compañías del mundo, el misterioso doctor Coppélius ha creado una muñeca autómata y danzante de tamaño real, tan verosímil que Franz, un joven ingenuo –hay que decirlo–, se enamora y obsesiona profundamente de ella y, obcecado por la estupidez, desdeña vilmente a Swanilda, quien hasta unos instantes atrás, era su gran amor, el pináculo de su capacidad amatoria.

Tanto la leyenda como el relato literario y, por supuesto, la obra de teatro, son fundamento de no pocas variantes literarias, escénicas y cinematográficas que, dependiendo de su desenlace, han cautivado y aterrorizado al público por igual.

Por ejemplo, si bien no es una derivación directa, el “Frankenstein” de Mary Shelley se publicó en 1818, tan sólo tres años después de la publicación de la obra de Hoffmann. Ambas obras tienen un denominador común. La primicia es más o menos la misma: un inventor misterioso es capaz de crear un ser autómata de forma antropomorfa que irrumpe en un mundo que claramente tiene que enfrentarse con los dilemas morales, físicos, románticos, sociales, de una coexistencia sin precedentes con inteligencias gestadas desde la práctica científica, con importantes proporciones enrarecimiento, en ambos casos, para beneficios de la ficción.

Este fin de semana, el primero de tres entre los que se extiende la edición 52 del Festival Internacional Cervantino (FIC), la compañía Les Ballets de Monte-Carlo, vieja conocida del encuentro, llevó al Auditorio del Estado, en la capital guanajuatense, una versión que se aventura a expandir los límites del clásico del ballet y lo hace con éxito, “Coppél-I.A.”, cuya coreografía es obra del director de la compañía, Jean-Christophe Maillot, ganador del Benois de la Danse en 2008, quien hurga de manera atrevida, en el, quizás, más grande paradigma de la humanidad del presente y, por lo visto, del pasado no tan próximo: ¿qué pasaría con el amor entre dos enamorados cuando se ve desafiado por la cautivadora aparición de un ineludible ser artificial?

¡La música, el vestuario, la coreografía!

En la ficha de presentación de “Coppél-I.A.”, la página del FIC dice lo siguiente sobre el trabajo en conjunto del prestigioso Maillot: “ni clásico ni contemporáneo, ni siquiera en medio de ambos polos, Jean-Christophe Maillot se niega a adherirse a un estilo y diseña la danza como un diálogo donde la tradición y la vanguardia ya no se excluyen mutuamente”.

Y es exactamente esto lo que el público pudo ver en las tres presentaciones de “Coppél-I.A.” en el arranque del Cervantino 2024, una obra bella en todo el rango narrativo, técnico, estético, musical, escenográfico, dancístico, que se amarra a las técnicas clásicas, pero no se ancla, sino que va soltando una larga cuerda y se deja llevar por las tentaciones del estilo contemporáneo.

Por un lado, el vestuario y la escenografía son resultado del trabajo de Aimée Moreni, diseñadora de moda e interiores francesa que ha trabajado para campañas de las más influyentes marcas de joyería y productos de lujo y compañías como el Ballet Bolshói. Su mano resulta imprescindible en el planteamiento de esta reversión contemporánea del clásico del ballet, con una escenografía y una selección de vestidos absolutamente pulcros y exquisitos, sin una sola rugosidad, únicos e irrepetibles para prácticamente cada bailarían, como si fueran modelos de una pasarela donde el blanco impera, en los pliegues y en los fondos de los escenarios más puritanos que nos hacen pensar en el ensueño de una historia de amor, pero que para el segundo acto, se convierte en unos tonos grises y negros que nos remontan al viaje del desencanto, el conflicto, la revelación de los temores, la verdad expuesta detrás de Coppél-I.A., esa artificialidad perfectamente camuflada en un hermoso ser de carne y hueso, y el desengaño generado nada más que por la propia expectativa desbocada del joven Franz.

El vestuario marida a la perfección con la ejecución de las y los bailarines, con la coreografía de Maillot, sobre todo a partir de los movimientos de Coppél-I.A. encarnada –¿o en este caso debemos decir: reproducida?– por la bailarina Juliette Klein, cuya danza rompe con el rigor de lo clásico, para dejar bien claro que se trata de una forma en cuya morfología se libra la batalla entre los desplazamientos orgánicos y los mecánicos.

Y la música. La música, sin duda, es un elemento fundamental de esta versión. Se construyó a partir de la obra original del compositor romántico francés Léo Delibes (1836-1891), pero con la obvia intervención de inteligencia artificial, eso sí, guiada por Bertrand Maillot, hermano del coreógrafo, quien también aportó prudentes composiciones originales, venidas de la mente orgánica. El resultado, una atmósfera melancólica y lacónica, sin mayor ornamento, la que, sumada a los elementos anteriores, dibuja una historia de tal asepsia que resulta desoladora.

Conviven tradición y vanguardia

“Una vez más, Christoph ha tenido el ingenio de llevar un ballet más lejos de lo que nos puede llevar el relato clásico. Esto crea una complejidad en la historia que resulta bastante interesante y deja la puerta abierta a un final de futuro incierto. La música se construyó en este sentido también, a partir de la partitura, sí, de Delibes, pero es el único elemento de la adaptación que está creada con la intervención de IA. Por ejemplo, aunque parece que escuchamos violines, en realidad no existen. Es un elemento bastante interesante de la obra”, señala Asier Uriagereka, maestro para la compañía y entrenador contemporáneo de las variaciones de la obra de Jean-Christophe Maillot.

Por su parte, Lucía Beviá, directora de la compañía Iberarte, especializada en la producción de giras de compañías europeas en América Latina, complementa sobre el paradigma de las IA’s en el mundo del arte, particularmente en el del ballet:

“Lo que sería impensable en un futuro es que perdamos a los bailarines clásicos. Sería impensable un mundo sin ellos. Que hagan un esfuerzo gigantesco con su propio cuerpo las 24 horas, como una maquinaria, para poder ofrecernos algo tan mágico como el ballet clásico, es único”. Resulta curioso que use la palabra maquinaria para referirse a la disciplina física de las y los bailarines del ballet clásico.

Y al respecto, Asier Uriagereka suma: “la danza hoy en día para los bailarines de ballet tiene un abanico muy grande. Tenemos que seguir siendo los ejecutantes con la técnica clásica que se aprende en las escuelas, pero también tenemos que abarcar las necesidades que tienen los coreógrafos, cuando quieren ser mucho más alternativos y llevar la danza más allá del trabajo académico. Y precisamente eso se refleja en ‘Coppél-I.A.’, con un grupo de personajes, los habitantes del pueblo, que usan más el vocabulario clásico, y a la protagonista que, por su físico, trasciende esos límites y nos presenta otro tipo de trabajo. Pero así se trabaja hoy en las compañías, para que la danza no se quede estancada en el vocabulario clásico”.

Sobre este último punto, la productora agrega: “es un momento especialmente delicado, porque, efectivamente, hacen falta presupuestos grandes para mantener compañías de ballet tan grandes. Estos señores dedican todas las horas del día, como decía, y a cambio no pueden buscarse un segundo empleo. Entonces, estamos viendo en el mundo cómo las grandes compañías de ballet están sufriendo mucho por presupuesto. Por otro lado, hay una gran renovación del repertorio. La danza en este momento goza de un buen público, no ha decaído: en resumen, hacen falta más presupuestos para la danza, pero tenemos grandes coreógrafos y grandes compañías que están haciendo un esfuerzo brillante para conectar con la gente joven”.

De romance con la inteligencia artificial

No es una coincidencia que obras como el filme “Metrópolis”, coescrito y dirigido por Fritz Lang, una de las obras más importantes del Expresionismo Alemán, tenga ciertas similitudes con “Coppélia”. Si bien la historia del ballet tiene las más importantes particularidades del Romanticismo europeo, mientras que la obra del realizador alemán apela a la explosión de la conciencia de la lucha de clases a principios del siglo XX, en ambas, un extraño inventor es capaz de lograr la creación de un ser artificial antropomorfo capaz de confundirse con un ser humano. Ni qué decir de otra de las obras fílmicas fundamentales del Expresionismo alemán, “El Golem” (1920), de Carl Boese y Paul Wegener, donde se nos cuenta la historia de otros ser autómata que irrumpe en una sociedad aterrorizada por la capacidad de creación de seres que son ecos de la existencia humana.

Ejemplos de obras que quizás no comparten la misma raíz pero sí la idea de seres autómatas y los dilemas que diluvian, hay a borbotones, en todas las épocas, de todos los formatos y de todas las geografías. Agreguemos otro ejemplo, sólo por no dejar: “Her”, cinta de ciencia ficción dirigida en 2013 por Spike Jonze, que, a grandes rasgos, relata el romance de un hombre adulto soltero que se enamora de una inteligencia artificial. O qué tal la reciente película animada “Robot Dreams” (Mi amigo el robot), de Pablo Berger, que también plantea los deseos y sinsabores de la ¿idílica? relación entre un ser humano y una mente artificial.

¿Usted qué obra de ficción agregaría?

Un Cervantino con rostro de mujer

Este fin de semana, arrancó con una amplia muestra de La Guelaguetza, una de las más relevantes celebraciones del estado de Oaxaca, arrancó la edición 52 del Festival Internacional Cervantino, que tiene a dicha entidad y a Brasil como Invitados de Honor, quienes, en las primeras jornadas de la llamada “Fiesta del espíritu”, desde el minuto uno, pusieron el tono festivo a la edición, desde el Convite ofrecido por todas las representaciones étnicas del estado invitado, como las obras musicales y poderosamente estéticas del país sudamericano.

“Hoy, el Cervantino tiene, como nunca antes, rostro de mujer. Basta con ver a las mujeres que hoy están encabezando los principales cargos y representaciones.

Hoy, sin duda en México en Guanajuato, llegó el tiempo de las mujeres y eso va a representar cambios muy importantes en el país. Unidas, vamos a marcar un antes y un después”, declaró la gobernadora de Guanajuato Libia Dennise García Muñoz Ledo, antes de abrir las actividades del encuentro junto con la secretaria de Cultura federal, Claudia Curiel de Icaza, entre otras autoridades federales y locales.

“Coppél-I.A.”

  • Les Ballets de Monte-Carlo
  • Coreografía: Jean-Christophe Maillot
  • Música original y arreglos: Bertrand Maillot
  • Escenografía y vestuario: Aimée Moreni
  • Iluminación: Samuel Thery y Jean-Christophe Maillot
  • Dramaturgia: Jean-Christophe Maillot y Geoffroy Staquet

“Hacen falta más presupuestos para la danza, pero tenemos grandes coreógrafos y grandes compañías que están haciendo un esfuerzo brillante para conectar con la gente joven”

Lucía Beviá, productora de danza y directora de Iberarte

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